Los días siguientes al incidente del caballo trajeron una calma inesperada al Rancho Blackwell. La relación entre Tony y Marjorie parecía haber mejorado, como si el casi beso hubiera derretido algo del hielo entre ellos. Ya no se lanzaban pullas constantes, sino que compartían sonrisas cómplices y conversaciones que iban más allá de los asuntos del rancho.Una tarde, mientras Tony arreglaba una cerca, Marjorie se acercó con Lupita en brazos. La pequeña reía y balbuceaba, claramente encantada con la atención de Marjorie.— Parece que tienes una nueva admiradora, princesa —comentó Tony, limpiándose el sudor de la frente con el dorso de la mano.Marjorie sonrió, haciendo cosquillas a Lupita.— ¿Qué puedo decir? Esta pequeña tiene buen gusto.— Cuidado —advirtió Tony con una sonrisa— Si sigues así, tendré que empezar a ponerme celoso por mi hija.Marjorie lo miró, con un brillo en sus ojos.— ¿Celoso, vaquero?Tony se aclaró la garganta.— Yo... bueno, ya sabes, un padre siempre quiere se
Más tarde, Tony salió del consultorio, ajustándose el sombrero con una mueca de dolor que intentó disimular. El médico lo seguía, meneando la cabeza.— Bueno, Treviño —dijo el doctor— Parece que esos huesos tuyos están hechos de acero, cualquier otro estaría en una cama de hospital después de una caída así.Tony soltó una risa que sonó más como un gruñido.— Qué le puedo decir, doc. Los vaqueros estamos hechos de material resistente.— Aun así —advirtió el médico— Toma las cosas con calma por unos días, nada de montar toros, o vacas, o lo que sea que montes en ese rancho tuyo.— ¿Ni siquiera una silla de montar? —bromeó Tony.El doctor lo miró seriamente.— Hablo en serio, Tony, tuviste suerte esta vez, pero la próxima...Tony asintió, su expresión se volvió seria por un momento.— Lo sé, doc, no se preocupe, me portaré bien, palabra de scout.— Nunca fuiste scout —replicó el médico con una sonrisa.— Bueno, palabra de vaquero entonces —respondió Tony, guiñando un ojo.Mientras camina
Tony acababa de terminar de contarle a Marjorie todo lo que había descubierto esa mañana. La expresión de ella era una mezcla de incredulidad y preocupación.— No puedo creerlo —dijo Marjorie, sacudiendo la cabeza— ¿Estás seguro de que Chuck no estaba mintiendo?Tony se pasó una mano por el cabello, frustrado.— Tan seguro como que el sol sale por el este, princesa, Chuck podrá ser muchas cosas, pero no es un buen mentiroso, además, ¿Por qué inventaría algo así?Marjorie frunció el ceño, pensativa.— Tienes razón, pero Tony, ¿Quién es este Robert Johnson? Nunca había oído hablar de él.— Es un buitre de bienes raíces —gruñó Tony— Ha estado tras el rancho desde antes que tus padres fallecieran, siempre aparece cuando huele problemas financieros, como un tiburón oliendo sangre en el agua.— Pero llegar a esto... —Marjorie se estremeció— Intentar matarte... eso es otro nivel de locura.Tony asintió, su expresión era sombría.— Lo sé, y eso es lo que me preocupa, si está dispuesto a hacer
El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Tony salió al porche, estirándose como un gato perezoso. A pesar de los eventos recientes, la vida en el rancho tenía que continuar.— Buenos días, vaquero —la voz de Marjorie lo sorprendió— Madrugando, ¿Eh?Tony se giró para verla, una taza de café en sus manos y una sonrisa en su rostro.— Buenos días, princesa, ¿Qué haces despierta tan temprano? ¿Las sábanas de mil hilos te echaron de la cama?Marjorie rodó los ojos, pero su sonrisa se amplió.— Muy gracioso. Para tu información, decidí que ya era hora de experimentar este famoso "amanecer en el rancho" del que tanto presumes.— ¿Y? ¿Qué te parece? —preguntó Tony, apoyándose en la barandilla del porche.Marjorie miró hacia el horizonte, donde el cielo se pintaba de tonos rosados y dorados.— Es... hermoso —admitió— aunque no se lo digas a nadie, tengo una reputación de chica de ciudad que mantener.— Tu secreto está a salvo conmigo, princesa, aunque no prometo nada sobre las vacas, son
El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Tony salió al porche, estirándose como un gato perezoso. El aroma a café recién hecho lo atrajo hacia la cocina, donde encontró a Marjorie ya despierta, sosteniendo una taza humeante.— Vaya, vaya —dijo Tony, fingiendo sorpresa— ¿La princesa madrugando otra vez? ¿Quién eres tú y qué has hecho con Marjorie?Marjorie rodó los ojos, pero una sonrisa se dibujó en sus labios.— Muy gracioso, vaquero, para tu información, hoy es un día importante.Tony frunció el ceño, confundido.— ¿Importante? ¿Acaso es el día nacional del cappuccino y no me enteré?— No, tonto —respondió Marjorie, dándole un golpecito juguetón en el brazo— Hoy es la Feria del Condado, ¿Recuerdas? Guadalupe me lo mencionó ayer.La cara de Tony se iluminó con una sonrisa.— ¡Cierto! La feria. Prepárate, princesa, porque estás a punto de experimentar la diversión al estilo Texas.Marjorie lo miró con una mezcla de curiosidad y aprensión.— ¿Debería preocuparme?— Nah —respondió
Tony sintió que su sangre hervía más que una olla de chili en el infierno. Miró a Johnson, luego a Marjorie, su mente trabajaba más rápido que un caballo desbocado, tratando de entender qué demonios estaba pasando.— Bueno, ya que estamos todos aquí—dijo Tony, con su voz cargada de sarcasmo— ¿Por qué no nos iluminas, Johnson? Y hazlo rápido, antes de que decida usar tu cara como saco de boxeo.Johnson soltó una risa.— Ah, Treviño, siempre tan elocuente, pero, ¿Por qué no dejamos que la señorita Blackwell nos cuente? Marjorie dio un paso adelante, en su rostro se reflejaba la culpa.— Tony, yo...Pero Tony la interrumpió, su mirada estaba fija en Johnson.— No, princesa, quiero escucharlo de la boca de este buitre con traje. Vamos, Johnson, suéltalo ya, ¿O necesitas que te ordeñe la información como a una de mis vacas?Johnson sonrió, una sonrisa que hizo que Tony quisiera borrarla de un buen golpe en el rostro.— Muy bien, verás, tu querida Marjorie vino aquí con un propósito muy es
Por la mañana, Tony salió al porche, la conversación con Marjorie de la noche anterior aún resonaba en su cabeza como un eco persistente.— Buenos días, vaquero —la voz de Marjorie lo sorprendió— parece que ninguno de los dos pudo dormir mucho.Tony se giró para verla, notando las ojeras bajo sus ojos.— Princesa, tienes un aspecto tan fresco como una lechuga en el desierto. ¿Problemas para conciliar el sueño?Marjorie soltó una risa cansada.— Algo así, supongo que revelar secretos y enfrentarse a magnates corruptos no es la mejor receta para un sueño reparador.— Bah —Tony hizo un gesto con la mano— eso no es nada, espera a que tengas que lidiar con un toro enfurruñado a las tres de la mañana, eso sí que te quita el sueño.Se quedaron en silencio por un momento, mirando el amanecer, finalmente, Tony habló.— Entonces, princesa, ¿Cuál es el plan? Porque te aseguro que Johnson no se va a rendir tan fácilmente, ese tipo es más persistente que un cactus en temporada de sequía.Marjorie
El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Tony y Pancho salieron en la vieja camioneta, listos para comenzar su misión de convencer a los rancheros vecinos.— Bueno, compadre —dijo Tony, ajustándose el sombrero— espero que hayas traído tu encanto, porque vamos a necesitarlo más que un cactus necesita agua en agosto.Pancho rió, sacudiendo la cabeza.— Tony, si dependemos de mi encanto, estamos más fritos que una tortilla en el desierto, tú eres el del carisma aquí.— Bah —Tony hizo un gesto con la mano— no te menosprecies, tienes un encanto... peculiar, como un armadillo con sombrero de copa.Su primera parada fue el rancho de los hermanos Rodríguez, al llegar, encontraron a Pedro Rodríguez intentando, sin éxito, reparar una cerca.— ¡Pedro! —gritó Tony mientras se acercaban— ¿Qué haces? ¿Intentas convencer a la cerca de que se arregle sola con la fuerza de tu mirada?Pedro se giró, una sonrisa formándose en su rostro sudoroso.— Tony, Pancho, qué sorpresa, ¿Qué los trae por aquí?