La cita, digo el almuerzo (II)

Era claro que la tensión entre ambos seguía creciendo, y aunque ambos intentaban mantener las cosas bajo control, había una energía innegable en el ambiente. Este almuerzo prometía ser mucho más interesante de lo que cualquiera de ellos hubiera anticipado.

Avanzaron durante media hora para llegar a un lugar de apariencia rustica, Amira miró alrededor con interés mientras entraban en el restaurante. El ambiente rústico pero refinado del lugar le llamó la atención de inmediato. Las cálidas luces y la música suave creaban una atmósfera acogedora, justo lo que necesitaba después de tanta tensión. La decoración estaba llena de detalles cuidadosamente elegidos, desde las mesas de madera maciza hasta los cuadros que adornaban las paredes, todo armonizaba perfectamente.

David, a su lado, parecía menos seguro de sí mismo que de costumbre. -Espero que este lugar te guste. - dijo con una nota de nerviosismo en su voz, lo que hizo que Amira lo mirara con curiosidad. Era raro ver al imponente David Stone dudar, como si realmente le importara su opinión. Eso la desarmó un poco.

Amira le ofreció una sonrisa tranquila, buscando relajar la situación. -Es hermoso. Tiene un aire muy especial, me gusta la mezcla entre lo rústico y lo elegante, -comentó, dejando entrever que su elección había sido acertada.

David soltó un suspiro casi imperceptible, como si hubiera estado conteniendo la respiración, y asintió con una sonrisa leve. -Me alegra escuchar eso. Quería que este almuerzo fuera… diferente.

Amira lo observó mientras tomaban asiento. -Pues definitivamente lo es, David. Gracias por tomarte el tiempo de encontrar un lugar tan encantador. -Mientras decía esto, notó cómo él estudiaba cada una de sus reacciones, como si realmente le importara no fallar. Eso la hizo sentirse extrañamente especial, como si detrás de toda esa fachada de dureza, él estuviera esforzándose por impresionarla de verdad.

Amira entrecerró los ojos, curiosa por lo que estaba viendo. Había algo en la mirada de David que no cuadraba del todo. De vez en cuando, sus ojos parecían cambiar de un dorado intenso a un dorado cobrizo, como si su propia esencia fluctuara en su interior. No estaba segura si era un truco de la luz o su imaginación, pero la sensación era imposible de ignorar. A pesar de los nervios que había sentido antes, ahora percibía algo más profundo en él, una intensidad que iba más allá de su actitud calculada.

David, por su parte, estaba luchando por mantener el control. Zeus se removía inquieto dentro de él, anhelando más que nunca a su Luna sentada frente a él. Pero esta vez, David no permitía que el lobo tomara el mando. A diferencia de antes, en este momento estaba decidido a conectarse con ella de manera genuina, humana.

-Todo bien, ¿Amira? -preguntó con una sonrisa leve, aunque su voz mostraba una ligera preocupación.

Amira asintió lentamente, observándolo detenidamente. -Sí, solo… tus ojos… tienen un color interesante. ¿Siempre cambian así?

David se tensó un poco, pero rápidamente se recuperó. -Digamos que tengo mis peculiaridades. -dijo en un tono relajado, aunque por dentro estaba alerta. No podía dejar que ella descubriera demasiado. -Pero te prometo que no es nada peligroso.

Amira sonrió, aceptando la respuesta por ahora. Sin embargo, su curiosidad seguía ahí, latente, como si hubiera algo más que aún no lograba descifrar sobre él.

-Entonces, cuénteme David, que se esconde detrás del hombre de negocio que paraliza a todos como si de un lobo cazando a una presa se tratara en los negocios. -dijo Amira de una forma despreocupada. Pero para David, eso fue como quitarle la piel y dejarlo al descubierto. ¿Cómo era posible que esa mujer que lo acababa de conocer catara su esencia de forma tan precisa?

David Stone:

Sentí una corriente fría recorriendo mi espina dorsal, al escuchar sus palabras. - ¿Cómo lo sabe? -pensé, sin poder evitar que mi corazón se acelerara. Era la primera vez que alguien, y mucho menos una humana, captaba tan claramente mi naturaleza sin saberlo. A pesar de los años de autocontrol y de haber perfeccionado mi máscara de implacable hombre de negocios, Amira logró ver a través de ella con una precisión que me deja expuesto.

Zeus rugía en su interior, se inquietó aún más. "Ella nos conoce más de lo que creemos", susurró mi lobo, pero yo me resistí a mostrar algún signo de debilidad. En cambio, forcé una sonrisa relajada, aunque por dentro estoy lidiando con un torbellino de emociones.

"¿Un lobo cazando a su presa?" repito, fingiendo una ligera risa. -Me gusta cómo lo describes, pero creo que no soy tan temible fuera de los negocios. Soy un hombre que sabe lo que quiere y lucha por ello, Amira. Nada más, nada menos.

Amira lo observó con ojos brillantes, como si evaluara cada una de sus palabras, buscando algo más allá de la superficie. Ella había sentido esa intensidad que David trataba de ocultar, esa presencia dominante que lo envolvía. Pero también notó que, en ese momento, él estaba luchando contra algo. "Quizá lo está escondiendo aún más," pensó, intrigada.

-Supongo que eso tiene sentido, -dijo ella, inclinándose un poco hacia adelante, sin perder el contacto visual. -Pero hay algo más en ti, David. No es solo ambición. Es… una fuerza diferente, algo que te hace destacar. Algo que, aunque te esfuerces en ocultar, es imposible de ignorar.

David sintió cómo su pulso se aceleraba otra vez, y por un momento, sus ojos volvieron a cambiar de color. Zeus, en su interior, gruñía. Quería tomar el control, quería que Amira lo viera por lo que realmente era. Pero David se mantuvo firme. No era el momento.

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