Después de que Roberto y Lorenzo se marcharan a cerrar los negocios que tenían previsto, Elena camino hacia Francesco. —Que sucede Francesco, porque tu padre me amenazo con enviarme al mismísimo infierno, no se suponía que él sería nuestro apoyo. — dijo Elena mientras sus ojos se llenaban de lágrimas.
—Cálmate Elena, allí viene el abuelo y no es conveniente que te vea así.
— ¿Qué mierdas dices, como que no es conveniente? Vaya hombre que mi padre dejo para cuidar de mí.
Francesco, ofendido la sujeto del brazo y la acerco hacia él. — Puedo amarte mucho Elena, pero no permitiré que me hables así; realmente quieres saber lo que sucede con mi padre, pues debes saber que mi padre se niega a esta relación y a que me case contigo; sin embargo, no me alejaré de ti así tenga que enfrentar a mi padre serás mi esposa, solo tengo que encargarme de unas cosas y no habrá nada que nos separe. Ahora ve, salimos en quince minutos para la funeraria.
Don Marco se acercó a Francesco y lo miro fijamente a los ojos, esa mirada hacía que el más valiente de los hombres temblara parecía estar escudriñando su alma mientras analizaba cada gesto.
—Francesco, igual que tu tío y tu padre, tu primo y tú son mi mayor orgullo, aunque Leonardo es un potro desenfrenado, ha logrado enorgullecerme en más de una oportunidad, tú eres nuestro sucesor y como tal debes tomar sabias decisiones, odiaría tener que hacer lo que hizo mi padre; aunque amó a mi hermano lo mato por ofender la familia.
Esas palabras del abuelo Marco, le dejaban claro que no sería fácil lograr dejar todo por Elena. Los minutos pasaban y así mismo las horas luego de estar en la funeraria salieron al cementerio para sepultar a los padres de Elena.
Afligida, regreso con Francesco a la mansión, en donde permaneció por dos días, bajo las sabanas de Francesco.
La mañana del tercer día estaba maravillosa, el sol resplandecía en la mesa, el desayuno estaba servido, Leonardo y el abuelo Marco conversaban, poco después se unieron Francesco y Elena, dando los buenos días. Don Marco miró a Elena con seriedad, sus ojos reflejaban cierto rechazo.
Francesco, tratando de romper el silencio sepulcral, decidió hablar. — ¿Saben algo de mi padre y mis tíos? ¿Cómo les fue en el negocio que iban a hacer con Albanese?
—Francesco, ¿desde cuándo hablamos de negocios en frente de tus amantes? Elena admiré mucho a tus padres, fueron diría que los mejores que tuve a mi servicio y sabes que es los que más me causaba admiración, que siempre ocupaban su puesto.
—Perdón Don Marco, me retiraré de inmediato.
Francesco, tomando una respiración profunda, dijo. —Tú no vas a ningún lado Elena, abuelo, ustedes son lo más grande que tengo y los respeto, pero me casaré con Elena.
Elena parpadeó, sorprendida por la reacción de Francesco ante su abuelo, realmente había que tener valor para llevarle la contraria a ese hombre. — ¿Qué? ¿Realmente osas desafiarme Francesco?
Francesco suspiró antes de responder. — No quiero hacerlo abuelo, pero debes comprender, que estoy enamorado de Elena.
— Francesco, lo que te voy a decir lo diré una sola vez; si realmente la amas sabrás lo que es mejor para ella.
En ese instante Leonardo, que se mantenía en silencio diviso, la llegada de dos agentes de expresión grave. Leonardo sintió un escalofrío mientras Franco el mayordomo les indicaba que entraran.
— ¿Puedo ayudarlos en algo, oficiales?, — Preguntó Don Marco con cautela.
Los policías intercambiaron miradas antes de hablar. —Lamentamos informarles que Roberto Rossi, Lorenzo Rossi y Ana De Rossi han fallecido en un accidente automovilístico, —dijo el oficial con una voz impasible.
El impacto de esas palabras resonó en la terraza. Francesco dejó caer la taza de café, que se estrelló contra el suelo en un estruendo discordante. Elena se puso pálida, incapaz de procesar la tragedia que acababa de caer sobre ellos.
Leonardo, con la mandíbula apretada, preguntó con voz temblorosa: — ¿Cómo ocurrió?
—Los especialistas aún están haciendo averiguaciones; sin embargo, se encontró un dispositivo de procedencia dudosa en la trasmisión del vehículo que no parece formar parte del mismo, nuestro equipo está trabajando para determinar la causa del accidente. Por otra parte, los cuerpos ya se encuentran en la medicatura forense para ser reconocidos.
Francesco, con la mirada fija en la nada, murmuró: —No puede ser… Esto no puede ser real.
El agente más joven pregunto. — ¿Tenían algún enemigo? ¿Alguien que quisiera hacerles daño?
Mientras tanto, en el rostro del otro agente se dibujaba una sátira sonrisa. — ¿Le parece graciosa la pregunta de su compañero agente Caccia?, —Interrogó Francesco con el rostro rojo de la rabia, aunque la pregunta del joven oficial era tonta y merecedora de reír a carcajadas por Dios, se trataba de una de las familias de la mafia más grande, sobraba quien quisiera verlos muertos, en ese momento lo que Francesco quería era cobrar con sangre la muerte de su familia.
Elena, con lágrimas rodando por sus mejillas, se aferró a Francesco tratando de darle consuelo. Don Marco y Leonardo intercambiaron miradas sombrías, su mundo tambaleándose bajo el peso del inesperado cataclismo.
El día del funeral fue un torbellino de dolor y confusión. El funeral se convirtió en un borrón de rostros afligidos y palabras reconfortantes que no podían mitigar el abismo que se abría ante ellos.
—Marcos lamento mucho esta gran perdida, Roberto y Lorenzo eran como hermanos para mí, hace una semana conversamos y pronto irían a visitarnos en New York, Lorenzo tenía muchas ganas de ver a Isabella, siempre la consintió tanto más que su ahijada era como una hija para él. Leonardo, tu padre fue un hombre de respeto igual que Roberto y en cuanto se dé a conocer que fue lo que realmente sucedió nos encargaremos de buscar al responsable.
—Gracias Giuseppe, pensé que Isabella nos acompañaría y tu Alessandra estás muy hermosa.
—Gracias Leonardo, he cambiado mucho, ya no soy la niña a la que todos cuidaban, en cuanto a Isabella aún está en Suiza, está a punto de terminar su tercera carrera, además está expandiendo el negocio y dice que en Suiza todo va de maravilla; después de todo ella manejara el imperio de New York, no tienes idea de cómo ha cambiado.
—Bueno, quizás cuando regrese a New York vaya a visitarla. — respondió Leonardo.
—Esa sí que es una mujer con los pantalones bien puestos, ¿qué opinas tu Francesco? — Pregunto Don Marco.
—Sí, no cabe duda que es brillante e inteligente, nunca pensé que entrara al negocio, siempre hablaba de estudiar medicina y derecho internacional, además no quería tener nada que ver con el negocio familiar, debe extrañarlos jamás se separaba de ustedes, sobre todo de ti Alessa.
—Así es Francesco, no hay nada que un corazón hecho trizas no pueda cambiar, pero pronto regresa, creo que en tres meses la tendremos de regreso.
Al escuchar esas palabras, Elena salió detrás de Francesco, hasta el momento se había mantenido tras su sombra, después de todo no era del agrado de los Moretti, pero debía saber si Isabella regresaba a Italia.
—Así que Isabella va a regresar a Italia después de tanto tiempo. — Indago Elena.
—No, Elena puedes dormir tranquila, Isabella no vendrá a desvelarte, mi hermana regresa de Suiza, pero estará en New York, puedes respirar tranquila. Total, hace mucho que te metiste en la cama de Francesco, ya mi hermana no debe ni recordarte, ella tiene muchas cosas importantes en que pensar. Como por ejemplo aceptar la invitación de Salvatore, siempre la ha pretendido, pero ya la conocen. ¿No creen que harían una linda pareja?
— ¿Salvatore, de la Cosa Nostra?, a mí no me parece Giuseppe de todas maneras cuanto pase el funeral habláremos. Añadió Don Marcos
Alessandra se había encargado de inquietar a más de uno durante el funeral, ahora solo esperaría los resultados. Luego de esa plática, el cortejo fúnebre salió directo al panteón de la familia Rossi.
Más tarde, en la oscuridad de la noche, Francesco se encontró solo en la habitación. El silencio era abrumador, y las sombras que danzaban en las paredes parecían llevar consigo sus propios secretos. Sin embargo, en ese momento, Francesco sintió que las sombras no eran solo en las paredes; también se cernían sobre sus vidas, amenazando con devorar lo poco que quedaba de su mundo.
¿Realmente Isabella era capaz de casarse con Salvatore? ¿Realmente había cambiado tanto? No podía creer que aquella niña ingenua que temblaba entre sus brazos ahora formara parte de un negocio donde los hombres tenían el poder.
Un mes después de la muerte de los dos hijos de Don Marco Rossi el abuelo de Francesco y Leonardo, viajo a New York para darle la bienvenida a Isabella y retomar la conversación que dejo pendiente con Giuseppe en el funeral. Tras esa visita había quedado pactado un matrimonio, orquestando un delicado ballet de influencias que obligaba a Francesco a abandonar un amor que ya estaba floreciendo.Mientras Francesco luchaba contra corriente, atormentado por los recuerdos de un amor pasado sacrificado en el altar de la lealtad familiar, el destino tejió los hilos de su existencia en un tapiz de resentimiento. Fue empujado a una unión que no había elegido, un matrimonio nacido de la obligación más que del amor y el deseo.Finalmente, estaba a horas de dejar su amor por Elena a un lado, las promesas de cuidarla y hacerla su esposa, quedaba enterrada con su unión con Isabella Moretti. Esa chiquilla arrogante, la cual conocía desde niño y que jamás había soportado; había dado gracias a Dios cu
Finalmente, la pareja llego a la enorme mansión que había comprado para ellos Giuseppe como regalo de bodas. El desprecio entre Isabella y Francesco no era solo un juego de miradas heladas; estaba impregnado en cada palabra y gesto, un veneno que contaminaba el aire de la mansión Rossi Moretti.En la mañana, durante el desayuno, el tenso silencio se rompió con las palabras cortantes de Francesco.—Isabella, no te ilusiones con pensar que tienes algún lugar en mi vida. Este matrimonio es solo un contrato más, no eres más que una sombra molesta que ronda mi existencia; así que en cuanto contrates el mayordomo asegúrate de pedirle que me prepare una de las mejores habitaciones, solo me quedaré contigo cuando tenga que guardar las apariencias ante la familia. — gruñó Francesco, con su expresión tan fría como el hielo.Isabella, enfrentando la tormenta con serenidad, respondió: —Como mi amado esposo ordene; sabes Francesco, aunque no hayas elegido este matrimonio, podríamos encontrar una m
La mansión de los Rossi Moretti resonaba con la elegancia de la opulencia. Isabella se encontraba sentada en la imponente mesa de comedor, cuyos detalles tallados a mano mostraban la riqueza que poseía la familia. Los elegantes candelabros iluminaban el lugar, creando sombras danzantes en las paredes, mientras ella, con una mirada astuta, finiquitaba los detalles de la operación con Don Marco y Leonardo.La conversación fluía entre exquisitos platos y copas de vino tinto, tan tinto como los labios rojos carmesí de la exuberante mujer, mientras los detalles de la estrategia se tejían como una compleja red. Don Marco, con su mirada firme y gesto serio, subrayaba cada punto estratégico.Mientras Francesco, aún se recuperaba de las heridas en su habitación. La tensión flotaba en el aire, Isabella mantenía su elegancia, moviéndose como una reina entre los asuntos de la mafia.La cena llegó a su fin, de pronto Carter, el único hombre de confianza de Isabella, se acercó a ella y se inclinó s
Al ingresar a la casa, Isabella y Leonardo destellaban felicidad y satisfacción, no podían ocultar que la operación había sido un éxito; sin embargo, Don Marco, que aun los esperaba en la sala, reflejaba una profunda y enorme molestia. Isabella, caminó hacia el sofá donde se encontraba Don Marco, se arrodilló ante el tomo sus manos y le dijo dulcemente — Abuelo que haces aquí deberías estar dormido, esto no te hace bien, ¿acaso no confías en nosotros?—Claro que confió en ustedes pequeña, mi pequeña no tan pequeña, como se ve que en el fondo queda esa dulzura que te caracterizaba. —Respondió Don Marco pasando una de sus manos por el suave cabello de Isabella.Leonardo estaba extrañado, no había duda de que algo ocurría, era la primera vez que su abuelo mostraba esa debilidad ante alguien, pero al mismo tiempo en sus ojos se podía ver una gran ira y desprecio. —Que sucede abuelo, ¿pasa algo?—Indago, Leonardo.—Sí, Isabella lo siento, no sé cómo se enteró ni como hizo para llegar hasta
El día iniciaba dejando colar unos finos rayos de sol a través de las cortinas de la enorme habitación, Francesco despertó y de inmediato voltio a ver el lado que ocupaba Isabella, pero ella ya se había levantado dejando delicadamente acomodado el lado de la cama donde había dormido.Se sentó unos segundos en la cama, tomo el reloj que estaba sobre la mesa y frunció el entrecejo. —No cabe duda que esta mujer y Elena son totalmente distintas, Isabella despierta a las seis de la mañana, mientras que si fuera por Elena se quedaría en mis brazos hasta el medio día; ya basta que me pasa, ahora hago comparaciones, mejor voy a ducharme para bajar a desayunar.Tan pronto salió de la ducha, comenzó a vestirse, saco del armario un jeans azul, camisa manga larga blanca, un blazer negro y mocasines del mismo color; luego comenzó a peinarse, se aplicó loción, se colocó el reloj y estaba por tomar un par de lentes oscuros cuando Ana entro a la habitación.—Buen día, señor, ¿cómo se siente?, vine ha
Isabella entró en la habitación, tomo la pijama y se dirigió al baño, después de unos minutos en la ducha salió encontrándose con Francesco parado al lado del arreglo floral y sosteniendo la tarjeta entre sus manos.Isabella, en tono arrogante, rompió el silencio que inundaba la habitación. —Puedo ver que te gusto el contenido de la tarjeta, ¿no me digas que piensas robar la dedicatoria para enviársela a Elena?, considero que deberías ser más original.Francesco se acercó a Isabella y sin mediar palabras la abofeteo de tal manera que esta se desplomó sobre el piso. —Quería ver si eras capaz de vociferar frente a mi familia una vez más que Salvatore te pretende, acaso piensas que me convertiré en el hazmerreír de todos. Ahora eres mi esposa y me debes respeto, ya no puedes andar haciendo lo que se te pega la gana, así que comienza a comportarte como la señora de Rossi.En ese momento Vicenzo toco a la puerta y al escuchar la orden de pasar entro. —Señor en el jardín principal está la s
El celular no dejaba de sonar. ¿Quién demonios llamaba con tanta insistencia? Francesco, tratando de abrir los ojos, se inclinó para tomar su pantalón del piso y sacar el celular. Con los ojos entreabiertos, pudo divisar el nombre de su primo en la pantalla.—Leonardo, ¿qué pasa? ¿Por qué tanta insistencia? ¿Acaso estás en problemas? —dijo Francesco, recostándose nuevamente en la cama mientras Elena lo rodeaba con sus brazos.—El único en problemas aquí eres tú. ¿Acaso no has visto la hora? Estamos todos reunidos esperando que decidas aparecer. Así que trae tu estúpido trasero cuanto antes; el abuelo está que mata y come del muerto, Francesco —susurró Leonardo, mientras Francesco sentía un escalofrío recorrer su espalda, poniendo fin a la llamada.— Mierda, el abuelo va a matarme. ¿Cómo pude olvidar la reunión de hoy? ¿Qué diablos pasa conmigo? —inquirió Francesco, sintiendo la tensión en sus palabras, mientras corría a la ducha y Elena tras él.Ambos salieron de la ducha y comenzaron
Isabella puso en marcha el lujoso vehículo mientras avanzaba en medio del insoportable tráfico. Su mente la trasladaba a ese miserable momento en el que se entregó tontamente a Francesco. De pronto, su voz la trajo de vuelta al lugar.— ¿Qué tanto piensas? ¿Acaso planeas desacerté de mí? ¡Ah, ya sé! Crees que porque me libraste de quedarme contigo en casa del abuelo, te voy a ver de otra manera y tendré que estar eternamente agradecido.—Siempre eres así de idiota, o ese efecto ocurre cuando estás a mi lado. Para tu información, no quiero ni me interesa que me veas de otra manera. Como te dije el día de nuestra boda, solo tenemos una sociedad. Son solo negocios y mientras seamos socios, debemos buscar la manera más… A ver, como diría, sensata o menos peligrosa para que todo acabe bien. Y ahora, más que nunca, que mi padre está por llegar.— ¿Sabes que estoy harto de esa sutil amenaza que lanzas cada vez que mencionas a tu padre? ¿Quién te crees que es, un dios inmortal que todo lo pue