Un vaquero sexy

El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Tony Treviño salió al porche, estirándose y preparándose para otro día en el rancho. Su mirada se dirigió hacia la habitación de su madre, donde Guadalupe descansaba después de su última sesión de quimioterapia.

Con pasos silenciosos, Tony entró en la habitación de su madre. Guadalupe yacía en la cama, pálida pero con una sonrisa en su rostro.

— Buenos días, amá —saludó Tony suavemente— ¿Cómo te sientes hoy?

Guadalupe intentó incorporarse, pero Tony la detuvo gentilmente.

— Estoy bien, m'ijo, solo un poco cansada.

Tony sintió que se le encogía el corazón al ver a su madre tan débil.

— No te preocupes, amá, tú descansa, yo me encargaré de todo.

— Ay, Toño —suspiró Guadalupe— No te olvides de cuidarte tú también, y por favor, trata de llevarte bien con la señorita Marjorie.

Tony soltó un bufido.

— Esa princesita de ciudad y yo nos llevamos como el agua y el aceite, amá. Es más probable que una vaca vuele antes de que nos llevemos bien.

Guada
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