La noche caía el Rancho Blackwell envolviendolo en un manto de estrellas cuando Tony salió al porche, necesitaba aire fresco después de todo lo ocurrido. El aroma a tierra mojada y pasto recién cortado inundó sus sentidos, recordándole por qué amaba tanto este lugar. Sus pensamientos volaron hacia Marjorie, y una sonrisa tonta se dibujó en su rostro.— Vaya, Treviño —murmuró para sí mismo— parece que te has enamorado más rápido que un caballo desbocado.Un ruido suave llamó su atención, Marjorie estaba de pie junto a la puerta, con el pelo suelto cayendo en ondas sobre sus hombros y una mirada que hizo que el corazón de Tony diera un vuelco.— Hey, princesa —saludó, tratando de sonar casual— ¿Tampoco puedes dormir?Marjorie negó con la cabeza, acercándose a él.— Demasiadas cosas en mi mente —respondió con un suspiro— Tony, yo... necesito hablar contigo.El vaquero sintió que se le secaba la boca, ¿Acaso Marjorie iba a decirle que se marchaba? ¿Que prefería volver a Nueva York con Bl
La mañana llegó al Rancho Blackwell con el canto de los gallos y el mugido de las vacas. Tony se despertó con una sonrisa de oreja a oreja, recordando los eventos de la noche anterior. Se estiró como un gato perezoso y saltó de la cama con más energía que un potro recién nacido.— Hoy va a ser un día más dulce que la miel de abeja en primavera —murmuró para sí mismo mientras se vestía.Salió de su habitación, silbando una tonada country, en la cocina, encontró a Marjorie preparando el desayuno, con el pelo recogido en una coleta desordenada y vestida con una camiseta vieja, la visión lo dejó sin aliento.— Buenos días, princesa —saludó, acercándose para darle un beso en la mejilla— ¿Sabes? Creo que ese estilo te queda de maravilla.Marjorie se sonrojó, dándole un empujón juguetón.— Buenos días, vaquero, ¿Listo para enfrentar el día?Tony asintió, robando un trozo de tocino de la sartén.— Más listo que un zorro en un gallinero, aunque la conversación con Danna no va a ser precisamen
Tony se encontraba más atrapado que un coyote en una trampa para osos. Por un lado, tenía a la mujer loca colgada de su cuello como si fuera un collar de carne, y por el otro, Marjorie lo miraba con una expresión que prometía convertirlo en comida para vacas si no resolvía esto rápido.— Mira, cariño —dijo la mujer, ignorando completamente a Marjorie— sé que hemos tenido nuestros problemas, pero estoy lista para perdonarte por abandonarme en el altar.Tony parpadeó, más confundido que un pavo en el Día de Acción de Gracias.— ¿Altar? Señora, creo que me está confundiendo con...De repente, una idea brillante iluminó su mente como un foco de 100 watts, aquella mujer definitivamente estaba mal de sus facultades.— ¡Oh, Dios mío! —exclamó, dándose una palmada en la frente— ¡Rosita! ¡No puedo creer que te haya olvidado!La mujer sonrió, triunfante.— ¡Sabía que me recordarías, mi amor!Marjorie parecía lista para arrancarle la cabeza a Tony, pero él le guiñó un ojo, pidiéndole silenciosam
Tony casi se atragantó con su propia saliva.— ¿Casarnos? Amá, apenas estamos empezando...— Tonterías —interrumpió Guadalupe— se conocen desde hace meses, viven bajo el mismo techo, y claramente se aman. En mis tiempos, ya estarían planeando la boda.Marjorie, recuperando algo de su compostura, intervino.— Guadalupe, apreciamos su bendición, de verdad, pero quizás deberíamos tomarnos las cosas con calma, hay mucho pasando en el rancho ahora mismo...— Precisamente por eso —dijo Guadalupe— con todos los problemas que enfrentamos, ¿No creen que sería bueno tener algo que celebrar? Además —añadió con un guiño— me gustaría ver a mi hijo casado antes de... bueno, ya saben.El ambiente en la cocina se volvió sombrío por un momento, Tony apretó la mano de Marjorie, sintiendo un nudo en la garganta.— Amá, no digas eso, te vas a poner bien.Guadalupe agitó una mano, como espantando sus preocupaciones.— Por supuesto que sí, pero una madre tiene derecho a soñar, ¿No? Y mi sueño es ver a mi T
Tony la miró, sorprendido por su determinación.— Princesa, ¿Estás segura?Marjorie asintió, sus ojos brillando con una mezcla de miedo y determinación.— Es nuestra única opción, Tony, tenemos que intentarlo.Hawkins pareció considerarlo por un momento antes de asentir lentamente.— Muy bien, señorita Blackwell, un mes, pero le advierto, si al final de ese período no puede demostrar la rentabilidad del rancho, procederemos con la transferencia de propiedad de inmediato.— Entendido —respondió Marjorie.Los hombres se despidieron y salieron de la casa, dejando tras de sí un silencio pesado y cargado de tensión.Tony se volvió hacia Marjorie, tomándola por los hombros.— Princesa, ¿Estás segura de esto? Un mes no es mucho tiempo.Marjorie asintió, aunque el miedo era evidente en sus ojos.— Es todo lo que tenemos, Tony, no podemos rendirnos sin luchar.Tony la atrajo hacia sí, abrazándola fuertemente.— No estás sola en esto, ¿Me oyes? Vamos a salvar este rancho juntos, aunque tenga qu
Con Johnson tras las rejas, la vida en el Rancho Blackwell encontró un nuevo ritmo. Tony y Marjorie, recién comprometidos, disfrutaban de una calma que parecía casi irreal después de tantas tormentas.Una mañana soleada, Tony se despertó con una sonrisa en el rostro. Saltó de la cama, ansioso por ver a su futura esposa.— Buenos días, familia —saludó al entrar en la cocina, donde Guadalupe preparaba el desayuno y María alimentaba a Lupita.— Buenos días, m'hijo —respondió Guadalupe— ¿Dormiste bien?— Como un tronco, amá, ¿Y Marjorie? —preguntó después de acercarse y darle un sonoro beso en la mejilla a Lupita.María soltó una risita.— Aún no viene, quizás deberías ir a despertarla con un beso.Tony rió, pero Guadalupe le lanzó una mirada de advertencia.— Ni se te ocurra, Antonio Treviño, nada de dormir juntos de nuevo hasta después de la boda, me van a disculpar, sé que están grandecitos, pero harán las cosas como es debido.— Lo sé, lo sé —dijo Tony, levantando las manos en señal d
La noticia del viaje inminente a Nueva York cayó como una bomba en el Rancho Blackwell. Guadalupe, que había estado mejorando notablemente en las últimas semanas, no pudo evitar sentir una punzada de preocupación al escuchar los planes de su hijo.— M'hijo —dijo Guadalupe, sentada en su mecedora favorita en el porche— ¿Estás seguro de esto? Nueva York no es como nada que hayas visto antes.Tony, que estaba empacando su maleta con más entusiasmo que sentido común, se detuvo para mirar a su madre.— No te preocupes, amá, soy más listo que un zorro en un gallinero, además, tengo a Marjorie para guiarme.Guadalupe suspiró, meneando la cabeza.— Toño, la gran ciudad no es como aquí, allá, la gente no aprecia que uno diga lo que piensa sin filtro, y tú, m'hijo, tienes menos filtro que un colador viejo.— ¡Bah! —exclamó Tony, metiendo su sombrero favorito en la maleta— Si pude domar a Tornado, el toro más bravo del condado, puedo con unos cuantos citadinos estirados.— No es lo mismo, m'hijo
Por fin, después de lo que pareció una eternidad para Tony, el avión aterrizó en el aeropuerto JFK de Nueva York. El vaquero soltó un suspiro de alivio tan grande que casi despeinó a la señora sentada frente a él.— ¡Tierra firme, princesa! —exclamó Tony mientras bajaban del avión— Juro que besaría el suelo si no fuera porque probablemente lamería chicle viejo y gérmenes de yankee.Marjorie rió, sacudiendo la cabeza.— Tony, cariño, técnicamente aún estamos en la pasarela, el suelo que quieres besar es de metal.— Detalles, detalles —respondió él con un guiño— lo importante es que ya no estamos más altos que un gallo en un pajar.Mientras caminaban por el aeropuerto, Tony miraba a su alrededor con admiración, cada nueva cosa que veía le arrancaba una exclamación de asombro.Cuando llegaron a la zona de taxis, Marjorie se dio cuenta de que había olvidado un pequeño detalle.— Oh, no —dijo, mordiéndose el labio— olvidé avisar a alguien para que viniera a recogernos, tendremos que tomar