Capítulo XXIII

El aire de la tarde estaba cargado con el aroma salado del mar, pero a pesar de la brisa fresca, el calor ardía dentro de mí. No por el clima, sino por la furia que me consumía desde dentro. Cada latido de mi corazón martillaba en mis oídos, sincronizado con el eco de mis pensamientos.

Viktor me había usado. Me había dejado en manos de Lucien sabiendo lo que iba a pasar, todo para tener una excusa perfecta para eliminarlo sin que nadie pudiera cuestionarlo. Cada mirada suya, cada acto de aparente protección, todo había sido parte de su estrategia. No me salvó. Me sacrificó.

Cuando nos alejamos de la casa y llegamos a la playa, rodeados por sus hombres que nos custodiaban con la disciplina de soldados entrenados, me detuve de golpe. No podía seguir caminando sin enfrentar esto, sin exigirle respuestas.

Viktor giró apenas la cabeza, mirándome con esa expresión impasible, como si ya supiera lo que iba a hacer. Como si hubiera estado esperando mi reacción, pero no podía haber esperado est
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