Sustos y humo

La mañana siguiente comenzó como cualquier otra en el Rancho Blackwell, Tony se dirigió a la cocina, anticipando el aroma del café recién hecho y los huevos rancheros que su madre, Guadalupe, preparaba cada mañana. Sin embargo, al entrar, se encontró con una escena que le heló la sangre.

Guadalupe estaba de pie frente a la estufa, una mano apoyada en el mostrador y la otra sosteniendo un trapo contra su nariz. El trapo, que solía ser blanco, estaba teñido de rojo.

— ¡Amá! —gritó Tony, corriendo hacia ella.

Guadalupe intentó sonreír, pero el gesto se convirtió en una mueca de dolor.

— No es nada, m'hijo. Solo un poco de...

Antes de que pudiera terminar la frase, sus ojos se pusieron en blanco y se desplomó. Tony la atrapó justo antes de que golpeara el suelo.

— ¡María! —llamó Tony, su voz cargada de pánico— ¡Llama al doctor Johnson!

María apareció en la puerta de la cocina, con Lupita en brazos, al ver la escena, sus ojos se abrieron de par en par.

— ¡Dios mío! ¿Qué pasó?

— No lo sé —r
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