CAPÍTULO 81

Amy 

Un gran dolor de cabeza me aquejaba. Quise tocarme para masajear mis sienes, pero no pude. Mis manos estaban atadas. Abrí mis ojos y todo estaba oscuro, una venda me los cubría, que me impedía ver. 

Entonces  como un rollo fotográfico, todas las escenas vinieron a mi mente. El embarazo de Lucia, mi encuentro con Adam, el salto, el callejón y el golpe en mi cabeza. 

Sentí que estaba sentada en una silla y tanto mis manos y pies estaban atados. Empecé moverse queriendo zafarme de mis extremidades de la cuerda, pero fue inútil.

— ¡Hola querida sobrina! —Me congelé al escuchar su voz. — Tenía tanto tiempo de no verte, también te extrañaba mucho.

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