Electricidad

Edward entró al gran comedor principal y encontró a toda la familia ya sentada para el desayuno.

― ¿Y Grace? ―preguntó Alessandro al ver que Edward había entrado solo al lugar.

―Bajará en unos minutos ―anunció, tomó asiento en la mesa y observó al resto de la familia. Las mujeres lucían demacradas, como si cada una estuviera lidiando con su propio infierno personal. ¿Pero quién las había llevado a beber más de cinco botellas del vino más fuerte de la familia? Edward se sirvió una taza de café y la preparó. ―Y hablando de eso, ¿Tienen el vestido? ¿O solo fueron a emborracharse con la modista del pueblo? ―su tono era sarcástico y, para su sorpresa, nadie respondió. Algunas se masajeaban las sienes con las yemas de los dedos, otras simplemente perdían la mirada en las copas de agua, mientras que los hermanos de Edward se divertían con la fachada de sus esposas.

―Creo que optaron por el vino―dijo Alessandro antes de sonreír y dar un sorbo a su taza de café humeante, lanzando una mirada di
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