Se hizo un silencio incómodo. ―Oh, disculpen mi confusión. ― ¿Entonces? ¿Este es el caballo para ella?―Sí, sí, Langford. Por cierto, sigues siendo el mismo por lo que veo. ― ¿Tengo que cambiar algo? ―su pregunta era cargado de un tono de frialdad, Vicencio sonrió de manera divertida. ―Es bueno, verte de nuevo. Y bienvenido al pueblo. ―miró a Grace y le sonrió de manera amable, una que confundió Edward por la de coqueteo. ―Bienvenida, señorita. ―extendió su mano, pero Edward la bloqueó. ―Necesito los caballos, ya todos empezaron a marcharse a campo abierto―dijo Edward impaciente. ―Claro, claro, esta belleza la puede correr tu hermosa prometida. ―las mejillas de Grace se tiñeron de un rosa claro. ―Lo montaré con ella. ―anunció Edward―Gracias. ―se puso de espalda contra Vicencio para mirar a Grace. ― ¿Lista?―Yo… Bueno, sí, creo. ―Edward le dio indicación de como subir al caballo, al hacerlo, Grace lo hizo bastante bien para la sorpresa de ellos. ―Bien, andaré cerca por si neces
Escuchar aquella pregunta, dejó a Grace sin palabras, no sabía que responder, pero lo que se le vino a la mente en ese momento, fue fruncir su ceño y sonreír.― ¿Acuerdo? ¿Beneficios? ―se puso de pie y miró de nuevo el arroyo, para después mirar en su dirección. ―No entiendo de lo que me habla.―Debe de ser una sorpresa para ti que esté al tanto del acuerdo entre tú y Edward. Él probablemente piensa que soy muy ingenuo, pero quiero que sepas que no estoy enojado ni molesto. Simplemente, habría deseado que esto fuera genuino.― Hizo una pausa breve, luego se levantó y se acercó a ella para estar a su lado mientras observaban el agua correr frente a ellos. ―Que fuera real.―Es real. ―dijo Grace, aun con el corazón, latiendo tan aprisa que juró que podría escucharlo si prestara total atención.―No, no lo es. ―respondió desviando su mirada a ella. ―Pero, por más extraño que lo sea, he visto comportamientos en Edward que me dan esperanza, pero bueno, eso…― ¿Por qué tardan tanto? ―preguntó
Edward y Grace llegaron al establo, donde encontraron a Vicencio esperando para recibir al caballo. A Edward no le sorprendió verlo allí. Vicencio, al ver a Grace, esbozó una sonrisa y se quitó el sombrero con cortesía, mientras ella le devolvía un gesto de saludo cordial sin pronunciar palabra alguna.―Eso ha sido rápido, Langford ―comentó Vicencio, dirigiendo su mirada hacia Edward. ― ¿Ya te aburriste?Edward optó por el silencio, simplemente entregó las riendas y luego tomó el brazo de Grace, alejándose juntos de los establos.― ¿Puedes soltarme? Ya no hay nadie mirando ―solicitó Grace. Edward la soltó y continuaron caminando hacia la casa Langford en total silencio, ella estaba inquieta, Alessandro se había escuchado tan seguro del acuerdo, sus pensamientos fueron interrumpidos cuando varias personas de seguridad del equipo de Edward, subía a la camioneta maletas, ella arrugó su ceño y miró a Edward cuando se detuvieron. ― ¿Nos vamos a ir? ―preguntó, confundida.―Regresaremos a la
Grace sintió cómo su cuerpo cobraba vida por sí solo, sus manos se elevaron instintivamente para deslizarse por la nuca de Edward. Entrelazó sus dedos en su cabello y tiró suavemente de él, lo que provocó un jadeo inesperado de Edward contra sus labios. Ese simple gesto le trajo una satisfacción que no esperaba. Se separaron por un momento, y Edward la miró detenidamente. Ella tenía los ojos cerrados, los labios entreabiertos y un rubor encantador en las mejillas. ― ¿Estás bien? ―preguntó en un susurro. Grace abrió los ojos y asintió. Quería volver a besarlo, y él a ella, así que no dudaron en encontrarse de nuevo en un beso apasionado. Bajaron la intensidad del beso y entre sus labios, Edward comenzó a hablar: ―Sé que esto no estaba en el acuerdo y…― Grace salió de su ensimismamiento, separándose unos centímetros, lentamente de él, sin dejar de mirarlo. ―El acuerdo…―dijo, aclarándose la garganta mientras se sentaba de nuevo en su lugar, intentando controlar sus emociones y el calor
“Solo tú y yo” aquellas últimas palabras hicieron temblar por completo a Grace, cuando Edward estaba dispuesto a dar el siguiente paso, el toque de la puerta, arruinó el momento. Se quedaron ambos mirándose sin decir nada, pero sus corazones latiendo a toda prisa, decían mucho más, él soltó un gruñido entre dientes, esa acción hizo que reaccionara Grace. “Quizás es una señal”, pensó ella.―Debe de ser importante, yo tengo que arreglar los últimos detalles para el evento de tu familia. ―estaba a punto de separarse de él y bajar de la cama, cuando él lo impidió, la volvió a recostar a su costado y tomó su boca para devorarla en un beso apasionado que la había dejado casi sin respiración, al terminar el beso, él la miró.―Será una breve pausa―luego tiró de la sábana para cubrir, lo que ya ella cubría con sus manos. Bajó de la gran cama y se acomodó disimuladamente su erección que tiraba con fiereza de la tela del pantalón. Se abotonó de prisa la camisa y abrió la puerta, y ahí estaba, su
Grace se miró en el espejo y no podía creer como un hermoso vestido de noche que valía miles de dólares, la hiciera ver otra persona. Su cabello rubio, estaba recogido, dejando a la vista la curva de su cuello y hombros. El escote en forma de V llegaba pasando la línea de entre los pechos, era discreto y elegante al mismo tiempo, se ajustó a su delgada cintura y de ahí, había caída libre hasta ocultar sus pies. El color era negro y tenía destellos de una sutil pedrería. Realmente, la hacía ver otra persona.―Quedó listo, señora. ―escuchó decir a la estilista italiana que hablaba bien el español.―Gracias, te ha quedado hermoso. ―susurró Grace sin dejar de mirarse en el espejo de cuerpo completo.―Aquí tiene su bolso―le informó la mujer, cuando Grace se giró, sonrió débilmente al ver que era un bolso pequeño a juego con el vestido.―Gracias.―Yo me retiraré, que tenga una excelente velada, señora. ―luego se dio la vuelta y se retiró de la habitación. Grace miró de nuevo al espejo y sus
Aquella pregunta hizo que Giselle se cabreara más de lo que ya estaba, ese collar y los aretes de diamantes, iba a ser un regalo de compromiso, la mujer que había atendido a Edward hace tiempo atrás, eso le había informado, incluso, le había enviado una foto antes de envolverlos y entregarlos a Edward. Y ahí estaban, en el cuello de otra mujer que no era ella, y eso, le hizo hervir más la sangre. ―Claro que se le ve bien, ―ladeó el rostro al mirar a Grace―Pero… ¿No es MUCHO en una mujer tan…pequeña? ―Grace alzó sus cejas con sorpresa. ―No tiene nada que ver la estatura, ―replicó de inmediato con toda la elegancia que Grace podía usar―Lo que cuenta es en quién está ese MUCHO. ―Edward al escuchar aquello, sonrió satisfecho. ―Por si no entendiste, me refiero a mí, a su futura esposa. ―no dejó que ella diera una respuesta a sus palabras, ya que miró a Edward a su lado. ― ¿Vamos? Tu familia nos espera, cariño. ―Claro, ―dijo en un tono suave, bastante para el gusto de Giselle, luego la es
Edward se tomó casi cinco copas del mejor champán y aún no podía relajarse, Grace estaba sentada a su lado y miraba entretenida el ambiente, el presentador dio los anuncios de la noche, todo era risas, murmullos, bailada y uno que otro curioso, llegó a la mesa principal para saludar a Edward, presentó a Grace y luego lo mismo. Un hombre elegante, en traje de etiqueta y con una sonrisa adorable, se acercó a la mesa.― ¿Estarás de amargado toda la noche, Langford? ―cuando Edward levantó la mirada hacia la persona que se había detenido a su lado, sus ojos se abrieron de par en par al ver a su ex mejor amigo.―Richard. ―dijo Edward levantándose de su lugar, estrechó la mano de este y luego se dieron un breve abrazo, ambos sonreían. ―Mira nada más, ya te vistes bien, incluso, te bañas y te arreglas esa mata que tenías por cabello. ―Richard rompió en risa a las palabras de Edward.―Algo así, tengo años que no te he visto por el pueblo. Lo último que escuché era que te ibas a casar con Gisel