Tony casi se atragantó con su propia saliva.— ¿Casarnos? Amá, apenas estamos empezando...— Tonterías —interrumpió Guadalupe— se conocen desde hace meses, viven bajo el mismo techo, y claramente se aman. En mis tiempos, ya estarían planeando la boda.Marjorie, recuperando algo de su compostura, intervino.— Guadalupe, apreciamos su bendición, de verdad, pero quizás deberíamos tomarnos las cosas con calma, hay mucho pasando en el rancho ahora mismo...— Precisamente por eso —dijo Guadalupe— con todos los problemas que enfrentamos, ¿No creen que sería bueno tener algo que celebrar? Además —añadió con un guiño— me gustaría ver a mi hijo casado antes de... bueno, ya saben.El ambiente en la cocina se volvió sombrío por un momento, Tony apretó la mano de Marjorie, sintiendo un nudo en la garganta.— Amá, no digas eso, te vas a poner bien.Guadalupe agitó una mano, como espantando sus preocupaciones.— Por supuesto que sí, pero una madre tiene derecho a soñar, ¿No? Y mi sueño es ver a mi T
Tony la miró, sorprendido por su determinación.— Princesa, ¿Estás segura?Marjorie asintió, sus ojos brillando con una mezcla de miedo y determinación.— Es nuestra única opción, Tony, tenemos que intentarlo.Hawkins pareció considerarlo por un momento antes de asentir lentamente.— Muy bien, señorita Blackwell, un mes, pero le advierto, si al final de ese período no puede demostrar la rentabilidad del rancho, procederemos con la transferencia de propiedad de inmediato.— Entendido —respondió Marjorie.Los hombres se despidieron y salieron de la casa, dejando tras de sí un silencio pesado y cargado de tensión.Tony se volvió hacia Marjorie, tomándola por los hombros.— Princesa, ¿Estás segura de esto? Un mes no es mucho tiempo.Marjorie asintió, aunque el miedo era evidente en sus ojos.— Es todo lo que tenemos, Tony, no podemos rendirnos sin luchar.Tony la atrajo hacia sí, abrazándola fuertemente.— No estás sola en esto, ¿Me oyes? Vamos a salvar este rancho juntos, aunque tenga qu
Con Johnson tras las rejas, la vida en el Rancho Blackwell encontró un nuevo ritmo. Tony y Marjorie, recién comprometidos, disfrutaban de una calma que parecía casi irreal después de tantas tormentas.Una mañana soleada, Tony se despertó con una sonrisa en el rostro. Saltó de la cama, ansioso por ver a su futura esposa.— Buenos días, familia —saludó al entrar en la cocina, donde Guadalupe preparaba el desayuno y María alimentaba a Lupita.— Buenos días, m'hijo —respondió Guadalupe— ¿Dormiste bien?— Como un tronco, amá, ¿Y Marjorie? —preguntó después de acercarse y darle un sonoro beso en la mejilla a Lupita.María soltó una risita.— Aún no viene, quizás deberías ir a despertarla con un beso.Tony rió, pero Guadalupe le lanzó una mirada de advertencia.— Ni se te ocurra, Antonio Treviño, nada de dormir juntos de nuevo hasta después de la boda, me van a disculpar, sé que están grandecitos, pero harán las cosas como es debido.— Lo sé, lo sé —dijo Tony, levantando las manos en señal d
La noticia del viaje inminente a Nueva York cayó como una bomba en el Rancho Blackwell. Guadalupe, que había estado mejorando notablemente en las últimas semanas, no pudo evitar sentir una punzada de preocupación al escuchar los planes de su hijo.— M'hijo —dijo Guadalupe, sentada en su mecedora favorita en el porche— ¿Estás seguro de esto? Nueva York no es como nada que hayas visto antes.Tony, que estaba empacando su maleta con más entusiasmo que sentido común, se detuvo para mirar a su madre.— No te preocupes, amá, soy más listo que un zorro en un gallinero, además, tengo a Marjorie para guiarme.Guadalupe suspiró, meneando la cabeza.— Toño, la gran ciudad no es como aquí, allá, la gente no aprecia que uno diga lo que piensa sin filtro, y tú, m'hijo, tienes menos filtro que un colador viejo.— ¡Bah! —exclamó Tony, metiendo su sombrero favorito en la maleta— Si pude domar a Tornado, el toro más bravo del condado, puedo con unos cuantos citadinos estirados.— No es lo mismo, m'hijo
Por fin, después de lo que pareció una eternidad para Tony, el avión aterrizó en el aeropuerto JFK de Nueva York. El vaquero soltó un suspiro de alivio tan grande que casi despeinó a la señora sentada frente a él.— ¡Tierra firme, princesa! —exclamó Tony mientras bajaban del avión— Juro que besaría el suelo si no fuera porque probablemente lamería chicle viejo y gérmenes de yankee.Marjorie rió, sacudiendo la cabeza.— Tony, cariño, técnicamente aún estamos en la pasarela, el suelo que quieres besar es de metal.— Detalles, detalles —respondió él con un guiño— lo importante es que ya no estamos más altos que un gallo en un pajar.Mientras caminaban por el aeropuerto, Tony miraba a su alrededor con admiración, cada nueva cosa que veía le arrancaba una exclamación de asombro.Cuando llegaron a la zona de taxis, Marjorie se dio cuenta de que había olvidado un pequeño detalle.— Oh, no —dijo, mordiéndose el labio— olvidé avisar a alguien para que viniera a recogernos, tendremos que tomar
La mañana llegó a Nueva York con el bullicio característico de la gran ciudad. En el lujoso penthouse de Marjorie, los primeros rayos de sol se colaban por las enormes ventanas, iluminando la habitación principal.Marjorie se despertó temprano, lista para enfrentar el día. Se dirigió al baño, donde se tomó su tiempo para arreglarse. Eligió cuidadosamente un elegante traje sastre de diseñador en color azul marino, que acentuaba sus curvas sin dejar de ser profesional. Recogió su cabello en un moño impecable, asegurándose de que ni un solo cabello estuviera fuera de lugar. Frente al espejo, aplicó un maquillaje ligero pero sofisticado, resaltando sus ojos y dando un toque de color a sus labios, se sentía extraña vistiendo de esa manera nuevamente.Al voltear, se encontró con Tony, que acababa de terminar su ducha y salía del baño, el vaquero estaba envuelto tan solo en una toalla blanca y mullida, con el torso bronceado al descubierto. Marjorie no pudo evitar admirar cómo las gotas
En un instante, la oficina de Marjorie se convirtió en un campo de batalla, Tony, con la velocidad de un rayo y la fuerza de un toro embravecido, se lanzó hacia Blake. Sus manos grandes y callosas agarraron la chaqueta de diseñador de Blake, apartándolo bruscamente de Marjorie.— ¡Quita tus manos de ella, sabandija! —rugió Tony, sus ojos brillaron con furia, tuvo que hacer un esfuerzo para contenerse y no armar un escándalo más grande.Blake trastabilló hacia atrás, chocando contra el escritorio, su perfecta fachada de hombre de negocios se quebró por un momento, su rostro reflejó sorpresa.Marjorie, aún aturdida por el beso inesperado, dio un paso atrás. Su mano buscó instintivamente un pañuelo en su bolso, con el que se limpió los labios furiosamente, como si quisiera borrar cualquier rastro de Blake.— ¿Qué demonios crees que estás haciendo, Blake? —preguntó, con su voz temblando de ira.Blake, recuperando rápidamente su compostura, alisó su traje y sonrió con arrogancia, mientras
La secretaría notó la expresión incómoda de Marjorie al ver a Tony rodeado de mujeres, con discreción, se acercó al grupo y carraspeó suavemente.— Disculpen, señores y señoras, pero es hora de volver al trabajo, la hora de almuerzo terminó hace diez minutos.Las empleadas se quejaron en voz baja, pero comenzaron a dispersarse, una joven rubia se inclinó hacia Tony antes de irse.—Ha sido un placer escuchar tus historias, vaquero, deberíamos invitarte un día de estos a tomar unos tragos, ¿Qué dices?Tony, recién dándose cuenta de la situación en la que se encontraba, se puso de pie nerviosamente.—Eh, bueno, yo... Marjorie carraspeó audiblemente, con los brazos cruzados y una ceja arqueada. Tony se giró hacia ella, con una sonrisa vacilante.—¡Princesa! No te vi llegar, ¿Cómo estuvo la reunión?Blake pasó junto a ellos en ese momento, con una sonrisa sardónica.—Vaya, vaya, ¿Problemas en el paraíso de las vacas?Tony lo fulminó con la mirada, pero se volvió rápidamente hacia Marjorie