La pelea continuó, con Tony repartiendo golpes como si estuviera regalando caramelos en Halloween. Pancho, no queriendo quedarse atrás, usaba su considerable barriga como arma, embistiendo a los agresores como un toro en una tienda de porcelana.— ¡Esto es por todas las veces que me llamaron gordo! —gritó mientras mandaba a volar a un tipo contra la rocola, que empezó a tocar "Ring of Fire" de Johnny Cash, como si supiera que el bar se había convertido en un infierno en la tierra.Don Pedro, por su parte, demostraba que años sirviendo bebidas le habían dado la puntería de un francotirador. Lanzaba botellas vacías con la precisión de un lanzador de béisbol, dejando a más de uno viendo estrellas.Finalmente, después de lo que pareció una eternidad pero probablemente fueron solo unos minutos, los agresores, maltrechos y humillados como perros con el rabo entre las patas, huyeron del bar.Tony, Pancho y Don Pedro se miraron, jadeando pero victoriosos, como gladiadores después de una batal
Cuando llegó al Rancho Blackwell, Tony estacionó su camioneta frente a la casa grande. Marjorie seguía profundamente dormida en el asiento del pasajero, roncando suavemente como un gatito con congestión nasal.Tony suspiró, pasándose una mano por el cabello:—Bueno, princesa, llegó la hora de llevarte a la cama. Y no es la forma en que imaginé decir esa frase.Con cuidado, Tony levantó a Marjorie en sus brazos, ella murmuró algo ininteligible para después quedarse quieta de nuevo.—Tranquila, vaquera —murmuró Tony mientras subía las escaleras— No vayas a despertar ahora y pensar que te estoy secuestrando. Aunque, pensándolo bien, tal vez eso sería menos complicado que explicar lo que pasó esta noche.Llegó a la habitación de Marjorie y la depositó suavemente en la cama, por un momento, se quedó allí, observándola dormir. Con el maquillaje corrido y el cabello revuelto, parecía más humana, más real que la princesa de hielo que solía ver durante el día.— Eres un gran problema, ¿lo sabí
Tony y Marjorie se separaron rápidamente, ambos sonrojados y evitando mirarse a los ojos.— Estamos bien, amá —respondió Tony, con su voz ligeramente ronca— Solo le estaba enseñando a la princesa aquí presente por qué no es buena idea entrar al corral de los toros sin avisar.Guadalupe los miró, una expresión de alivio mezclada con sospecha se reflejó en su rostro.— Bueno, me alegro de que estén bien, Marjorie, cariño, lo siento, olvide advertirte que no debías de entrar en el corral —Guadalupe se disculpó apenada.Marjorie asintió, aún demasiado conmocionada para hablar, mientras seguía a Tony y Guadalupe fuera del corral, no pudo evitar pensar en lo que acababa de pasar. No solo en el susto con el toro, sino en ese momento con Tony, ¿Qué había sido eso? ¿Y por qué su corazón seguía latiendo como si quisiera salirse de su pecho?Tony, por su parte, caminaba en silencio, su mente era un torbellino de pensamientos. El recuerdo del beso de la noche anterior, sumado a lo que acababa de
Los días siguientes al incidente del caballo trajeron una calma inesperada al Rancho Blackwell. La relación entre Tony y Marjorie parecía haber mejorado, como si el casi beso hubiera derretido algo del hielo entre ellos. Ya no se lanzaban pullas constantes, sino que compartían sonrisas cómplices y conversaciones que iban más allá de los asuntos del rancho.Una tarde, mientras Tony arreglaba una cerca, Marjorie se acercó con Lupita en brazos. La pequeña reía y balbuceaba, claramente encantada con la atención de Marjorie.— Parece que tienes una nueva admiradora, princesa —comentó Tony, limpiándose el sudor de la frente con el dorso de la mano.Marjorie sonrió, haciendo cosquillas a Lupita.— ¿Qué puedo decir? Esta pequeña tiene buen gusto.— Cuidado —advirtió Tony con una sonrisa— Si sigues así, tendré que empezar a ponerme celoso por mi hija.Marjorie lo miró, con un brillo en sus ojos.— ¿Celoso, vaquero?Tony se aclaró la garganta.— Yo... bueno, ya sabes, un padre siempre quiere se
Más tarde, Tony salió del consultorio, ajustándose el sombrero con una mueca de dolor que intentó disimular. El médico lo seguía, meneando la cabeza.— Bueno, Treviño —dijo el doctor— Parece que esos huesos tuyos están hechos de acero, cualquier otro estaría en una cama de hospital después de una caída así.Tony soltó una risa que sonó más como un gruñido.— Qué le puedo decir, doc. Los vaqueros estamos hechos de material resistente.— Aun así —advirtió el médico— Toma las cosas con calma por unos días, nada de montar toros, o vacas, o lo que sea que montes en ese rancho tuyo.— ¿Ni siquiera una silla de montar? —bromeó Tony.El doctor lo miró seriamente.— Hablo en serio, Tony, tuviste suerte esta vez, pero la próxima...Tony asintió, su expresión se volvió seria por un momento.— Lo sé, doc, no se preocupe, me portaré bien, palabra de scout.— Nunca fuiste scout —replicó el médico con una sonrisa.— Bueno, palabra de vaquero entonces —respondió Tony, guiñando un ojo.Mientras camina
Tony acababa de terminar de contarle a Marjorie todo lo que había descubierto esa mañana. La expresión de ella era una mezcla de incredulidad y preocupación.— No puedo creerlo —dijo Marjorie, sacudiendo la cabeza— ¿Estás seguro de que Chuck no estaba mintiendo?Tony se pasó una mano por el cabello, frustrado.— Tan seguro como que el sol sale por el este, princesa, Chuck podrá ser muchas cosas, pero no es un buen mentiroso, además, ¿Por qué inventaría algo así?Marjorie frunció el ceño, pensativa.— Tienes razón, pero Tony, ¿Quién es este Robert Johnson? Nunca había oído hablar de él.— Es un buitre de bienes raíces —gruñó Tony— Ha estado tras el rancho desde antes que tus padres fallecieran, siempre aparece cuando huele problemas financieros, como un tiburón oliendo sangre en el agua.— Pero llegar a esto... —Marjorie se estremeció— Intentar matarte... eso es otro nivel de locura.Tony asintió, su expresión era sombría.— Lo sé, y eso es lo que me preocupa, si está dispuesto a hacer
El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Tony salió al porche, estirándose como un gato perezoso. A pesar de los eventos recientes, la vida en el rancho tenía que continuar.— Buenos días, vaquero —la voz de Marjorie lo sorprendió— Madrugando, ¿Eh?Tony se giró para verla, una taza de café en sus manos y una sonrisa en su rostro.— Buenos días, princesa, ¿Qué haces despierta tan temprano? ¿Las sábanas de mil hilos te echaron de la cama?Marjorie rodó los ojos, pero su sonrisa se amplió.— Muy gracioso. Para tu información, decidí que ya era hora de experimentar este famoso "amanecer en el rancho" del que tanto presumes.— ¿Y? ¿Qué te parece? —preguntó Tony, apoyándose en la barandilla del porche.Marjorie miró hacia el horizonte, donde el cielo se pintaba de tonos rosados y dorados.— Es... hermoso —admitió— aunque no se lo digas a nadie, tengo una reputación de chica de ciudad que mantener.— Tu secreto está a salvo conmigo, princesa, aunque no prometo nada sobre las vacas, son
El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Tony salió al porche, estirándose como un gato perezoso. El aroma a café recién hecho lo atrajo hacia la cocina, donde encontró a Marjorie ya despierta, sosteniendo una taza humeante.— Vaya, vaya —dijo Tony, fingiendo sorpresa— ¿La princesa madrugando otra vez? ¿Quién eres tú y qué has hecho con Marjorie?Marjorie rodó los ojos, pero una sonrisa se dibujó en sus labios.— Muy gracioso, vaquero, para tu información, hoy es un día importante.Tony frunció el ceño, confundido.— ¿Importante? ¿Acaso es el día nacional del cappuccino y no me enteré?— No, tonto —respondió Marjorie, dándole un golpecito juguetón en el brazo— Hoy es la Feria del Condado, ¿Recuerdas? Guadalupe me lo mencionó ayer.La cara de Tony se iluminó con una sonrisa.— ¡Cierto! La feria. Prepárate, princesa, porque estás a punto de experimentar la diversión al estilo Texas.Marjorie lo miró con una mezcla de curiosidad y aprensión.— ¿Debería preocuparme?— Nah —respondió