Luis Punto de VistaOír el tono de mi mamá era como oír una alarma. Nada podía despertarme más rápido de un sueño que su voz. Me di la vuelta para responder cuando me di cuenta de que no estaba solo. Esperaba que para cuando me levantara, Carlos se hubiera deshecho de las jóvenes que buscamos en el club la noche anterior.Al girarme, le di un codazo a la chica y me senté con el teléfono en la mano, pero mi madre ya había colgado. Cuando me dispuse a llamarla, zumbó un mensaje de texto en el móvil y aparecieron dos palabras en la pantalla que me pusieron en movimiento.No jodas!Me levanté y corrí por el pasillo hasta la habitación de Carlos, con la esperanza de que mi mejor amigo y hermano del alma actuara rápido.Abrí la puerta y entré, antes de fijarme en su cara o en la pelirroja que estaba inclinada hacia atrás y montada en su entrepierna. Se cubrió los pechos, pero continuó balanceándose sobre él, mientras yo me detenía en seco.—¡Está en camino! —Esas palabras pusieron a Carlos
Helen Punto de VistaAunque el hogar de la familia Red era una enorme mansión, decorada en tonos cálidos, con lujosos muebles y estallidos de color, todavía parecía una fría cueva de piedra. Era como si las gemelas poseyeran una fuerza que absorbiera la vida, como si robara el aire y la luz del lugar. Ni siquiera tenían que estar en la misma habitación conmigo para hacerme sentir así. Daba la sensación de que su energía contaminaba la casa constantemente. En los dos últimos meses me había cansado de trabajar para ellos. Necesitaba ganar lo suficiente para encontrar mi propio sitio, pero por ahora tendría que aguantar un poco más. Al menos el viaje al trabajo era fácil. Me levantaba todas las mañanas y ya estaba en mi destino, aunque preferiría conducir a través del país que vivir con las gemelas.Iba de camino a la habitación de invitados cuando pasé junto a Scott Red en el rellano del primer piso. En ese momento, se me cayó un anillo del dedo, golpeó el suelo de baldosas con un tint
Luis Punto de VistaCarlos y yo habíamos conseguido la invitación oficial de la gala y teníamos duplicados hechos por el autor original para poder repartirlos a nuestro antojo. Mientras paseábamos por nuestro local nocturno favorito, él ya había entregado todos los sobres y a mí solo me quedaban unos pocos. Los estaba guardando para las chicas del club de campo, pero mi plan estaba en marcha.Estábamos sentados la zona vip y enseguida me fijé en una de las mesoneras que había llamado mi atención por su impresionante escote.Carlos me dio un codazo y se inclinó para hablarme con una sonrisa inmensa. —Mira quién está aquí. —Su voz sonó entusiasmada, mientras señalaba a las chicas que se acercaban.Enseguida reparé en dos pares de piernas y unas tetas capaces de volver loco a un hombre. Las gemelas Red eran unas hembras calientes, no hay duda de ello, pero sus formas ásperas me espantaban desde que las conocí, dos años atrás. Mariel era la más hermosa de las dos. Llevaba una estrella
Helen Punto de VistaMariel se giró frente al espejo de tres hojas y analizó la parte trasera del vestido, mientras yo me sentaba para verla. Podría estar en mi habitación, contemplando la colección de mi madre y eligiendo el adecuado para la gala, pero se esperaba que me pusiera a disposición de las gemelas y, al parecer, necesitaban toda la ayuda posible para escoger el traje apropiado. No es que valoraran mi opinión, pero cualquier cosa que me mantuviera ocupada y a su merced les hacía felices.Afortunadamente, todavía faltaba una semana y ya tenía uno en mente; de modo que me lo probaría en cuanto tuviera un momento libre. No podía decirles que me marchaba en ese instante, después de lo que había pasado la noche anterior, aunque les expliqué que derramé mi bebida porque me atraganté con un trozo de hielo. Yo no quería salir, pero las chicas insistieron. Por supuesto, solo me dieron diez minutos para prepararme y escondieron mi plancha del pelo; de modo que tuve que conformarme co
Luis Punto de VistaNunca me había gustado vestirme para los eventos cuando era más joven, pero ahora que podía elegir mi propia ropa no resultaba tan terrible. Carlos y yo habíamos decidido que en lugar de salir a comprar algo, echaríamos mano de mi fortuna y pediríamos que los diseñadores vinieran a nosotros. De ese modo, Carlos podría dormir más tiempo, me dije al verlo en la cama, abrazado a una morena muy sexy.Me miré en el espejo mientras Franky, el diseñador recomendado por mi madre, hacía algunos ajustes en el esmoquin. El hombre ya me había hecho un traje en el pasado y esperaba que me quedara igual de bien.—Disculpe —dijo una voz juvenil que entraba en la habitación.Era la chica que estaba en la cama de mi amigo y llevaba el pelo mojado. Tenía la cara roja de vergüenza y eso me hizo interesarme por lo que decía. La mayoría de las mujeres que pasaban por allí, se iban sin disculparse y a medio vestir.Carlos entró en la habitación poco después, con el pelo aún húmedo por l
Helen Punto de VistaOficialmente ya había terminado mi jornada de trabajo, al menos eso me había dicho Nola, y esperaba en mi habitación a que llegara la hora de vestirme para la fiesta. Solo deseaba que las gemelas no me interrumpieran porque quería aprovechar cada minuto.Me sorprendió que Millie subiera con la intención de ayudarme a prepararme; sobre todo, cuando empezó a contarme historias sobre mi madre. No sabía que la conociera cuando era tan joven, como también ignoraba que Scott Red había conocido a mi madre mucho antes que Nola, según me contó.—Entonces, ¿Los conocistes antes de que yo naciera?—Oh, sí, mucho antes. Deberías ponerte este. —Millie me mostró el bonito vestido azul que estaba sobre la cama.—No estoy segura. Era el que tenía pensado llevar, pero Halle me advirtió de que no debía usar su color. No tenía ni idea de lo que haría si decidía ir en contra de su advertencia, pero considerando que no quería discutir, pensé que era mejor hacerle caso.Millie resopló
Luis Punto de VistaEstaba a punto de ir a saludar a mis invitados cuando de repente me encontré con Mariel y Sadie Red, a un metro y medio de la puerta. Ninguna de las dos llevaba máscaras, pero ambas mostraban una sonrisa taimada como si estuvieran en mitad de una travesura que con seguridad sería algo miserable.—Príncipe Luis —canturreó Mariel, anteponiendo el apellido para jugar con un tratamiento curioso, aunque no era la única persona que lo hacía—. Carlos —dijo de pasada, con menos efusividad. Mientras que mi bienvenida fue una cálida sonrisa, mi amigo se adelantó y besó su mano, mostrándose muy considerado.Mariel no parecía muy interesada en él, aunque inclinó la cabeza como una tímida colegiala.A Sadie no pareció hacerle mucha gracia la presencia de Carlos y tuve la sensación de que las dos me buscaban a mí. Ya lo habían intentado otras veces, pero nunca lo habían demostrado tan abiertamente.Su hermana no vaciló y me miró como si fuera su presa. —Estupenda fiesta, Luis.
Helen Punto de VistaVislumbré a las gemelas cuando Luis Prince me saludó. Salieron corriendo de la entrada y fui a buscarlas en cuanto pude escaparme. Nada más doblar la esquina, noté que me agarraban por los brazos y casi me hicieron perder el equilibrio, mientras me empujaban hacia el baño de señoras.—Tranquilas, van a arrancarme los brazos —repliqué cuando cerraron la puerta—. ¡Me dejaron a propósito! —No iba a permitir que se fueran sin mencionar lo que hicieron, aunque no se disculparan.—Estás aquí, ¿no? Tienes suerte de que Luis se apiadara de ti. Dijo que parecías una tonta y no quería que los otros invitados se avergonzaran al entrar. —La voz de Sadie sonó amistosa, aunque era fácil apreciar el engañoso tono ácido. —Bueno, nada de esto habría pasado, si no hubierais salido de la casa sin mí. Sabíais que hacía falta una invitación para entrar. —Esa era la idea, ninguna quería que viniera y les arruinara la noche.—De todas formas, no tenías que perder el tiempo haciendo oji