La cita, digo, el almuerzo (III)

-Quizá solo eres muy perceptiva, -respondió él con un tono más bajo, inclinándose un poco hacia adelante. -Pero todos tenemos nuestros secretos, ¿no es así, Amira? Tal vez, en lugar de hablar de mí, deberíamos hablar de ti. ¿Qué es lo que realmente te trajo hasta Seattle, más allá de los negocios?"

Amira sonrió, notando el cambio de tema. Pero no lo presionó más. Sabía que había algo más en David, y estaba decidida a descubrirlo, pero entendía que ese juego requería tiempo. Mientras tanto, se concentró en seguir su propio plan

Bueno..., primero conocer al “Gran Alfa” tras de ALFA CORPORATION S.A., jajajaja, discúlpame, es que realmente hay tanta desinformación sobre ti y el Sr. Smith, que en nuestra empresa comenzamos a llamarlos los Alfas de los negocios, sabe por el nombre de tu corporativo.

David soltó una risa, sorprendido por la sinceridad y el ingenio de Amira. -Los Alfas de los negocios, ¿eh? No puedo negar que me gusta cómo suena eso. -respondió, relajándose un poco ante su tono bromista. Sin embargo, detrás de la risa, él sabía que sus palabras resonaban más profundo de lo que Amira se imaginaba. "Gran Alfa", - pensó, como si ella estuviera más cerca de la verdad de lo que incluso ella misma sabía.

-Bueno, no puedo hablar por Román, pero admito que tenemos una reputación bastante imponente en los negocios. Pero dime, Amira, ¿qué tanto crees en las historias que escuchas sobre nosotros? Ya que me tienes aquí frente a ti, podrías aprovechar para desmentir algunos mitos, -dijo con una sonrisa ladeada, invitándola a profundizar más si se atrevía.

Amira, aún juguetona, pero notando la ligera provocación, le devolvió la sonrisa. -La verdad, David, más que mitos, lo que siempre escuchamos es admiración. Muchos sueñan con estar a la altura de lo que tú y Román han logrado. Claro, con ese tipo de éxito, siempre habrá rumores y teorías. Algunas, por cierto, un tanto salvajes, -dijo ella, dándole énfasis a la última palabra como si supiera más de lo que dejaba ver.

David mantuvo la mirada fija en ella, intrigado. – “¿Acaso ella sabía algo, o simplemente estaba jugando con él?” Cada vez le costaba más trabajo no dejarse arrastrar por la fascinación que sentía por esta mujer.

"Bueno, siempre me ha gustado el misterio. Supongo que eso añade un poco de diversión a todo esto, -dijo él, sin perder su tono suave, pero con una intensidad en sus ojos que no podía disimular. "Pero te aseguro, Amira, que no todo lo que escuchas es cierto… aunque algunas cosas podrían sorprenderte.

El mesero entregó las cartas con una sonrisa profesional, mientras David y Amira intercambiaron una mirada que alivió un poco la tensión del momento.

David, aún atento a cada gesto de Amira, abrió su carta, pero en realidad estaba más interesado en lo que ella elegiría. Conociéndola un poco más, quería saber si sus preferencias serían tan intensas como su personalidad.

—¿Qué te gusta comer, Amira? —preguntó él, con genuina curiosidad—. Yo soy bastante simple en ese sentido... una buena carne, en término medio, y estoy satisfecho.

Amira sonrió mientras pasaba la vista por el menú. Apreciaba el interés de David por sus gustos, pero también sintió una pequeña victoria al notar su esfuerzo por relajarse.

—¿Carne, ¿eh? —respondió con una sonrisa juguetona—. A mí también me gusta, pero creo que hoy probaré algo más ligero. Quizás un pescado a la parrilla... aunque no me decido aún.

David se rió suavemente, agradecido de que la conversación fluyera más fácilmente.

—Buena elección —dijo—. Aunque debo admitir que cuando pienso en ti, no te imagino comiendo algo "ligero".

Amira arqueó una ceja con una sonrisa enigmática.

—¿Ah, ¿sí? —respondió, divertida—. ¿Y cómo me imaginas, entonces?

David se dio cuenta de la trampa en su comentario, pero decidió jugar el mismo juego.

—Te imagino disfrutando de todo lo que haces... sin medias tintas —dijo, manteniendo su mirada fija en la de ella—. Y eso incluye la comida.

Amira no pudo evitar reír, y con ese gesto, el ambiente se relajó aún más.

Amira:

-Bueno, realmente nosotras, las cubanas, nos preciamos de ser directas. Disfrutamos o enfrentamos lo que venga con la misma fuerza y valentía, las palabras "me rindo", pocas veces aparecen en nuestro diccionario. - le dije mirándole a esos ojos que centelleaban del dorado al cobrizo con cada una de mis palabras. Y continué diciéndole:

 Y… si, David, me gusta comer de todo y con ganas, jajaja - me reí, - por eso comencé hacer ejercicios, mi cuerpo es muy agradecido y aprecia cualquier comida, así que ganar peso para mí, no es difícil, nunca he sido talla “S”; no yo soy “M” arriba y “L” en la parte de abajo, cosa que amo, jajaja. -me volví a reír de mis propias palabras. -Pero como no estaba dispuesta a dejar de comer, y si, a trabajar duro en el gimnasio, pues me puse hacer ejercicios y he aquí los resultados. -Le dije señalándome y mirándolo con una sonrisa de suficiencia. - ¿Qué opinas, Sr. Stone? -le pregunté con una sonrisa pícara, cargada de doble sentido, desquitándome así la forma descarada en que me miró en el ascensor, la primera vez que nos vimos.

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