—Dante, mi ropa no es de vieja, solo no muestra piernas, trasero y barriga como lo hacen tus amantes casadas…
—Que celosa eres, debes aprender a compartir monjita, amaos los unos a los otros.
—Mejor cállate, te crees muy gracioso, pero a mí no me lo parece.
—Yo preferiría no parecerte gracioso —dijo Dante seductor— creo me gustaría más si…
— ¡Ariadna! , la pequeña lloraba sentada desconsolada, al parecer perseguía a una mariposa que no le tuvo paciencia y se había caído y lastimado, Belinda se sentía bastante culpable, emocionada con Dante había descuidado la pequeña Ariadna, ni vio cuando se cayó la criatura.
—Ya pequeña, no pasó nada —al momento llegó Dante y la sorprendió tomando a la niña en sus brazos.
— ¿Qué pasó chiquita te aporreaste?, me parece que lo mejor es que te busquemos un trozo de torta y un vaso de leche.
—Tete —dijo la niña.
—El tetero, claro que sí, con suerte te duermes y me dejas a la bella Belinda para mí.
Belinda mordió sus labios para no reir y evitó la mirada de Dante, la niña fue con Belinda, ella le pidió a Dante que la esperara mientras llevaba a la pequeña Ariadna con la hermana Teresa para que le diera el tetero y la acostara, Belinda pronto regresó corriendo desde la casa donde él la esperaba.
—Te sientes en una cita clandestina picarona.
—Claro que no, vamos a buscar la cámara fotográfica.
—Monjita, no podías dejarme soñar.
Ambos sonrieron y caminaron hacia el auto de Dante, había varios autos, pero ninguno era la camioneta enorme de Dante, él fue hasta un auto pequeño y que fue nuevo hace muchos años.
— ¿Y dónde está tu camioneta?
—La vendí —Belinda lo miró y notó algo de tristeza o sería resignación en su mirada, pero ahí mismo disimuló —era una monstruosidad.
— ¿Tuviste que venderla?
—Bueno tenía deudas, y no quería gastar lo obtenido de mi sociedad con Pablo, quiero invertir en mi hacienda, lo practico era vender el Hummer pagué y me quedó para comprar este auto, es pequeño, pero me lleva y me trae.
Dante buscó un estuche más grande que el que Belinda vio que tenía en la playa.
—Esa es otra verdad —dijo señalando la cámara.
—Sí esta es más apropiada para este paisaje, vamos.
Dante la sacó del forro y tomó varías fotografías sin enfocar siquiera hacia la cara de Belinda.
—Son de prueba. —se excusó Dante.
Al acercarse a un primer grupo de niñas que jugaban con una pelota el juego del fusilado, Belinda se acercó primero hasta la hermana que cuidaba el grupo.
—Hermana, si tiene que ir al baño o algo tengo un poco de tiempo antes de ir a vigilar otro grupo.
—Te agradezco Belinda, aun no tengo muchas ganas, pero voy aprovechar que te ofreces, regreso enseguida.
Al irse Belinda hizo señas a Dante, este se acercó un poco al grupo de niñas, estas no pararon de jugar, él tomo varias fotos y se alejó, al poco rato Belinda pudo reunirse con él, siguieron caminando y Dante constantemente tomaba fotografías, Belinda no escondió más la presencia de Dante, algunas hermanas lo vieron, pero como no lo conocían no repararon en él que tampoco se acercaba mucho para no advertir a las niñas de que las fotografiaba, Belinda no le habló en esos instantes Dante, se desaparecía del plano físico, parecía transportado a otro mundo de luz y felicidad, sí eso era, ya que no había forma de observar sus fotografías sin sonreír, Belinda admiraba su trabajo desde que lo había visto en las fotos que tomó en la playa, era un artista.
Belinda lo miró en el momento que la enfocaba y tomaba una foto.
—Me descubriste —dijo Dante juguetón.
—Sentí la necesidad de verte, dicen que eso pasa porque un sexto sentido te dice que te observan.
—Crees en eso del sexto sentido —dijo Dante negando.
—Sí, sexto sentido es una forma de llamarlo, pero yo no lo llamaría así ya que nuestro cerebro no lo registra como a los otros sentidos, pero hay presentimientos, incluso premoniciones que solo le damos valor una vez que se hacen reales, también hay otra cosa, algo como certeza de determinados hechos que aparentan ser diferentes o no existir.
— ¿Cómo la fe?
—Exactamente, yo puedo sentir a Dios y afirmar su existencia aunque no lo haya visto.
—Bueno, eso te enseñaron a creer —después de una pausa reflexiva tomó otra fotografía y dijo— yo fui monaguillo y la verdad nunca sentí a Dios en la iglesia, era para mí un fastidio, algo que mi padre me obligaba, mis padres se sentaban en las butacas de adelante, orgullosos y arrogantes con mi hermana en las piernas de mi papá —Dante sonrió, antes de que mi papá me ordenara que me hiciera monaguillo iba regularmente a una colina de la hacienda y le hablaba a las nubes, en su blancura veía el manto de la virgen y sentía que los pájaros me contestaban, que Dios me acariciaba con la brisa, luego dejé de ir, no sé supongo que crecí. Sé de memoria las oraciones y el rito de la misa, pero no recuerdo la última vez que entre a una iglesia o que pensé en Dios, más allá de nombrarlo en una frase oportuna.
—Es decir, tomar el nombre de Dios en vano.
—No me sermonees Monjita, por favor.
—Él te está esperando, que tú lo busques, que vuelvas anhelar su compañía como lo hacías de niño.
—De los niños es el reino de los cielos.
—Así es.
—Ya terminé —dijo Dante después de un momento de forma un poco incomoda, como siempre le pasaba con Belinda terminaban hablando de cosas serias y profundas y no le gustaba, prefería el sarcasmo y las conversaciones superficiales.
—Gracias por todo, me las haces llegar por correo electrónico.
—Está bien, y no me lo agradezcas, lo hice a cambio de que no me delataras con Robert y su madre.
—Debo decirte, que igual no lo hubiera hecho, no creo que seas culpable de que Sergio secuestrara a Elena, nunca lo hice.
—Sexto sentido —dijo burlándose.
—Tengo la certeza de que eres inocente.
Dante sonrió.
—No lo hagas monjita, no tengas fe en mí… que tal si me das un besito de despedida.
—Podemos despedirnos perfectamente sin que te de un beso.
—No seas mala, quizás nunca nos volvamos a ver.
—Que dramático eres, seguro algún día nos volvemos a ver.
—Estaré muy ocupado en la hacienda, quizás quieras seguir teniendo citas clandestinas conmigo.
Belinda lo ignoró.
—Espero que te vaya bien, y que puedas lograr que tu hacienda prospere.
—Gracias.
Belinda bajó la cara y dio media vuelta para irse.
—Angelito y mi beso.
Dijo Dante sonriendo viéndola caminar.
—No hay —dijo ella sin volverse.
—Sabes que era mejor que me complacieras, ahora no lo olvidaré y tendré que acosarte cada vez que te vea.
—Que quizás no vuelva a suceder —Contestó Belinda que no paró, pero iba a paso lento.
—No, ahora no lo olvidaré, tendré que ingeniarme excusas como siempre.
Belinda paró y se volvió un poco.
—Quizás no quiero que lo olvides.
Belinda sonrió y siguió caminando, Dante quedó con las manos en los bolsillos riendo también, Belinda era para él una novedad, como una joven de otra época, las mujeres que lo habían rodeado desde su juventud se mostraban experimentadas y si no lo eran lo simulaban, hoy en dia la mayoría de sus conquistas eran mujeres casadas sin complicaciones para él, tal como era el caso de Dinorah, una mujer fogosa de moral disoluta que no lo estremecía ni la mitad de lo que lo hacía vibrar Belinda con sus ropas de vieja y profundidad espiritual, que mal que ahora fuera realmente imposible una relación con ella, Belinda estaba muy ligada a la familia Larsson, de todas formas, no era para él, ella de casarse debía hacerlo con algún hombre de moral impecable y dedicado a la iglesia y su obra benefactora con el orfanato, aunque a él no le molestaba el orfanato, las monjas hacían un buen trabajo, debió de haber enviado a su hermana Donna a un lugar así, quizás ahora no tendría que tener a su hermana en Paris, lejos de los problemas en los que se había metido por caprichosa e inmadura.
Poco más de 2 años antes de la actualidad. Dante no tenía mucho tiempo de haber regresado a Venezuela, estuvo unos años viviendo en París. La ciudad de la luz había sido muy buena con él, su decisión de vivir en Paris era la mejor que pudo haber tomado en función a su tranquilidad, evolución profesional y placer con las mujeres más escandalosas y sensuales que tuvo en su vida. Todo estaba bien, Venezuela era su tierra y las antiguas amantes de Dante lo recibieron felices, solo 2 cosas lo incordiaban, la primera: tenía que aguantar la eterna cháchara de su madre y de Donna empeñada en recuperar a Pablo, el otro problema si era algo grave. En un terreno donde su empresa de construcción Concept LM Group construía una casa habían encontrado el cadáver de una chica, y era algo reciente, el encargado de la obra y de la sucursal de
A Belinda le encantaba la playa, el problema era que andaba con 2 hombres y Elena claro, era sin duda su hermana mayor, Belinda no tuvo el corazón para hacerle ver que un paseo en plan de pareja no era conveniente, aunque no entendía cómo es que Dante no le causaba el pánico que le causaban todos los hombres, ella podía tolerar tratar a caballeros educados en compañía, Pablo le inspiraba confianza, pero él era un Larsson y Belinda apreciaba a Bernhard y a su hijo Sebasthian tío y primo de Pablo, más nunca había podido conversar de forma amena con un hombre a solas, hasta el dia de hoy, Dante la había hecho sentir algo, Belinda podía ser inocente, pero reconocía que lo que sintió al mirar los ojos felinos de Dante fue deseo, ahora debía ponerse un traje de baño de 2 piezas, ella seguro se desmayaría de terror. —Elena veamos en otra tienda si tienen trajes de baño enteros de mi talla, o me pongo un short de hombre y una franela
—Lo siento angelito —Dante se sintió mal, pensó que él siempre se quejaba de su padre, pero al menos tuvo una casa y no creció en un orfanato—, supongo pierdo la perspectiva, pudo irme peor, hay peores padres. —No te preocupes, pero igual gracias, ves, hasta eres capaz de mostrar bondad y consideración, seguro eso no lo sabe la gente de ti. Eso hizo reaccionar a Dante, otra vez hablando de sentimientos, debía recuperar el control de sí mismo. —Bueno tiburoncito es que trato de acostarme contigo. —Y se supone que diciéndomelo sin tapujo ayuda a conseguir tu objetivo. Belinda caminó y lo dejó atrás, escuchó la risa de Dante a su espalda, no podía evitar estar burlándose todo el rato. —No tienes ni idea, se supone que si expreso sinceridad extrema, las mujeres se sienten más seguras, con el sartén por el mango.
—Dile a Belinda que te acompañe —sugirió Pablo. —Gozas a mis expensas —Dante había preferido dejar quieta a la monjita, aunque sabía que no le era indiferente a la inocente Belinda cara de ángel y cuerpo de diablesa traviesa. —No te hagas que los vi en la playa —por supuesto se refería al beso que Dante le dio en la playa, Dante estuvo a punto de decir que eso no era algo para tomar en cuenta, en cambio pensó que distraerse con la monjita no le haría pensar mucho en su hacienda.*** — ¿De verdad tu hacienda está cerca? —preguntó Belinda. Belinda aceptó acompañarlo a buscar la máquina de soldar. —No tanto del orfanato, pero sí muy cerca de la hacienda de la madrina de Pablo. —Sin embargo, quizás muchas veces has pasado por el frente del orfanato para llegar a tu hacienda. —Después de que murió mi
2 AÑOS DESPUES, EN LA ACTUALIDAD Hacienda La Madonna. —Qué bueno mijo que por fin botaste a ese administrador, solo te robaba. —Yo lo sabía nana, pero no quería saber nada de la hacienda. Aquí está todo lo que me recuerda a mi padre, sin embargo, aquí estoy, para bien o para mal aquí me quedaré. —Mi niño, debe perdonar a su finado padre, él le dejó esto con la buena voluntad de que fuera para usted y sus hijos. —El viejo loco solo le importaba su tierra, las futuras generaciones y mi mamá y mi hermana que eran su reina y su princesa, yo era la decepción que no le quedó más remedio que aceptar, fui su único hijo varón con la descendiente de italianos, de haber tenido otro a quien dejarle esto hubiera sido muy feliz. —No piense más en su papá, que Dios lo tenga en la Gloria, lo importante e
No pude evitar revelarlas D M Un chico de unos 14 años tocó el timbre en el orfanato y preguntó por la señorita Belinda, traía un sobre, afortunadamente Belinda lo recibió y no tuvo que explicar a nadie quien le mandaba recados, lo puso en una caja donde guardaba tesoros y aunque era una nota escueta, en su corazón sentía que expresaba más de lo que decía, ella ya tenía las fotos en su correo electrónico y la utilizarían en la próxima gala de beneficencia para recoger donativos para el orfanato, eran fotos preciosas, las niñas felices sonriendo mientras una pelota volaba, algunas fotografías con jovencitas con las mejillas rosas y ojos risueños mientras jugaban con una camada
Afortunadamente en el piso de abajo lejos de la habitación de Elena con los niños y Teresa, Brenda toma el teléfono de Belinda para enseñar las fotos a Sebasthian y mandarlas a su propio teléfono, Belinda más temprano había enviado a Dante unas “selfies” con el pequeño David y otras con Merci, pero Dante decide contestar cuando Brenda tiene el teléfono en las manos y puede leer en la pantalla el delator nombre, Dante Martino. —Belinda me puedes explicar ¿por qué te llega un mensaje de la sabandija Dante Martino? —En serio, que raro —dijo Belinda pasando la mano por su cabello y sin mirar a los ojos a su hermana. —No me parece que te sorprenda, Belinda tú no sabes mentir, porque mantienes contacto con ese sinvergüenza. —No mantenemos contacto, a veces hablamos es todo. — ¡Es todo!… es todo, es que se te olvida lo que ese hombre hizo —Le gritó Bre
Belinda al salir de la casa comenzó a llamar a Dante, sus manos temblaban y no podía parar de llorar, Dante no contestaba, cuando comenzó a escribirle un mensaje la llamó. —Que pasó monjita, que me cuentas. —Dante, gracias a Dios, debo hablar contigo, es que metí la pata en grande. — ¿Qué te pasó angelito, estás llorando? —Es que Brenda vio en mi teléfono cuando contestaste el mensaje y me dijo que yo no existía para ella, y yo… ay Dios mío… es que yo le dije… ay Dante perdón, quería salvarte y lo hice peor, metí la pata. —Belinda ¿dónde estás? —En casa de Elena. —Escúchame bien, yo estoy en Caracas, hablamos en mi casa, espérame junto al hotel y luego me sigues… —Está bien… —Perdóname s