El aire de la tarde estaba cargado con el aroma salado del mar, pero a pesar de la brisa fresca, el calor ardía dentro de mí. No por el clima, sino por la furia que me consumía desde dentro. Cada latido de mi corazón martillaba en mis oídos, sincronizado con el eco de mis pensamientos.Viktor me había usado. Me había dejado en manos de Lucien sabiendo lo que iba a pasar, todo para tener una excusa perfecta para eliminarlo sin que nadie pudiera cuestionarlo. Cada mirada suya, cada acto de aparente protección, todo había sido parte de su estrategia. No me salvó. Me sacrificó.Cuando nos alejamos de la casa y llegamos a la playa, rodeados por sus hombres que nos custodiaban con la disciplina de soldados entrenados, me detuve de golpe. No podía seguir caminando sin enfrentar esto, sin exigirle respuestas.Viktor giró apenas la cabeza, mirándome con esa expresión impasible, como si ya supiera lo que iba a hacer. Como si hubiera estado esperando mi reacción, pero no podía haber esperado est
El ambiente dentro de la mansión se sentía más pesado que nunca. Desde la muerte de Lucien hace dos semanas, todo había cambiado. Viktor no había vuelto a mencionarlo, pero el eco de su sangre aún flotaba en los pasillos como un recordatorio de lo que era capaz de hacer. Y, sin embargo, no era el miedo lo que me consumía. Era la furia.Me había utilizado. Me había hecho sentir como una pieza descartable en su juego. Y yo no iba a permitir que eso se repitiera. Si Viktor creía que podía manipularme a su antojo, iba a demostrarle que estaba equivocado.(…)Esa noche había una reunión importante en la mansión. Varios de sus aliados más cercanos estaban presentes, incluidos Dmitry y algunos rostros que no reconocía. Decidí que era el momento perfecto para actuar.En lugar de encerrarme en mi habitación como solía hacer, elegí con cuidado mi atuendo: un vestido negro ajustado, elegante pero con un toque provocativo, dejando ver lo suficiente para captar la atención sin parecer desesperada.
El sol apenas comenzaba a asomar por la ventana de la cocina, bañando la mesa con una luz suave y cálida. Me encontraba sentada frente a un plato de desayuno, los pequeños rayos de luz iluminando los bordes de la porcelana mientras tomaba un sorbo de café, intentando comenzar el día con calma. El aroma a pan recién horneado se mezclaba con el café, creando una sensación de tranquilidad, pero algo en el aire me decía que esta paz no duraría mucho.La guerra con Viktor seguía en pie desde hace dos semanas después de que me advirtió que debía dejar de jugar con fuego si no quería quemarme. No había vuelto a mover fichas para molestarlo, ya que este parecía estar muy ocupado con cosas de su la mafia.Estaba absorta en mis pensamientos cuando escuché unos pasos apresurados por el pasillo, seguidos de voces masculinas que se acercaban rápidamente. Mi cuerpo se tensó al instante, el café que estaba a punto de llevar a mis labios se quedó suspendido en el aire. Podía sentir la vibración en el
El aire en la mansión parecía más pesado que nunca. Cada rincón estaba lleno de ecos de palabras no dichas, de decisiones que ya no podía deshacer. Las horas que habían seguido a la aparición de Viktor y su padre, y a la revelación de Evelyn como su prometida, pasaron como un borrón confuso, y todo lo que podía sentir era un vacío abrumador.No podía dejar de pensar en Viktor. ¿Cómo había podido? ¿Cómo me había hecho creer que podíamos construir algo juntos, solo para destrozarlo con una verdad que yo nunca había imaginado? Él nunca fue libre. Su vida estaba trazada por otros, por su familia, por el destino que no podía evitar. Y yo era solo una distracción. El golpe de esa realidad me estaba destruyendo por dentro.Mi cuerpo estaba sumido en una especie de pesadez. Las lágrimas que había contenido finalmente comenzaron a caer, aunque mi mente se mantenía confusa, incapaz de procesar todo lo que estaba sucediendo. ¿Cómo podía seguir adelante después de esto?De repente, la puerta se a
Ocho meses.Ocho largos meses habían pasado desde que dejé la mansión, desde que Viktor me envió al penthouse que compró para mí, un regalo envuelto en una envoltura de frialdad y distancia. Los primeros días fueron los más difíciles. La transición de vivir a su lado, de tenerlo cerca, a no saber nada de él fue más dolorosa de lo que podría haber imaginado. El vacío que me dejó su ausencia era insoportable, y aún no había encontrado una manera de llenarlo.Los meses siguientes fueron una mezcla extraña de avanzar y quedar atrapada en un mismo lugar. Cada día parecía una repetición del anterior, pero de alguna manera, algo en mí empezó a cambiar. Al principio, intenté olvidar, intentar sumergirme en mi universidad, en las clases que tomaba, en la rutina que Viktor me había permitido crear al ponerme en este lujoso penthouse. No podía negar que el lugar era impresionante, lleno de detalles de buen gusto que me hacían sentir fuera de lugar, pero al mismo tiempo me ofrecía el espacio pa
—Dios. Pensaba que tu apartamento era más pequeño, Alina… no creo poder cubrir gastos de alquiler como roomie —dijo la chica que sea convertido en alguien importante para mí.Valeria me mira con sus labios fruncidos después de que le diera un recorrido por el penthouse. Le he pedido hace un mes que se mudara conmigo, total tengo cuatro habitaciones disponibles y en total comodidad que no utilizo. —Ya te dije que el apartamento es mío, no vas a pagar nada —digo cruzando mis piernas en el sofá que estoy sentada. —Es demasiado, Ali —se sienta a mi lado, suspiro y paso un brazo por sus hombros para acercarla a mí.—Te has convertido en una hermana, lo mínimo que puedo hacer es darte un hueco en mi casa. Además el lugar es lo bastante grande para mi sola, no me molesta tener aquí y seguir comiendo tus ricos postres —suelto, ya que he descubierto un mes después de conocerla que se le da mejor que a mí la cocina.—Es indignante que me quieras aquí para que te cocine —se queja a lo que
La música cambió de a un ritmo más lento pero igual de intenso, con un bajo que se sentía más que escucharse. Iker apoyó una mano en mi cintura y me atrajo hacia él con tanta naturalidad de alguien que está acostumbrado a manejar la cercanía sin ser rechazado. Supongo ha de ser de ese modo, con esa encantadora sonrisa ladea, dientes perfectamente blanco y esos ojos color ámbar de pestañas pobladas y mirada árabe.Sonreí y dejé que mis caderas se movieran con la música, sincronizando mis movimientos con los suyos.—Eres buena en esto —murmuró.—¿Bailando?—CoqueteandoMe reí y deslicé mis manos por sus fuertes hombros cubierto por esa camisa negra hasta entrelazar mis dedos en su cuello tan cerca de su nuca que su pelo corto de atrás de su cabeza me rozan los nudillos.—Tal vez solo me gusta divertirme.—O tal vez estás intentando olvidar a alguien —dijo alzando sus pobladas cejas en esa pregunta que no hizo.Mi cuerpo se tensó un segundo, pero no le di el gusto de ver que sus palabras
Sus dedos subiendo apenas un poco más despues de decirme eso.El semáforo cambio a verde, pero el auto no se movió en lo absoluto. La ciudad sigue su ritmo, pero en este instante, dentro de su coche, solo existíamos él y yo con una tensión lujuriosa de por medio. Por un momento siento que he ido muy lejos, no soy de ese modo, sin embargo, Viktor me cambio lo suficiente y ya han pasado ocho meses desde que estuve con alguien que no fuera el coronel.No he vivido lo suficiente, no he conocido lo que alguien debería saber a esta edad.—Iker… —murmuré, mi voz saliendo más baja de lo que esperaba.Él sonrío y volvió la vista al frente, acelerando nuevamente. Su mano no se apartó. De hecho, sus dedos comenzaron un recorrido tortuosamente lento, explorando mi piel con intenciones claras.La velocidad aumentaba, el rugido del motor fusionándose con la intensidad del momento. Yo me mordí el labio y me aferré al borde del asiento, mi respiración volviéndose irregular con cada caricia calculada.