El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Tony salió al porche, estirándose como un gato perezoso. El aroma a café recién hecho lo atrajo hacia la cocina, donde encontró a Marjorie ya despierta, sosteniendo una taza humeante.— Vaya, vaya —dijo Tony, fingiendo sorpresa— ¿La princesa madrugando otra vez? ¿Quién eres tú y qué has hecho con Marjorie?Marjorie rodó los ojos, pero una sonrisa se dibujó en sus labios.— Muy gracioso, vaquero, para tu información, hoy es un día importante.Tony frunció el ceño, confundido.— ¿Importante? ¿Acaso es el día nacional del cappuccino y no me enteré?— No, tonto —respondió Marjorie, dándole un golpecito juguetón en el brazo— Hoy es la Feria del Condado, ¿Recuerdas? Guadalupe me lo mencionó ayer.La cara de Tony se iluminó con una sonrisa.— ¡Cierto! La feria. Prepárate, princesa, porque estás a punto de experimentar la diversión al estilo Texas.Marjorie lo miró con una mezcla de curiosidad y aprensión.— ¿Debería preocuparme?— Nah —respondió
Tony sintió que su sangre hervía más que una olla de chili en el infierno. Miró a Johnson, luego a Marjorie, su mente trabajaba más rápido que un caballo desbocado, tratando de entender qué demonios estaba pasando.— Bueno, ya que estamos todos aquí—dijo Tony, con su voz cargada de sarcasmo— ¿Por qué no nos iluminas, Johnson? Y hazlo rápido, antes de que decida usar tu cara como saco de boxeo.Johnson soltó una risa.— Ah, Treviño, siempre tan elocuente, pero, ¿Por qué no dejamos que la señorita Blackwell nos cuente? Marjorie dio un paso adelante, en su rostro se reflejaba la culpa.— Tony, yo...Pero Tony la interrumpió, su mirada estaba fija en Johnson.— No, princesa, quiero escucharlo de la boca de este buitre con traje. Vamos, Johnson, suéltalo ya, ¿O necesitas que te ordeñe la información como a una de mis vacas?Johnson sonrió, una sonrisa que hizo que Tony quisiera borrarla de un buen golpe en el rostro.— Muy bien, verás, tu querida Marjorie vino aquí con un propósito muy es
Por la mañana, Tony salió al porche, la conversación con Marjorie de la noche anterior aún resonaba en su cabeza como un eco persistente.— Buenos días, vaquero —la voz de Marjorie lo sorprendió— parece que ninguno de los dos pudo dormir mucho.Tony se giró para verla, notando las ojeras bajo sus ojos.— Princesa, tienes un aspecto tan fresco como una lechuga en el desierto. ¿Problemas para conciliar el sueño?Marjorie soltó una risa cansada.— Algo así, supongo que revelar secretos y enfrentarse a magnates corruptos no es la mejor receta para un sueño reparador.— Bah —Tony hizo un gesto con la mano— eso no es nada, espera a que tengas que lidiar con un toro enfurruñado a las tres de la mañana, eso sí que te quita el sueño.Se quedaron en silencio por un momento, mirando el amanecer, finalmente, Tony habló.— Entonces, princesa, ¿Cuál es el plan? Porque te aseguro que Johnson no se va a rendir tan fácilmente, ese tipo es más persistente que un cactus en temporada de sequía.Marjorie
El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Tony y Pancho salieron en la vieja camioneta, listos para comenzar su misión de convencer a los rancheros vecinos.— Bueno, compadre —dijo Tony, ajustándose el sombrero— espero que hayas traído tu encanto, porque vamos a necesitarlo más que un cactus necesita agua en agosto.Pancho rió, sacudiendo la cabeza.— Tony, si dependemos de mi encanto, estamos más fritos que una tortilla en el desierto, tú eres el del carisma aquí.— Bah —Tony hizo un gesto con la mano— no te menosprecies, tienes un encanto... peculiar, como un armadillo con sombrero de copa.Su primera parada fue el rancho de los hermanos Rodríguez, al llegar, encontraron a Pedro Rodríguez intentando, sin éxito, reparar una cerca.— ¡Pedro! —gritó Tony mientras se acercaban— ¿Qué haces? ¿Intentas convencer a la cerca de que se arregle sola con la fuerza de tu mirada?Pedro se giró, una sonrisa formándose en su rostro sudoroso.— Tony, Pancho, qué sorpresa, ¿Qué los trae por aquí?
El amanecer encontró a Marjorie en el porche de la casa grande, su teléfono pegado a la oreja y una expresión de frustración en su rostro.— Por última vez, Blake, no voy a vender el rancho —dijo, con voz tensa— No me importa cuánto ofrezca Johnson.Tony, que salía de los establos, se detuvo al escuchar la conversación, se acercó sigilosamente, tratando de no interrumpir.— No, no entiendes... —continuó Marjorie— este lugar es más que solo una propiedad, es... —se detuvo, notando a Tony— te llamaré después.Colgó el teléfono con más fuerza de la necesaria y soltó un suspiro exasperado.— Buenos días, princesa —saludó Tony, apoyándose en la barandilla del porche— parece que has tenido una conversación igual de agradable que un cactus en los pantalones.Marjorie soltó una risa sin humor.— Buenos días, Tony, solo era Blake, siendo... Blake.— Ah, el famoso Blake —Tony fingió reflexionar— ¿Es el que tiene cara de haber chupado un limón o el que parece un palo de escoba con traje?Marjori
Al otro día muy temprano, el sonido de un motor lujoso rompió la tranquilidad del Rancho Blackwell. Tony, que estaba en el establo alimentando a los caballos, se asomó para ver un flamante Porsche plateado levantando una nube de polvo en el camino de entrada.— Vaya, vaya —murmuró para sí mismo— parece que el circo llegó al pueblo, y yo sin mis palomitas.El auto se detuvo frente a la casa principal, y Tony observó con una mezcla de curiosidad y recelo cómo dos figuras emergían del vehículo. Un hombre alto y rubio, vestido con un traje que probablemente costaba más que todo el ganado del rancho, y una mujer pelirroja con un vestido que parecía más apropiado para una pasarela que para una visita al campo.Tony se acercó, limpiándose las manos en los jeans.— Buenos días, forasteros, ¿Se perdieron de camino a la convención de modelos de Nueva York?El hombre lo miró con desdén.— Tú debes ser el... vaquero atrevido, ¿Dónde está Marjorie?Tony sintió que su sangre comenzaba a hervir, pe
Al atardecer, un Porsche plateado se detuvo frente al único motel del pequeño pueblo cercano al Rancho Blackwell. Blake Thompson y Danna Mitchell emergieron del vehículo.Blake miró el edificio de dos pisos con desdén, sus ojos grises recorrieron la fachada descolorida y las ventanas polvorientas.— Dios mío, ¿Esto es lo mejor que tienen por aquí? Parece que no lo han renovado desde la guerra civil, es peor que esos horribles hoteles temáticos de Las Vegas.Danna arrugó su nariz perfectamente maquillada, sus pecas eran apenas visibles bajo el rubor caro.— Al menos espero que tengan agua caliente, no pienso bañarme con agua fría, me da miedo imaginar qué podría salir de esas tuberías oxidadas. Se acercaron a la recepción, donde un hombre mayor con una camiseta manchada los recibió con una sonrisa desdentada. El olor a tabaco rancio y cerveza barata impregnaba el aire.— Buenas noches, forasteros, ¿En qué puedo ayudarlos? —preguntó el hombre, rascándose la barba descuidada.Blake, tra
Tony sabía que no podía hacer nada ante la visita de esos dos buitres.— Parece que tus amigos no pudieron resistir el encanto de nuestro pequeño paraíso vaquero, ¿Crees que esta vez hayan traído sus propios caballos de fuerza?Marjorie soltó una risa nerviosa.— Tony, por favor, sé amable.— ¿Yo? Siempre soy amable, soy prácticamente un ángel con botas de vaquero.El Porsche se detuvo, y Blake emergió, luciendo tan fuera de lugar como un pingüino en el desierto, se dirigió directamente hacia Marjorie, ignorando completamente a Tony.— ¡Marjorie, cariño! —exclamó, extendiendo los brazos— ¿Me extrañaste?Antes de que Marjorie pudiera responder, Blake la envolvió en un abrazo, plantando un beso en su mejilla que duró más de lo necesario, Tony sintió que su mandíbula se tensaba, pero mantuvo su sonrisa.— Vaya, Blake, si hubiera sabido que venías, habría preparado un comité de bienvenida, las vacas estaban ansiosas por verte de nuevo.Blake finalmente se dignó a mirar a Tony, su sonrisa