CAPÍTULO 2

—¡Wow! ¡Esta preciosa amiga! —

Expresó Cami.

Me vi por el espejo y realmente era otra persona, llevaba puesto un vestido rojo, un poco arriba de la rodilla, ajustado a la cintura, cuello en ve y parte de la espalda descubierta, mi cabello estaba totalmente lacio, sin anteojos y maquillaje en el tono perfecto.

— ¡Eres genial! —  Exclamé a mi amiga, realmente era otra persona.

Talvez no era tan fea como me lo decían mis primas, bien dice el dicho "no existen feas solo mal arregladas".

— ¡Vamos! — Me ordenó Camila, bajamos por las escaleras y nos dirigimos a su coche. Mi amiga me iba a dejar en la fiesta, pero no iba acompañarme, ya que tenía otros asuntos que arreglar, además debería estar atenta por si mi tía la llamaba.

Si adivinaron, tampoco tenía teléfono celular mi tía me lo prohibía. 

Eran alrededor de las nueve cuando llegamos a la casa de la fiesta, se veían muchos chicos en la parte del jardín, estaban tomando y riendo.

— ¡Gracias amiga por todo! Te llamaré cuando todo haya terminado—

dije a mi amiga, mientras bajaba del auto

Ella me miró, y me dio una media risa diciendo – ¡Ten mucho cuidado! No quiero que te pase nada ¡Cuídate mucho!, ¡Ah! Por cierto; Ten llévate este teléfono y llámame si necesitas mi ayuda.

Me enseño en su mano un teléfono: no muy moderno, pero podía servir para llamarla en caso de que algo saliera mal.

— ¡Gracias!, eres la mejor—  Exclamé. Ella se fue y yo me adentré en aquella casa.

Yo era una persona muy observadora, por lo tanto, primero fui conociendo las partes de aquella casa, la sala era bastante grande, había chicos y chicas platicando, bebiendo, besando y haciendo cosas que no quiero mencionar.

Es cierto que esta era mi primera vez, pero por lo menos lo haría con alguien que se viera guapo y al menos me gustara un poco. Seguí avanzado por cada una de las habitaciones. No era posible no encontrar alguien en esta fiesta.

Estaba cansada y aburrida ya tenía mucho tiempo aquí y nadie se me acercaba, definitivamente mis primas tenían razón no era lo suficiente bonita para atraer al alguien.

De repente un chico se me acercó.

— ¿Quieres? — Me preguntó, acercándome un vaso rojo. Era un chico bastante guapo, ojos cafés, cabello negro, alto y con un buen porte.

— ¿Qué es? — Pregunté algo tímida

— ¡Oh vaya! No sabes ¿Qué es? —

exclamó

Negué con la cabeza

No te preocupes es solo cerveza.

Me acercó el vaso nuevamente, y yo lo tomé, lo acerqué a mi boca y lo tragué de un solo. Se sentía un sabor áspero en la garganta.

— Tranquila, ¿Quieres más? — Me indicó, y yo asentí — ¡Acompáñame! —  Me hizo señas con la mano para que lo siguiera.

Pasábamos entre la multitud y nos habríamos espacio, mi pensamiento en ese instante era que había encontrado al chico perfecto. Celebré internamente. Pero de la nada una chica se lanzó a su cuello y empezó a besarlo, se me quedo viendo y me dirigió una mirada amenazadora.

Ella tomó un vaso que se encontraba cerca y me lo lanzó en todo el vestido y parte de la cara. ¡Era en serio! Ni siquiera estaba haciendo nada.

Esto es para que no te acerques a mi novio, ¡Estúpida! — Me gritó y se llevó al chico a rastras a quien sabe a dónde.

Fui en busca de un sanitario para poder limpiarle el mal olor que tenía a causa de la bebida que me había tirado aquella chica, así que decidí subir a la segunda planta.

Este lugar también estaba lleno de chicos y chicas. Abrí varias puertas y nada, hasta que al fin encontré el cuarto de baño, entré y puse el pasador a la puerta.

—¡Estúpida! —  Exclamé, frente al espejo. Me llevé un gran susto al ver mi apariencia, realmente estaba mal.

¿Cómo pudo haberme hecho esto?, busqué en los distintos gabinetes y encontré unas toallas blancas, tomé una y la humedecí con agua. Limpié mi vestido por varios minutos hasta que casi ya había terminado de limpiarlo.

Limpié mi cara y salí del cuarto de baño, los pies me mataban, ¡Los tacones en definitiva no eran para mí!

Abrí la puerta de la habitación cerca del baño, y me encontré con una habitación vacía, me adentré en ella, al parecer era de un chico, sus paredes de color azul degradado, muchos trofeos, algunos libros, una laptop y cerca de una inmensa ventana, una cama y una lámpara que era la única que alumbraba la habitación.

Me senté en la orilla de la cama y me quité los tacones, extendí los dedos de mis pies. ¡Que bien se sentía!, me recosté un momento viendo hacia arriba para despejar mis pensamientos, y tomar la decisión de irme. En definitiva, iban a pasar meses para que estuviera en otra fiesta, esto significaba más tiempo para perder mi virginidad.

Cerré mis ojos y me quedé dormida.

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