Felicidad

Helen

Había trabajado tanto para preparar la inauguración de la nueva tienda que no tuve tiempo de almorzar. Afortunadamente, Luis llegó pronto para llevarme a cenar.

Millie había venido a ayudarme y fui a la parte trasera para reponer algunas existencias.

—Han traído flores para ti —dijo desde la puerta, donde estaba parada—. ¿Dónde las pongo? —Estaba casi oculta por el enorme ramo de rosas rojas que apenas dejaban ver sus ojos azules y el pelo plateado—. ¿Dónde las quieres?

Me apresuré a ayudarla y moví algunas de las cosas del extremo del mostrador para hacer espacio.

—Aquí está bien. —Me incliné para oler las rosas que eran del rojo más oscuro que había visto—. Luis me está malcriando.

—¿Cuándo te vas a casar con ese hombre? —Se interesó, mientras yo sacaba la tarjeta del pequeño sobre que se veían entre las flores.

Al leerla, me sorprendió comprobar que las rosas no eran de Luis. «Con el amor de tu padre». La sostuve contra el pecho y sentí que las lágrimas se agolpaban en mis
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