Grace se miró en el espejo y no podía creer como un hermoso vestido de noche que valía miles de dólares, la hiciera ver otra persona. Su cabello rubio, estaba recogido, dejando a la vista la curva de su cuello y hombros. El escote en forma de V llegaba pasando la línea de entre los pechos, era discreto y elegante al mismo tiempo, se ajustó a su delgada cintura y de ahí, había caída libre hasta ocultar sus pies. El color era negro y tenía destellos de una sutil pedrería. Realmente, la hacía ver otra persona.―Quedó listo, señora. ―escuchó decir a la estilista italiana que hablaba bien el español.―Gracias, te ha quedado hermoso. ―susurró Grace sin dejar de mirarse en el espejo de cuerpo completo.―Aquí tiene su bolso―le informó la mujer, cuando Grace se giró, sonrió débilmente al ver que era un bolso pequeño a juego con el vestido.―Gracias.―Yo me retiraré, que tenga una excelente velada, señora. ―luego se dio la vuelta y se retiró de la habitación. Grace miró de nuevo al espejo y sus
Aquella pregunta hizo que Giselle se cabreara más de lo que ya estaba, ese collar y los aretes de diamantes, iba a ser un regalo de compromiso, la mujer que había atendido a Edward hace tiempo atrás, eso le había informado, incluso, le había enviado una foto antes de envolverlos y entregarlos a Edward. Y ahí estaban, en el cuello de otra mujer que no era ella, y eso, le hizo hervir más la sangre. ―Claro que se le ve bien, ―ladeó el rostro al mirar a Grace―Pero… ¿No es MUCHO en una mujer tan…pequeña? ―Grace alzó sus cejas con sorpresa. ―No tiene nada que ver la estatura, ―replicó de inmediato con toda la elegancia que Grace podía usar―Lo que cuenta es en quién está ese MUCHO. ―Edward al escuchar aquello, sonrió satisfecho. ―Por si no entendiste, me refiero a mí, a su futura esposa. ―no dejó que ella diera una respuesta a sus palabras, ya que miró a Edward a su lado. ― ¿Vamos? Tu familia nos espera, cariño. ―Claro, ―dijo en un tono suave, bastante para el gusto de Giselle, luego la es
Edward se tomó casi cinco copas del mejor champán y aún no podía relajarse, Grace estaba sentada a su lado y miraba entretenida el ambiente, el presentador dio los anuncios de la noche, todo era risas, murmullos, bailada y uno que otro curioso, llegó a la mesa principal para saludar a Edward, presentó a Grace y luego lo mismo. Un hombre elegante, en traje de etiqueta y con una sonrisa adorable, se acercó a la mesa.― ¿Estarás de amargado toda la noche, Langford? ―cuando Edward levantó la mirada hacia la persona que se había detenido a su lado, sus ojos se abrieron de par en par al ver a su ex mejor amigo.―Richard. ―dijo Edward levantándose de su lugar, estrechó la mano de este y luego se dieron un breve abrazo, ambos sonreían. ―Mira nada más, ya te vistes bien, incluso, te bañas y te arreglas esa mata que tenías por cabello. ―Richard rompió en risa a las palabras de Edward.―Algo así, tengo años que no te he visto por el pueblo. Lo último que escuché era que te ibas a casar con Gisel
Richard tenía las cejas alzadas en lo alto, aquella interrupción, lo dejó perplejo. Se ajustó la pajarita y sonrió a medias. ―Claro, claro, adelante. ―nomás le quedó decir eso mientras retomó su camino a la mesa donde había dejado a su acompañante. ― ¿De qué tanto hablaban? ―exigió saber Edward, quien empezó a moverse con ella por la pista alejándose de la mirada de su ex amigo, eso le había recordado fuertemente por qué su amistad, de hace años, había terminado. ―Creí que no sabías bailar. ―dijo Grace algo inquieta por casi pisarlo.―Nunca preguntaste. Solo asumiste que no lo hacía. ―replicó Edward irritado. ― ¿De qué es lo que hablaron? Noté tu tensión, por eso es que tuve que levantarme de mi lugar y venir a tu rescate. ―la canción terminó, Grace se lo hizo saber a Edward, quien era ajeno a aquello. Los dos se miraron de cara a cara, aun en el agarre, esperando que la siguiente canción comenzara. ―Solo me ha preguntado donde te he conocido. Solo eso. Ah, y algo de que el dinero
Giselle se puso de pie y de manera elegante se alejó de la mesa principal, rodeó las carpas hasta que se encontró con una de las hijas de empresarios invitados al evento, era castaña, caderona, pechos grandes, y tenía una bonita sonrisa. Giselle sonrió cuando se detuvo a su lado. ―Edward se ha ido por allá. ―le anunció, la mujer castaña, se ruborizó de inmediato. ―Lo sé, lo vi hablando contigo hace momentos. ―le respondió. ―Sí, al parecer, ha discutido con su prometida, intenté calmarlo, pero al parecer, no le apetece mi compañía, noté que te miró, ¿Por qué no vas y ves si lo tranquilizas tú? ―la mujer castaña, llamada Valentina. ―Pero no es apropiado, todo mundo sabe que está con la joven aquella. ―le lanzó una mirada a Grace y a Alessandro, que reían los dos de algo, pero seguían moviéndose en la pista. ―Envidia de esa mujer. Tiene al suegro comiendo de su mano. ―dijo Valentina decepcionada. ―Pero recuerda, aún no se han casado, pueden romper su compromiso en cualquier momento.
Edward subió detrás de Grace, tecleó rápidamente un mensaje y al terminar, regresó su celular al interior de su traje de etiqueta, tiró de la pajarita y desabotonó sus primeros botones dejando al descubierto un poco de su piel. Repasó mentalmente lo sucedido con Valentina, su cuerpo no había reaccionado y lo comparó con el resto de mujeres que habían cruzado por su cama, no había electricidad, ese cosquilleo, un anhelo de poseer, solo satisfacción personal.― ¿Te arrepientes de no haber seguido a la castaña? ―preguntó Grace mirando de perfil a Edward que estaba a su lado, en silencio, pensativo.― ¿Por qué la pregunta? ―él siguió sin mirarla.―Te ves decepcionado. ―respondió sincera, esas palabras hicieron que Edward mirara a Grace.―Decepcionado. ―repitió esa palabra, y no era al sentimiento que sintió en ese momento. Era algo más. ―No. No lo estoy. ―luego miró por la ventanilla, vibró su celular en el interior de su saco de etiqueta, lo buscó y cuando miró la pantalla, presionó sus
Grace se separó del beso que Edward había intensificado, necesitaba respirar, al hacerlo, él tenía la mirada cargada de algo que no pudo describir.―Espera―dijo jadeando, luego, tomó un poco más de aire― ¿Sabes lo que estamos haciendo? ―la mirada de él, se suavizó, como si aquella pregunta, fuese más que obvia.―Oh, mi pequeña Gracie, creo que no se me nota lo suficiente que… Te deseo, y sé qué tú a mí, tu cuerpo, me lo demuestra. ―él tomó también aire y sonrió de manera breve, haciendo que ella, se sorprendiera, ¿Cuándo había visto en Edward una verdadera sonrisa? Eso la apantalló bastante. Era como si aquel iceberg, empezara a derretirse poco a poco y ella, se conmovió, tomó su rostro con ambas manos y comenzó a besarlo de una manera lenta, tierna, llena de algo, él se dejó, por primera vez, se dejó querer por ella, o fuese lo que estuviese haciendo, eso, le llenó de una calidez, que nunca había sentido. Grace terminó el beso, sus ojos se quedaron en los suyos por un momento, ningun
El sonido distante del agua cayendo finalmente la sacó de su letargo. Un dolor pulsante entre sus piernas la hizo fruncir el ceño, incómoda. Con la vista, aún nublada por el sueño, dirigió su mirada hacia la ventana. Las cortinas se mecían suavemente al compás de la brisa matutina que apenas se filtraba por la habitación. Al incorporarse, notó el espacio vacío a su lado, lo que la hizo estremecerse ligeramente. Se envolvió en la sábana, su mente aún adormecida, y dejó vagar su mirada hacia el baño. La sorpresa se dibujó en su rostro al percatarse de que Edward había utilizado la ducha de la misma habitación. Se removió de su lugar hasta que se sentó en la orilla de la cama, se puso de pie tirando al mismo tiempo el resto de la sábana para envolver su cuerpo desnudo, caminó hasta el baño para confirmar que realmente es