Tramonto Ibleo Resort, Sicilia El amanecer llegó con el aroma a café recién hecho y croissants dorados que inundaban la suite presidencial donde la familia Moretti-Rossi desayunaba. Isabella, con su batín de seda negra y el cabello recogido en un desorden estudiado, cortaba un trozo de fruta con elegancia mientras Francesco daba una mordida al croissant. Alessa, aún con el labio hinchado, mecía al pequeño Marco en brazos, y Leonardo no dejaba de mirarla con una mezcla de furia y preocupación.De pronto, el televisor encendió con un breaking news que hizo que todos alzaran la vista.— ¡Escándalo en Sicilia! Un cuerpo ha sido encontrado crucificado en la plaza central, con un mensaje grabado a fuego en el pecho. “Esto es solo el comienzo”. Las autoridades lo vinculan con los actos cometidos por la mafia Siciliana.La pantalla mostraba imágenes censuradas del cadáver: brazos extendidos como un mártir, garganta abierta de oreja a oreja, y esa frase siniestra que brillaba bajo el sol matu
La mañana sin duda alguna había comenzado como un huracán que amenazaba con acabar con todo a su paso, los Lombardi eran ejemplo de ellos y mientras las horas avanzaban ese huracán cambiaba con rapidez en dirección hacia el complot y la traición, en la mansión Lombardi, Rebeca se encontraba en la sala admirando un nuevo y costoso collar.—Vaya, sin duda alguna, cuando el gato no está los ratones hacen fiesta, veo que te das la gran vida a expensas de Salvatore. Dijo Roger.—Desde cuando un simple peón llama al señor de la casa por su nombre. —respondió ella despectivamente.—Desde que el peón descubrió que el señor anda perdiendo el toque, descubrió que tiene corazón. Me cansé de recibir órdenes, imagino que tú debes estar cansada de ser un florero y ser humillada cada vez que el señor lo desea, o ¿me equivoco? Y si es así, tengo algo que proponer.Rebeca asintió y le señaló el camino hacia la biblioteca privada. Con las cortinas cerradas y una botella de vino tinto entre ellos, comen
El aire en el almacén abandonado olía a salmuera rancia, a hierro oxidado y muerte. Cada respiración era una agresión al estómago. Las vigas del techo crujían como huesos viejos, húmedos y enfermos. El sonido reverberaba como un susurro de advertencia.Alessa estaba allí, con las muñecas cubiertas de sangre seca y piel quemada por las cuerdas. Su cuerpo se mecía con cada espasmo involuntario, y la droga que Roger le había inyectado le nublaba la visión como si viera a través de un espejo empañado. Su aliento era irregular. El sudor empapaba su ropa, enfriándola hasta hacerla temblar por el contraste entre fiebre y frío.—Pobrecita… —murmuró Roger, arrastrando una hoja helada sobre su clavícula. Como seda al contacto de un bisturí, dejando un hilo rojo que brilló bajo la tenue luz de la bombilla colgante. — ¿Sabes qué es lo más gracioso? —sonrió torcidamente—. Salvatore siempre llega tarde para lo que importa, pero nunca falta a su cita con la venganza.Un clic metálico quebró el silen
El resonar de la lluvia golpeaba las ventanas de la mansión Rossi, creaba una sinfonía melancólica que se filtraba por cada rincón. Francesco, con la mirada perdida en el horizonte, recordaba las palabras de su abuelo Don Marco Rossi: «La vida es un laberinto, Francesco, y a veces, nos perdemos en las sombras».Esa noche, las sombras se cerraron aún más. El sonido de unos tacones resonó en el pasillo, interrumpiendo los pensamientos de Francesco. Elena entró en la habitación en compañía de Dimitri, su rostro estaba palidecido y sus ojos parecían perdidos e inundados por el llanto.—Elena, acabo de enterarme, —dijo Francesco con una expresión de tristeza y rabia. —Siento mucho lo de tus padres Elena, trabajaron para el abuelo y siempre fueron leales a la familia, no entiendo como sucedió. ¿Cómo estás?Elena apenas levantó la mirada. —Estoy totalmente sola, Francesco. La noticia fue como un golpe repentino, no sé qué haré sin mis padres, yo ni siquiera termine a la universidad, mi padre
Después de que Roberto y Lorenzo se marcharan a cerrar los negocios que tenían previsto, Elena camino hacia Francesco. —Que sucede Francesco, porque tu padre me amenazo con enviarme al mismísimo infierno, no se suponía que él sería nuestro apoyo. — dijo Elena mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.—Cálmate Elena, allí viene el abuelo y no es conveniente que te vea así.— ¿Qué mierdas dices, como que no es conveniente? Vaya hombre que mi padre dejo para cuidar de mí.Francesco, ofendido la sujeto del brazo y la acerco hacia él. — Puedo amarte mucho Elena, pero no permitiré que me hables así; realmente quieres saber lo que sucede con mi padre, pues debes saber que mi padre se niega a esta relación y a que me case contigo; sin embargo, no me alejaré de ti así tenga que enfrentar a mi padre serás mi esposa, solo tengo que encargarme de unas cosas y no habrá nada que nos separe. Ahora ve, salimos en quince minutos para la funeraria.Don Marco se acercó a Francesco y lo miro fijamente a
Un mes después de la muerte de los dos hijos de Don Marco Rossi el abuelo de Francesco y Leonardo, viajo a New York para darle la bienvenida a Isabella y retomar la conversación que dejo pendiente con Giuseppe en el funeral. Tras esa visita había quedado pactado un matrimonio, orquestando un delicado ballet de influencias que obligaba a Francesco a abandonar un amor que ya estaba floreciendo.Mientras Francesco luchaba contra corriente, atormentado por los recuerdos de un amor pasado sacrificado en el altar de la lealtad familiar, el destino tejió los hilos de su existencia en un tapiz de resentimiento. Fue empujado a una unión que no había elegido, un matrimonio nacido de la obligación más que del amor y el deseo.Finalmente, estaba a horas de dejar su amor por Elena a un lado, las promesas de cuidarla y hacerla su esposa, quedaba enterrada con su unión con Isabella Moretti. Esa chiquilla arrogante, la cual conocía desde niño y que jamás había soportado; había dado gracias a Dios cu
Finalmente, la pareja llego a la enorme mansión que había comprado para ellos Giuseppe como regalo de bodas. El desprecio entre Isabella y Francesco no era solo un juego de miradas heladas; estaba impregnado en cada palabra y gesto, un veneno que contaminaba el aire de la mansión Rossi Moretti.En la mañana, durante el desayuno, el tenso silencio se rompió con las palabras cortantes de Francesco.—Isabella, no te ilusiones con pensar que tienes algún lugar en mi vida. Este matrimonio es solo un contrato más, no eres más que una sombra molesta que ronda mi existencia; así que en cuanto contrates el mayordomo asegúrate de pedirle que me prepare una de las mejores habitaciones, solo me quedaré contigo cuando tenga que guardar las apariencias ante la familia. — gruñó Francesco, con su expresión tan fría como el hielo.Isabella, enfrentando la tormenta con serenidad, respondió: —Como mi amado esposo ordene; sabes Francesco, aunque no hayas elegido este matrimonio, podríamos encontrar una m
La mansión de los Rossi Moretti resonaba con la elegancia de la opulencia. Isabella se encontraba sentada en la imponente mesa de comedor, cuyos detalles tallados a mano mostraban la riqueza que poseía la familia. Los elegantes candelabros iluminaban el lugar, creando sombras danzantes en las paredes, mientras ella, con una mirada astuta, finiquitaba los detalles de la operación con Don Marco y Leonardo.La conversación fluía entre exquisitos platos y copas de vino tinto, tan tinto como los labios rojos carmesí de la exuberante mujer, mientras los detalles de la estrategia se tejían como una compleja red. Don Marco, con su mirada firme y gesto serio, subrayaba cada punto estratégico.Mientras Francesco, aún se recuperaba de las heridas en su habitación. La tensión flotaba en el aire, Isabella mantenía su elegancia, moviéndose como una reina entre los asuntos de la mafia.La cena llegó a su fin, de pronto Carter, el único hombre de confianza de Isabella, se acercó a ella y se inclinó s