Grace sintió cómo su cuerpo cobraba vida por sí solo, sus manos se elevaron instintivamente para deslizarse por la nuca de Edward. Entrelazó sus dedos en su cabello y tiró suavemente de él, lo que provocó un jadeo inesperado de Edward contra sus labios. Ese simple gesto le trajo una satisfacción que no esperaba. Se separaron por un momento, y Edward la miró detenidamente. Ella tenía los ojos cerrados, los labios entreabiertos y un rubor encantador en las mejillas. ― ¿Estás bien? ―preguntó en un susurro. Grace abrió los ojos y asintió. Quería volver a besarlo, y él a ella, así que no dudaron en encontrarse de nuevo en un beso apasionado. Bajaron la intensidad del beso y entre sus labios, Edward comenzó a hablar: ―Sé que esto no estaba en el acuerdo y…― Grace salió de su ensimismamiento, separándose unos centímetros, lentamente de él, sin dejar de mirarlo. ―El acuerdo…―dijo, aclarándose la garganta mientras se sentaba de nuevo en su lugar, intentando controlar sus emociones y el calor
“Solo tú y yo” aquellas últimas palabras hicieron temblar por completo a Grace, cuando Edward estaba dispuesto a dar el siguiente paso, el toque de la puerta, arruinó el momento. Se quedaron ambos mirándose sin decir nada, pero sus corazones latiendo a toda prisa, decían mucho más, él soltó un gruñido entre dientes, esa acción hizo que reaccionara Grace. “Quizás es una señal”, pensó ella.―Debe de ser importante, yo tengo que arreglar los últimos detalles para el evento de tu familia. ―estaba a punto de separarse de él y bajar de la cama, cuando él lo impidió, la volvió a recostar a su costado y tomó su boca para devorarla en un beso apasionado que la había dejado casi sin respiración, al terminar el beso, él la miró.―Será una breve pausa―luego tiró de la sábana para cubrir, lo que ya ella cubría con sus manos. Bajó de la gran cama y se acomodó disimuladamente su erección que tiraba con fiereza de la tela del pantalón. Se abotonó de prisa la camisa y abrió la puerta, y ahí estaba, su
Grace se miró en el espejo y no podía creer como un hermoso vestido de noche que valía miles de dólares, la hiciera ver otra persona. Su cabello rubio, estaba recogido, dejando a la vista la curva de su cuello y hombros. El escote en forma de V llegaba pasando la línea de entre los pechos, era discreto y elegante al mismo tiempo, se ajustó a su delgada cintura y de ahí, había caída libre hasta ocultar sus pies. El color era negro y tenía destellos de una sutil pedrería. Realmente, la hacía ver otra persona.―Quedó listo, señora. ―escuchó decir a la estilista italiana que hablaba bien el español.―Gracias, te ha quedado hermoso. ―susurró Grace sin dejar de mirarse en el espejo de cuerpo completo.―Aquí tiene su bolso―le informó la mujer, cuando Grace se giró, sonrió débilmente al ver que era un bolso pequeño a juego con el vestido.―Gracias.―Yo me retiraré, que tenga una excelente velada, señora. ―luego se dio la vuelta y se retiró de la habitación. Grace miró de nuevo al espejo y sus
Aquella pregunta hizo que Giselle se cabreara más de lo que ya estaba, ese collar y los aretes de diamantes, iba a ser un regalo de compromiso, la mujer que había atendido a Edward hace tiempo atrás, eso le había informado, incluso, le había enviado una foto antes de envolverlos y entregarlos a Edward. Y ahí estaban, en el cuello de otra mujer que no era ella, y eso, le hizo hervir más la sangre. ―Claro que se le ve bien, ―ladeó el rostro al mirar a Grace―Pero… ¿No es MUCHO en una mujer tan…pequeña? ―Grace alzó sus cejas con sorpresa. ―No tiene nada que ver la estatura, ―replicó de inmediato con toda la elegancia que Grace podía usar―Lo que cuenta es en quién está ese MUCHO. ―Edward al escuchar aquello, sonrió satisfecho. ―Por si no entendiste, me refiero a mí, a su futura esposa. ―no dejó que ella diera una respuesta a sus palabras, ya que miró a Edward a su lado. ― ¿Vamos? Tu familia nos espera, cariño. ―Claro, ―dijo en un tono suave, bastante para el gusto de Giselle, luego la es
Edward se tomó casi cinco copas del mejor champán y aún no podía relajarse, Grace estaba sentada a su lado y miraba entretenida el ambiente, el presentador dio los anuncios de la noche, todo era risas, murmullos, bailada y uno que otro curioso, llegó a la mesa principal para saludar a Edward, presentó a Grace y luego lo mismo. Un hombre elegante, en traje de etiqueta y con una sonrisa adorable, se acercó a la mesa.― ¿Estarás de amargado toda la noche, Langford? ―cuando Edward levantó la mirada hacia la persona que se había detenido a su lado, sus ojos se abrieron de par en par al ver a su ex mejor amigo.―Richard. ―dijo Edward levantándose de su lugar, estrechó la mano de este y luego se dieron un breve abrazo, ambos sonreían. ―Mira nada más, ya te vistes bien, incluso, te bañas y te arreglas esa mata que tenías por cabello. ―Richard rompió en risa a las palabras de Edward.―Algo así, tengo años que no te he visto por el pueblo. Lo último que escuché era que te ibas a casar con Gisel
Richard tenía las cejas alzadas en lo alto, aquella interrupción, lo dejó perplejo. Se ajustó la pajarita y sonrió a medias. ―Claro, claro, adelante. ―nomás le quedó decir eso mientras retomó su camino a la mesa donde había dejado a su acompañante. ― ¿De qué tanto hablaban? ―exigió saber Edward, quien empezó a moverse con ella por la pista alejándose de la mirada de su ex amigo, eso le había recordado fuertemente por qué su amistad, de hace años, había terminado. ―Creí que no sabías bailar. ―dijo Grace algo inquieta por casi pisarlo.―Nunca preguntaste. Solo asumiste que no lo hacía. ―replicó Edward irritado. ― ¿De qué es lo que hablaron? Noté tu tensión, por eso es que tuve que levantarme de mi lugar y venir a tu rescate. ―la canción terminó, Grace se lo hizo saber a Edward, quien era ajeno a aquello. Los dos se miraron de cara a cara, aun en el agarre, esperando que la siguiente canción comenzara. ―Solo me ha preguntado donde te he conocido. Solo eso. Ah, y algo de que el dinero
Giselle se puso de pie y de manera elegante se alejó de la mesa principal, rodeó las carpas hasta que se encontró con una de las hijas de empresarios invitados al evento, era castaña, caderona, pechos grandes, y tenía una bonita sonrisa. Giselle sonrió cuando se detuvo a su lado. ―Edward se ha ido por allá. ―le anunció, la mujer castaña, se ruborizó de inmediato. ―Lo sé, lo vi hablando contigo hace momentos. ―le respondió. ―Sí, al parecer, ha discutido con su prometida, intenté calmarlo, pero al parecer, no le apetece mi compañía, noté que te miró, ¿Por qué no vas y ves si lo tranquilizas tú? ―la mujer castaña, llamada Valentina. ―Pero no es apropiado, todo mundo sabe que está con la joven aquella. ―le lanzó una mirada a Grace y a Alessandro, que reían los dos de algo, pero seguían moviéndose en la pista. ―Envidia de esa mujer. Tiene al suegro comiendo de su mano. ―dijo Valentina decepcionada. ―Pero recuerda, aún no se han casado, pueden romper su compromiso en cualquier momento.
Edward subió detrás de Grace, tecleó rápidamente un mensaje y al terminar, regresó su celular al interior de su traje de etiqueta, tiró de la pajarita y desabotonó sus primeros botones dejando al descubierto un poco de su piel. Repasó mentalmente lo sucedido con Valentina, su cuerpo no había reaccionado y lo comparó con el resto de mujeres que habían cruzado por su cama, no había electricidad, ese cosquilleo, un anhelo de poseer, solo satisfacción personal.― ¿Te arrepientes de no haber seguido a la castaña? ―preguntó Grace mirando de perfil a Edward que estaba a su lado, en silencio, pensativo.― ¿Por qué la pregunta? ―él siguió sin mirarla.―Te ves decepcionado. ―respondió sincera, esas palabras hicieron que Edward mirara a Grace.―Decepcionado. ―repitió esa palabra, y no era al sentimiento que sintió en ese momento. Era algo más. ―No. No lo estoy. ―luego miró por la ventanilla, vibró su celular en el interior de su saco de etiqueta, lo buscó y cuando miró la pantalla, presionó sus