No pude evitar revelarlas
D M
Un chico de unos 14 años tocó el timbre en el orfanato y preguntó por la señorita Belinda, traía un sobre, afortunadamente Belinda lo recibió y no tuvo que explicar a nadie quien le mandaba recados, lo puso en una caja donde guardaba tesoros y aunque era una nota escueta, en su corazón sentía que expresaba más de lo que decía, ella ya tenía las fotos en su correo electrónico y la utilizarían en la próxima gala de beneficencia para recoger donativos para el orfanato, eran fotos preciosas, las niñas felices sonriendo mientras una pelota volaba, algunas fotografías con jovencitas con las mejillas rosas y ojos risueños mientras jugaban con una camada
Afortunadamente en el piso de abajo lejos de la habitación de Elena con los niños y Teresa, Brenda toma el teléfono de Belinda para enseñar las fotos a Sebasthian y mandarlas a su propio teléfono, Belinda más temprano había enviado a Dante unas “selfies” con el pequeño David y otras con Merci, pero Dante decide contestar cuando Brenda tiene el teléfono en las manos y puede leer en la pantalla el delator nombre, Dante Martino. —Belinda me puedes explicar ¿por qué te llega un mensaje de la sabandija Dante Martino? —En serio, que raro —dijo Belinda pasando la mano por su cabello y sin mirar a los ojos a su hermana. —No me parece que te sorprenda, Belinda tú no sabes mentir, porque mantienes contacto con ese sinvergüenza. —No mantenemos contacto, a veces hablamos es todo. — ¡Es todo!… es todo, es que se te olvida lo que ese hombre hizo —Le gritó Bre
Belinda al salir de la casa comenzó a llamar a Dante, sus manos temblaban y no podía parar de llorar, Dante no contestaba, cuando comenzó a escribirle un mensaje la llamó. —Que pasó monjita, que me cuentas. —Dante, gracias a Dios, debo hablar contigo, es que metí la pata en grande. — ¿Qué te pasó angelito, estás llorando? —Es que Brenda vio en mi teléfono cuando contestaste el mensaje y me dijo que yo no existía para ella, y yo… ay Dios mío… es que yo le dije… ay Dante perdón, quería salvarte y lo hice peor, metí la pata. —Belinda ¿dónde estás? —En casa de Elena. —Escúchame bien, yo estoy en Caracas, hablamos en mi casa, espérame junto al hotel y luego me sigues… —Está bien… —Perdóname s
—Belinda, como es posible que ayer te fueras así —Teresa hablaba con Belinda en la cocina de la casa de Elena—, cuando Pablo me contó no lo podía creer, le dije que eso era mentira, pero Pablo piensa que solo me lo ocultaste. —Así es Teresa, es decir yo he hablado con Dante, y bueno, él me pidió que considerara ser su esposa. —Pero Belinda, todos creen que ese hombre es malvado, tú insistes que no, pero él se esconde, anda entre sombras, eso indica que no es honorable. —Lo obligan a no dar la cara, ayer querían hundir sus negocios, no es justo Teresa, él no puede trabajar como arquitecto porque los Larsson le han trancado las puertas, solo quiere sacar su hacienda adelante y también se lo impedirían, incluso Brenda me desconoció. —Brenda está muy afectada, se arrepiente de decirte eso, le atormenta que estés repitiendo la historia de tu madre y ella actuó como tu abuelo, el
— ¡Que! No lo puedo creer, pero y en qué momento, ustedes dos —Dijo María Mendoza sonriendo. Dante y Belinda prefirieron esperar por Robert para soltar la noticia de su compromiso. —Que le puedo decir, Belinda me suplicó y suplicó, y no pude resistirme, porque como lo haría si es el ángel más perfecto, cayó en la tierra por equivocación y me quiere. —Piquito de oro, con la última parte lograste derretirme, pero déjenme organizar una cena, busquemos a las hermanas y llamemos a la familia. —Es algo repentino, no hemos afinado aun los detalles —respondió Belinda sonrojada y nerviosa, pero era comprensible, después de todo ella era muy tímida. —Me prometen que harán aquí su fiesta de compromiso, incluso la boda puede ser aquí. —Pues verá —comenzó Dante sentado en un enorme sofá con Belinda a su lado, le agarró una de sus manos, Belinda comenzó a re
—Bienvenida a mi humilde casa —dijo Dante contento y Belinda sonrió al ver su emoción. Estaban frente a la casa enorme que viera Belinda la primera vez que vino, pero ahora se le sumaba un anexo independiente y bastante rustico, la casa original se veía que en otro tiempo fue bastante bonita y con mucho lujo, ahora solo eran las ruinas de un mejor momento, se veía descolorida, reseca y triste, con un anexo que la hacía más grande, pero que ahora la hacía lucir como una especie de Frankenstein de las construcciones. Dante se acercó a Belinda entre la camioneta y el auto, ambos observando la casa y a su al rededor. —Aún necesita mucho trabajo, es obvio, porque es horrible, pienso tumbar toda esta casa, es muy antigua, la haré completamente diferente, por ahora funciona y cuando concrete la venta de un terreno en Caracas podré hacer más, aunque ahora será mejor que me replanteé todo.&n
Después de comer, Belinda y Dante recorrieron un poco, ya estaba oscuro y aún faltaban lugares por iluminar con reflectores, conversaron con trabajadores, todos trataban a Belinda con respeto, Dante le regaló una mandarina muy dulce y hasta una flor, Belinda lo aceptó emocionada y él se rió de ella por ser siempre tan agradecida por tonterías que no costaban nada, pero para ella no era el valor monetario, era el gesto lo que lo hacía un tesoro. —Dante, esta hacienda es hermosa, me la imagino productiva en todo su esplendor, la señora Socorro me estuvo mostrando como mantiene a la gente productiva, me vienen tantas ideas, si dirigimos la producción de cosechas y las mujeres podrían preparar quesos, sueros, dulces, debes permitirme que te ayude con un préstamo. —Belinda, no puedes hacerte cargo de esta hacienda, ya te lo he dicho, es un pozo sin fondo, lo mejor será venderla e irme a Francia, con suerte quien la compre quiera mantener el persona
Belinda llamó a Teresa, le había contado todo a Elena y no lo tomó bien, quería ir con Belinda, discutió con Pablo, que le dijo que su lugar estaba en su hogar y que Belinda era mayor de edad, Elena aceptó, pero quedó llorando por ella, Pablo se sentía culpable de no advertir antes que Dante se acercara a Robert, de dejar que Dante enamorara a Belinda y de conocer a Dante desde un principio, Belinda se sentía fatal, le dijo a Teresa que por favor le dijera a Elena que ella estaba bien, que no se preocupara y atendiera a su familia, ella hablaría con Elena, Teresa se quedó más tranquila, Belinda quiso llamar a Elena, pero no se atrevió, a Elena no era capaz de mentirle, ella no tenía malas intenciones con Dante, prefirió escribir un mensaje. Elena, eres mi hermana en mi corazón, te amo muchísimo, quiero
—Tú me dirás monjita. Ambos se sentaron en un sofá y evitaron el escritorio, Dante no quería sentarse en la silla de su padre y Belinda menos, no quería dar la impresión que al invertir en la hacienda la consideraría suya. —Dante, sé que es parte de tu personalidad ser tan burlista, pero sería tan difícil que me dejaras de llamar monjita. —No puedo decirte hermana, ya tengo una —Dante recordó a Johana—, bueno creí que tenía solo una, sabe Dios cuantos hermanos tenga, la cosa es que decirte hermana sería un sacrilegio, dado mis pensamientos impuros. —No te refieras con términos religiosos, qué sabrás tú lo que es un sacrilegio. Me llamo Belinda, y se vería muy raro que estando supuestamente comprome