Edward se tomó casi cinco copas del mejor champán y aún no podía relajarse, Grace estaba sentada a su lado y miraba entretenida el ambiente, el presentador dio los anuncios de la noche, todo era risas, murmullos, bailada y uno que otro curioso, llegó a la mesa principal para saludar a Edward, presentó a Grace y luego lo mismo. Un hombre elegante, en traje de etiqueta y con una sonrisa adorable, se acercó a la mesa.― ¿Estarás de amargado toda la noche, Langford? ―cuando Edward levantó la mirada hacia la persona que se había detenido a su lado, sus ojos se abrieron de par en par al ver a su ex mejor amigo.―Richard. ―dijo Edward levantándose de su lugar, estrechó la mano de este y luego se dieron un breve abrazo, ambos sonreían. ―Mira nada más, ya te vistes bien, incluso, te bañas y te arreglas esa mata que tenías por cabello. ―Richard rompió en risa a las palabras de Edward.―Algo así, tengo años que no te he visto por el pueblo. Lo último que escuché era que te ibas a casar con Gisel
Richard tenía las cejas alzadas en lo alto, aquella interrupción, lo dejó perplejo. Se ajustó la pajarita y sonrió a medias. ―Claro, claro, adelante. ―nomás le quedó decir eso mientras retomó su camino a la mesa donde había dejado a su acompañante. ― ¿De qué tanto hablaban? ―exigió saber Edward, quien empezó a moverse con ella por la pista alejándose de la mirada de su ex amigo, eso le había recordado fuertemente por qué su amistad, de hace años, había terminado. ―Creí que no sabías bailar. ―dijo Grace algo inquieta por casi pisarlo.―Nunca preguntaste. Solo asumiste que no lo hacía. ―replicó Edward irritado. ― ¿De qué es lo que hablaron? Noté tu tensión, por eso es que tuve que levantarme de mi lugar y venir a tu rescate. ―la canción terminó, Grace se lo hizo saber a Edward, quien era ajeno a aquello. Los dos se miraron de cara a cara, aun en el agarre, esperando que la siguiente canción comenzara. ―Solo me ha preguntado donde te he conocido. Solo eso. Ah, y algo de que el dinero
Giselle se puso de pie y de manera elegante se alejó de la mesa principal, rodeó las carpas hasta que se encontró con una de las hijas de empresarios invitados al evento, era castaña, caderona, pechos grandes, y tenía una bonita sonrisa. Giselle sonrió cuando se detuvo a su lado. ―Edward se ha ido por allá. ―le anunció, la mujer castaña, se ruborizó de inmediato. ―Lo sé, lo vi hablando contigo hace momentos. ―le respondió. ―Sí, al parecer, ha discutido con su prometida, intenté calmarlo, pero al parecer, no le apetece mi compañía, noté que te miró, ¿Por qué no vas y ves si lo tranquilizas tú? ―la mujer castaña, llamada Valentina. ―Pero no es apropiado, todo mundo sabe que está con la joven aquella. ―le lanzó una mirada a Grace y a Alessandro, que reían los dos de algo, pero seguían moviéndose en la pista. ―Envidia de esa mujer. Tiene al suegro comiendo de su mano. ―dijo Valentina decepcionada. ―Pero recuerda, aún no se han casado, pueden romper su compromiso en cualquier momento.
Edward subió detrás de Grace, tecleó rápidamente un mensaje y al terminar, regresó su celular al interior de su traje de etiqueta, tiró de la pajarita y desabotonó sus primeros botones dejando al descubierto un poco de su piel. Repasó mentalmente lo sucedido con Valentina, su cuerpo no había reaccionado y lo comparó con el resto de mujeres que habían cruzado por su cama, no había electricidad, ese cosquilleo, un anhelo de poseer, solo satisfacción personal.― ¿Te arrepientes de no haber seguido a la castaña? ―preguntó Grace mirando de perfil a Edward que estaba a su lado, en silencio, pensativo.― ¿Por qué la pregunta? ―él siguió sin mirarla.―Te ves decepcionado. ―respondió sincera, esas palabras hicieron que Edward mirara a Grace.―Decepcionado. ―repitió esa palabra, y no era al sentimiento que sintió en ese momento. Era algo más. ―No. No lo estoy. ―luego miró por la ventanilla, vibró su celular en el interior de su saco de etiqueta, lo buscó y cuando miró la pantalla, presionó sus
Grace se separó del beso que Edward había intensificado, necesitaba respirar, al hacerlo, él tenía la mirada cargada de algo que no pudo describir.―Espera―dijo jadeando, luego, tomó un poco más de aire― ¿Sabes lo que estamos haciendo? ―la mirada de él, se suavizó, como si aquella pregunta, fuese más que obvia.―Oh, mi pequeña Gracie, creo que no se me nota lo suficiente que… Te deseo, y sé qué tú a mí, tu cuerpo, me lo demuestra. ―él tomó también aire y sonrió de manera breve, haciendo que ella, se sorprendiera, ¿Cuándo había visto en Edward una verdadera sonrisa? Eso la apantalló bastante. Era como si aquel iceberg, empezara a derretirse poco a poco y ella, se conmovió, tomó su rostro con ambas manos y comenzó a besarlo de una manera lenta, tierna, llena de algo, él se dejó, por primera vez, se dejó querer por ella, o fuese lo que estuviese haciendo, eso, le llenó de una calidez, que nunca había sentido. Grace terminó el beso, sus ojos se quedaron en los suyos por un momento, ningun
El sonido distante del agua cayendo finalmente la sacó de su letargo. Un dolor pulsante entre sus piernas la hizo fruncir el ceño, incómoda. Con la vista, aún nublada por el sueño, dirigió su mirada hacia la ventana. Las cortinas se mecían suavemente al compás de la brisa matutina que apenas se filtraba por la habitación. Al incorporarse, notó el espacio vacío a su lado, lo que la hizo estremecerse ligeramente. Se envolvió en la sábana, su mente aún adormecida, y dejó vagar su mirada hacia el baño. La sorpresa se dibujó en su rostro al percatarse de que Edward había utilizado la ducha de la misma habitación. Se removió de su lugar hasta que se sentó en la orilla de la cama, se puso de pie tirando al mismo tiempo el resto de la sábana para envolver su cuerpo desnudo, caminó hasta el baño para confirmar que realmente es
Grace pasó su mano por el espejo empañado por el vapor de la ducha, se notó y, se sintió diferente, pero su cabeza, aún seguía con aquella tormenta de sensaciones, así como pensamientos y ninguno llegaba a tierra firme.Brincó en su lugar cuando vio en el reflejo a Edward detrás de ella, se inclinó para besar la curva de su cuello. Grace cerró sus ojos y disfrutó todo aquello que le hacía sentir, la forma en que la tocó, la estremeció y él sabía cómo reaccionaba su cuerpo a él, eso era algo que le hacía sentir poder. Las manos de Edward pasaron a sus pechos y los acarició, haciendo que ella gimiera. Pero él se detuvo, tenían la comida en casa de sus padres y a estas alturas, no sería impuntual, era una que siempre estaba arraigada en él. Se separó de su piel un par de centímetros, miró hacia el espejo y contempló en silencio aquel reflejo de una hermosa mujer que se había entregado a él por primera vez. Era su lienzo en blanco. Solo de él.Y de nadie más. El solo pensar que otras mano
Lorenza extendió el vestido sobre la cama antigua de Edward, Grace se sorprendió por la belleza, era de tirantes, un escote recto, y la tela era ligera, los colores dorados se mezclaban con los turquesas.―Es hermoso. ―Lorenza sonrió al escuchar lo obvio para ella.―Póntelo. Tienes que lucir elegante en tu fiesta de compromiso. ―Grace levantó la mirada del vestido para mirar a Lorenza.―No sabía que hoy…―balbuceó, no le había dicho nada Edward, de haberlo sabido, hubiera elegido un vestido acorde al momento. ―Gracias. ―dijo regresando la mirada a la mujer al otro lado de la cama.―Te esperaré, ―ella asintió y tomó el vestido, se dirigió al baño mientras que Lorenza se sentó en la orilla de la cama, frente a aquella puerta. ―Por cierto, ―dijo en voz alta Lorenza. ― ¿Ya tienen donde pasarán la luna de miel?―No, aún no ha dicho nada Edward. ―Grace fue sincera, se miró en el espejo una vez que se puso el vestido, tenía que sumir el estómago por qué estaba bastante ajustado, no supo en su