FIRMANDO UNA SENTENCIA
Luego de comprar el oso, Jacomo se quedó atrás con Chiara, cargando el gigantesco peluche, pensando cómo lo llevarían en el auto.

—Realmente John tenía que acceder a llevar este peluche, no podían elegir algo más pequeño. —dijo Jacomo, abrazando al oso para poder trasladarlo al auto.

—Claro, es para nuestro sobrino. Aunque siempre anden con cara de malo, en el fondo ustedes son puro corazón. Ya ves, hasta insistió en darnos su tarjeta para comprarlo.

Jacomo gruño. —Sí, lástima que no accedió a quedarse para llevar este monstruo al auto. Ahora Jacomo tiene que cargar al gigante.

Chiara sonrió y dijo:

—Ya deja de ser un gruñón. Pronto el bebé pondrá la casa de cabeza y hasta tú estarás cambiando pañales.

Jacomo puso los ojos en blanco ante el comentario de Chiara y continuó caminando.

Afuera, el aire fresco y ligeramente húmedo del atardecer abrazaba a las chicas mientras salían del centro comercial. Una brisa suave acariciaba sus rostros, trayendo consigo el olor a tierra mojada y a cés
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