La mansión de los Rossi Moretti resonaba con la elegancia de la opulencia. Isabella se encontraba sentada en la imponente mesa de comedor, cuyos detalles tallados a mano mostraban la riqueza que poseía la familia. Los elegantes candelabros iluminaban el lugar, creando sombras danzantes en las paredes, mientras ella, con una mirada astuta, finiquitaba los detalles de la operación con Don Marco y Leonardo.
La conversación fluía entre exquisitos platos y copas de vino tinto, tan tinto como los labios rojos carmesí de la exuberante mujer, mientras los detalles de la estrategia se tejían como una compleja red. Don Marco, con su mirada firme y gesto serio, subrayaba cada punto estratégico.
Mientras Francesco, aún se recuperaba de las heridas en su habitación. La tensión flotaba en el aire, Isabella mantenía su elegancia, moviéndose como una reina entre los asuntos de la mafia.
La cena llegó a su fin, de pronto Carter, el único hombre de confianza de Isabella, se acercó a ella y se inclinó susurrándole al oído que todo estaba listo, con un gesto elegante, Isabella se levantó de la mesa. En ese momento, el grupo de hombres armados se congregó en la entrada. Era el momento de actuar. Leonardo se unió a Isabella, ambos vestidos de oscuro, con miradas que reflejaban determinación y peligro.
La mansión, antes llena de risas y conversaciones, se sumió en un silencio tenso. Los pasillos resonaban con el suave crujir de las botas de cuero, mientras el grupo se dirigía hacia la bodega indicada por los informantes.
El exterior estaba envuelto en la oscuridad de la noche. La luna se asomaba entre las nubes, pintando con sombras los rostros tensos. El aroma del peligro flotaba en el aire cuando llegaron a la bodega, el epicentro de la operación.
Isabella con movimientos y órdenes tácticas dirigía al equipo; antes de entrar alzo su brazo derecho empuñando su fina y delicada mano para que el grupo de hombres se detuviera, orden que fue acatada de inmediato al ver el gesto. — ¿Cómo es que diriges al equipo de esta manera? ¿Es que acaso también perteneces a un grupo táctico militar? —Fueron las preguntas de Leonardo al ver a Isabella.
—Hay muchas cosas de mí que no saben Leonardo. —Fue la corta respuesta de Isabella con la mirada fija en el objetivo.
—Entonces si perteneces a un grupo táctico, eso en nuestras familias es una enorme e imperdonable ofensa Isabella.
Isabella quito su mirada de la bodega por unos segundos, miro a Leonardo y dijo. —Te prometo que de camino a casa te contaré ese capítulo de mi vida, amigo, ahora prepárate daré la orden para entrar.
—Quizás de regreso uno de los dos regrese sin vida y ya sea tarde para contar o en mi caso escuchar ese capítulo de tu vida Isabella.
—Puedes estar tranquilo Leonardo, no vine aquí para perder hombres e irme con las manos vacías.
—Está bien Isabella, ahora vamos a ver si tus contactos estaban en lo cierto y por favor no te alejes de mí; mi primo y mi abuelo no me perdonarían si te pasa algo.
—Ja, ja, ja, que buen chiste antes de una guerra; quizás tu abuelo no te lo perdone, ¡pero tu primo! Él te haría un monumento si hoy permitieras que me dieran un tiro, no dudaría en hacer una fiesta y correr a los brazos de la insípida de Elena.
En ese instante la conversación entre Leonardo e Isabella fue interrumpida. —Perdón, señora, pero hemos detectado movimiento dentro de la bodega.
— ¿De cuántos hombres estamos hablando Carter?
—La señal térmica registra la presencia de diez personas, señora.
—Perfecto, tenemos cinco hombres más que ellos, por ninguna razón esos hombres deben salir de aquí sin rendirme cuentas primero, luego sabes qué hacer y Carter no quiero bajas de nuestra parte, está de más decir que tengo a los mejores a mi lado.
—No se preocupe, señora, será como usted diga y por favor manténgase cerca.
—No puedes cuidarme y hacer lo que te pido Carter, ahora que comience la fiesta muchachos.
Al ingresar, los hombres se desplegaron por todo el lugar y sin más los disparos comenzaron, llamando la atención de sus oponentes, quienes no tardaron en cubrirse y abrir fuego en contra de los intrusos, mientras los gritos de un hombre que se encontraba oculto le ordenaba resguardar el cargamento con su vida.
El enfrentamiento fue inminente, las balas cortaban el aire con rapidez, Isabella y Leonardo se movían con destreza liderando el grupo con determinación. — Entreguen mi mercancía y les daré la oportunidad de salir de aquí con vida, siéntanse privilegiados, ese tipo de concesiones no las hago todos los días. —Grito Isabella.
—Eso jamás, nunca imagine que después de años de tradición y códigos inquebrantables la 'Ndrangheta fuera liderada por una mujer, es claro que los hombres Moretti – Rossi dejaron los pantalones para usar faldas, ahora envían a una pobre perra con ínfulas de gánster a enfrentar a los enemigos y recuperar la mercancía que el parásito de Francesco se dejó quitar por andar con su amante.
—Mide tus palabras maldito infeliz, hablas de tener pantalones y no muestras la cara, sal y enfréntame como hombre, verás que cuando te ponga las manos encima te arrancaré la lengua. —Añadió Leonardo.
—Ja, ja, ja, eso está por verse niño bonito, quizás Francesco se salvó del atentado, pero esta noche ustedes no saldrán con vida.
La bodega se convirtió en un campo de batalla, con la intensidad de la lealtad y la traición entrelazadas. Las luces parpadeaban, cada decisión, cada movimiento, estaba marcado por la urgencia de la victoria.
El sonido de los disparos, los murmullos de los hombres y los gritos de desafío llenaban el lugar. Finalmente, Isabella y Leonardo, en el epicentro del caos, se encontraron cara a cara con los líderes de la banda rival.
Leonardo, con su pistola en mano, esbozó una sonrisa sardónica. —Pensaron que podrían escapar. Aquí estoy, para recordarles quién soy, ahora ¿dime quién es el que no tiene pantalones? Sujétenlo, Carter dame tu cuchillo, ja, ja no sabes cuánto voy a disfrutar cortándote esa lengua larga y asquerosa que tienes.
—No te tengo miedo basura italiana, dile a Francesco que su mujer tiene más testículos que él y que como líder de la 'Ndrangheta es un asco.
Leonardo, ya cansado de oír la arrogancia del hombre, lo golpeó bruscamente con el arma, cuando iba a mutilar la lengua del hombre, Isabella intervino. —Leonardo, detente, ¿dime quién eres y para quién trabajas?, es obvio que no eres de aquí tu acento ruso, te deja al descubierto, no creo a los Rusos tan estúpidos como para venirse a meter en la cueva del lobo; sin embargo, nos conoces muy bien así que alguien tuvo que haberte contratado y no me vengas con idioteces a decir que fue La Cosa Nostra, los conozco y no es su estilo.
—No cabe duda que es cierto lo que dicen, eres increíblemente hermosa, sexy, astuta, pero sobre todo muy inteligente e intuitiva, que lastima que te uniste al imbécil de Francesco con el hombre indicado serias la dueña del mundo.
—Wow veo que sabes apreciar lo bueno con solo verlo, pero no has respondido a mi pregunta ¿cómo te llamas y quién te contrato?, ya que dices que no estoy con el hombre indicado, te propongo lo siguiente, trabajaras para mí y te pagaré el triple de lo que te han pagado ¿qué dices?
— Mi nombre es Yakov Sokolov, en cuanto a tu propuesta debo admitir que triplicar lo que me pagaron suena bien, pero debo confesar que la propuesta de la otra mujer fue mejor. Me dio una semana de rico placer, debo decir que es buena en la cama, me pago bien y luego de mi trabajo podía regresar a mi país, no tendría que ser uno más de sus perros. Así que ya mátame sea como sea ya estoy muerto.
—Halcón que remplaza, ese es el significado de tu nombre, ¿verdad? — Ante la pregunta de Isabella, el hombre asintió con un leve movimiento de cabeza. —Veo que no me dirás quién te contrato, aunque ya sé que hay una mujer involucrada. Pensé que serias más inteligente, Carter ata a uno de los hombres y tápale la boca, al resto mátalos, después que Leonardo termine con nuestro amigo Yakov, quítale la mordaza al hombre, toma su celular y que llame para que su jefa sepa que recuperamos lo que nos pertenece y luego matado; Leonardo, Yakov es todo tuyo, los demás comiencen a llevar la mercancía al camión.
Luego de cumplir las órdenes de Isabella subieron a las lujosas camionetas para volver a casa, Leonardo estaba impresionado, no dejaba de observar a Isabella, era increíble ver como semejante mujer se mantenía tan serena y elegante después de todo lo que habían hecho esa noche.
—Leonardo jamás te dijeron que es de mala educación ver tanto a una persona, ya deja de verme y convierte tus pensamientos en palabras o en preguntas, da lo mismo.
—Perdón Isabella, es que es imposible no perderse en esa calma, en esa frialdad, en esa belleza y elegancia que posees y menos después de todo lo que hicimos allá atrás para recuperar el cargamento, otra mujer en tu lugar estaría muerta de miedo.
—Mucho de eso se lo debo a tu querido primo, cuando deje Italia con el corazón hecho trizas me convertí en un despojo humano, estaba en modo automático, me aseaba, comía, caminaba porque me lo ordenaban para seguir viviendo.
—No lo imagino, sé que amabas a mi primo y veías por sus ojos, pero porque llegar a ese extremo reconozco que era tu novio, pero jamás tuvieron intimidad y de hecho siempre se dijo que ese había sido el motivo que te dejara por Elena.
—Ja, ja, hay Leo, eso fue lo que tu primo dijo, pero en realidad un día antes de que todo terminara, tu primo me convenció, dijo que de todas maneras sería su esposa, pero que no podía esperar tanto que tenía necesidades y una fila de mujeres dispuestas a satisfacerlo. Organizo casa de la playa, compro, rosas y hasta una fina botella de champaña, después de hacerlo espero veinte minutos se levantó y comenzó a vestirse. —A medida que Isabella le relataba lo sucedido a Leonardo, sus ojos se llenaban de lágrimas que comenzaban a brotar amargamente. — Sabes en ese instante le pregunté qué había sucedido, que había hecho mal; porque se vestía y me dijo que me levantara, que todo había sido un juego que no me soportaba y que jamás se casaría con una estúpida niña mimada. Que Elena era la única mujer que sabía cómo hacerle el amor, que sabía cómo hacer vibrar su cuerpo con sus caricias y que eso que había hecho conmigo era la prueba para que Elena se convenciera de que ella era la única mujer que le importaba en la vida, término de vestirse me arrojo treinta dólares y se marchó dejándome destrozada.
—Isabella, mi primo, jamás me dijo nada, es un desgraciado cobarde como se atrevió hacerte algo así ¿Por qué no le dijiste nada al abuelo o a mi tío?
—Leonardo, si yo fuese dicho algo tú y yo no estaríamos juntos de camino a casa después de recuperar ese cargamento, muchos de nuestras familias estarían muertos tras una guerra interminable entre ambas familias y yo los aprecio mucho a ti, al abuelo y a mi padrino que ya no está.
—Y también amabas mucho a Francesco, pero tienes razón, estaríamos en la peor guerra entre nuestras familias, cambiando de tema como fue que aprendiste el entrenamiento táctico, además de pelear como peleas.
—Bueno, no haré el cuento tan largo; cuando comencé el primer semestre en la universidad conocí un chico del tercer semestre el cual me golpeo con su pelota de básquet, me pidió disculpa, comenzamos a charlar y todos los días almorzábamos juntos, poco después comenzamos a salir. Cuando estaba en el tercer semestre me entere de que era un agente encubierto de la Interpol que estaba detrás de mi familia.
— ¿Cómo fue que te enteraste?
—Él realmente se enamoró de mí y me lo confesó. Al principio me molesté, pero no te voy a negar que me gustaba y que supo arreglar de alguna manera todo el daño que había causado tu primo. Después se las arregló para llevarme a un campamento de entrenamiento, allí conocí a Carter y algunos de los chicos que nos acompañaron, hoy ellos me enseñaron todo lo que sé, cuando regrese con el de ese entrenamiento mi padre ya sabía que él era un agente y pues termine la relación prefería alejarme que asistir a su funeral.
—Y los jefes del chico no se enteraron, ¿cómo fue que convenciste a Carter y a los demás de trabajar para la mafia?
—Su padre es el director de la INTERPOL, en cuanto a Carter y el resto de los chicos estaban cansados de ver morir compañeros y que solo se le entregara la bandera y una mísera pensión a sus familiares, así que solo propuse y aceptaron.
— ¿Y tú superhéroe que dijo al respecto?
—Nada eran como hermanos mayores para él y sabía que tenían razón, además muy en el fondo sentía alivio de que se fueran conmigo, así podían hacer lo que él había hecho todo ese tiempo, cuidarme y protegerme.
— ¡Y amarte!, porque se nota que te amo mucho para arriesgar toda su vida y su carrera para poder protegerte y estar contigo, no muchos hacen eso.
—Así es mi estimado amigo, no muchos son tan leales, fieles y aman sin ningún interés, pero en fin esa es la historia.
Finalmente, Isabella había dicho cosas que había callado durante muchos años, ahora en dentro del vehículo reinaba un profundo silencio, cada uno sumergidos en pensamientos y recuerdos mientras esperaban llegar a la enorme mansión en donde los esperaba una desagradable sorpresa.
Al ingresar a la casa, Isabella y Leonardo destellaban felicidad y satisfacción, no podían ocultar que la operación había sido un éxito; sin embargo, Don Marco, que aun los esperaba en la sala, reflejaba una profunda y enorme molestia. Isabella, caminó hacia el sofá donde se encontraba Don Marco, se arrodilló ante el tomo sus manos y le dijo dulcemente — Abuelo que haces aquí deberías estar dormido, esto no te hace bien, ¿acaso no confías en nosotros?—Claro que confió en ustedes pequeña, mi pequeña no tan pequeña, como se ve que en el fondo queda esa dulzura que te caracterizaba. —Respondió Don Marco pasando una de sus manos por el suave cabello de Isabella.Leonardo estaba extrañado, no había duda de que algo ocurría, era la primera vez que su abuelo mostraba esa debilidad ante alguien, pero al mismo tiempo en sus ojos se podía ver una gran ira y desprecio. —Que sucede abuelo, ¿pasa algo?—Indago, Leonardo.—Sí, Isabella lo siento, no sé cómo se enteró ni como hizo para llegar hasta
El día iniciaba dejando colar unos finos rayos de sol a través de las cortinas de la enorme habitación, Francesco despertó y de inmediato voltio a ver el lado que ocupaba Isabella, pero ella ya se había levantado dejando delicadamente acomodado el lado de la cama donde había dormido.Se sentó unos segundos en la cama, tomo el reloj que estaba sobre la mesa y frunció el entrecejo. —No cabe duda que esta mujer y Elena son totalmente distintas, Isabella despierta a las seis de la mañana, mientras que si fuera por Elena se quedaría en mis brazos hasta el medio día; ya basta que me pasa, ahora hago comparaciones, mejor voy a ducharme para bajar a desayunar.Tan pronto salió de la ducha, comenzó a vestirse, saco del armario un jeans azul, camisa manga larga blanca, un blazer negro y mocasines del mismo color; luego comenzó a peinarse, se aplicó loción, se colocó el reloj y estaba por tomar un par de lentes oscuros cuando Ana entro a la habitación.—Buen día, señor, ¿cómo se siente?, vine ha
Isabella entró en la habitación, tomo la pijama y se dirigió al baño, después de unos minutos en la ducha salió encontrándose con Francesco parado al lado del arreglo floral y sosteniendo la tarjeta entre sus manos.Isabella, en tono arrogante, rompió el silencio que inundaba la habitación. —Puedo ver que te gusto el contenido de la tarjeta, ¿no me digas que piensas robar la dedicatoria para enviársela a Elena?, considero que deberías ser más original.Francesco se acercó a Isabella y sin mediar palabras la abofeteo de tal manera que esta se desplomó sobre el piso. —Quería ver si eras capaz de vociferar frente a mi familia una vez más que Salvatore te pretende, acaso piensas que me convertiré en el hazmerreír de todos. Ahora eres mi esposa y me debes respeto, ya no puedes andar haciendo lo que se te pega la gana, así que comienza a comportarte como la señora de Rossi.En ese momento Vicenzo toco a la puerta y al escuchar la orden de pasar entro. —Señor en el jardín principal está la s
El celular no dejaba de sonar. ¿Quién demonios llamaba con tanta insistencia? Francesco, tratando de abrir los ojos, se inclinó para tomar su pantalón del piso y sacar el celular. Con los ojos entreabiertos, pudo divisar el nombre de su primo en la pantalla.—Leonardo, ¿qué pasa? ¿Por qué tanta insistencia? ¿Acaso estás en problemas? —dijo Francesco, recostándose nuevamente en la cama mientras Elena lo rodeaba con sus brazos.—El único en problemas aquí eres tú. ¿Acaso no has visto la hora? Estamos todos reunidos esperando que decidas aparecer. Así que trae tu estúpido trasero cuanto antes; el abuelo está que mata y come del muerto, Francesco —susurró Leonardo, mientras Francesco sentía un escalofrío recorrer su espalda, poniendo fin a la llamada.— Mierda, el abuelo va a matarme. ¿Cómo pude olvidar la reunión de hoy? ¿Qué diablos pasa conmigo? —inquirió Francesco, sintiendo la tensión en sus palabras, mientras corría a la ducha y Elena tras él.Ambos salieron de la ducha y comenzaron
Isabella puso en marcha el lujoso vehículo mientras avanzaba en medio del insoportable tráfico. Su mente la trasladaba a ese miserable momento en el que se entregó tontamente a Francesco. De pronto, su voz la trajo de vuelta al lugar.— ¿Qué tanto piensas? ¿Acaso planeas desacerté de mí? ¡Ah, ya sé! Crees que porque me libraste de quedarme contigo en casa del abuelo, te voy a ver de otra manera y tendré que estar eternamente agradecido.—Siempre eres así de idiota, o ese efecto ocurre cuando estás a mi lado. Para tu información, no quiero ni me interesa que me veas de otra manera. Como te dije el día de nuestra boda, solo tenemos una sociedad. Son solo negocios y mientras seamos socios, debemos buscar la manera más… A ver, como diría, sensata o menos peligrosa para que todo acabe bien. Y ahora, más que nunca, que mi padre está por llegar.— ¿Sabes que estoy harto de esa sutil amenaza que lanzas cada vez que mencionas a tu padre? ¿Quién te crees que es, un dios inmortal que todo lo pue
El día había llegado. Isabella despertó temprano como de costumbre, bajó para tomar el desayuno en el jardín y luego fue a su clase de baile; eso era lo único que hacía que su nivel de ansiedad disminuyera. A pesar de que todo estaba preparado para la fiesta, los nervios porque todo fuera perfecto la consumían.—Niña, ¿ya terminó su desayuno? —preguntó Anita.—Sí, Anita, gracias. Voy a salir. Cualquier cosa, me marcas al celular, por favor.—Niña, ¿pero a dónde va? Recuerde que dentro de unas horas llegarán sus padres. Además, el señor aún está dormido y seguramente va a querer desayunar con usted. Pude notar que ayer le pidió que lo acompañara en la mesa. Quizás las cosas entre ustedes por fin cambien y puedan ser felices.—Anita, yo veré a mis padres en la fiesta. Leonardo y el abuelo van a ir por ellos al aeropuerto y los mantendrán ocupados. En cuanto al señor, no puedo hacer nada. Ya desayuné y realmente quiero ir a esa clase de baile. Hace mucho que no veo a mi loca amiga Chiara
Los últimos destellos dorados del sol se desvanecían en el horizonte, cediendo su lugar a la tan ansiada noche. Francesco esperaba a Isabella al pie de la escalera mientras observaba su reloj con impaciencia. La fiesta de bienvenida estaba por comenzar, y cada minuto parecía eterno. Isabella, por otro lado, se encontraba en su habitación, preparándose meticulosamente para el evento.Finalmente, Isabella comenzó a bajar la escalera, y al sentir sus pasos, Francesco apartó la vista del reloj. Clavó sus ojos en la hermosa mujer que descendía con elegancia. Su cabello marrón ondulado caía sobre sus hombros como una cascada, y su mirada penetrante desnudaba el alma de cualquiera que se atreviera a verla. La sonrisa enmarcada en esos carnosos labios rojos complementaba a la perfección con su sensual vestido dorado con incrustaciones de diamantes. Era un diseño hecho a medida para resaltar el escultural cuerpo de Isabella.Un hombro estaba cubierto por una manga larga, mientras el otro estab
La noche avanzó, marcada por momentos de alegría, risas y la conexión profunda entre los miembros de la familia. En medio de la elegancia y el esplendor, los padres de Isabella y Alessandra se sintieron verdaderamente bienvenidos por todas esas personas que habían compartido momentos inolvidables, momentos donde el amor y la lealtad eran la verdadera riqueza de la familia.Isabella, como buena anfitriona, se acercaba a las mesas para dedicarle unos minutos a conversar con los invitados; por su parte, Francesco se encontraba con Giuseppe, el abuelo, y los Lombardi comentando sobre la maravillosa fiesta, mientras Alessandra y Chiara conversaban y reían de las ocurrencias de Leonardo.Después de un rato, Isabella notó cómo Dimitri se acercaba sigilosamente a Francesco y le dijo algo al oído. Fue imposible no apreciar el cambio en el rostro de Francesco, quien rápidamente se alejó del grupo y salió con Dimitri a la entrada.Salvatore, Alessa, Leonardo y Chiara no pasaron por alto el detal