Luis Punto de VistaEstaba a punto de ir a saludar a mis invitados cuando de repente me encontré con Mariel y Sadie Red, a un metro y medio de la puerta. Ninguna de las dos llevaba máscaras, pero ambas mostraban una sonrisa taimada como si estuvieran en mitad de una travesura que con seguridad sería algo miserable.—Príncipe Luis —canturreó Mariel, anteponiendo el apellido para jugar con un tratamiento curioso, aunque no era la única persona que lo hacía—. Carlos —dijo de pasada, con menos efusividad. Mientras que mi bienvenida fue una cálida sonrisa, mi amigo se adelantó y besó su mano, mostrándose muy considerado.Mariel no parecía muy interesada en él, aunque inclinó la cabeza como una tímida colegiala.A Sadie no pareció hacerle mucha gracia la presencia de Carlos y tuve la sensación de que las dos me buscaban a mí. Ya lo habían intentado otras veces, pero nunca lo habían demostrado tan abiertamente.Su hermana no vaciló y me miró como si fuera su presa. —Estupenda fiesta, Luis.
Helen Punto de VistaVislumbré a las gemelas cuando Luis Prince me saludó. Salieron corriendo de la entrada y fui a buscarlas en cuanto pude escaparme. Nada más doblar la esquina, noté que me agarraban por los brazos y casi me hicieron perder el equilibrio, mientras me empujaban hacia el baño de señoras.—Tranquilas, van a arrancarme los brazos —repliqué cuando cerraron la puerta—. ¡Me dejaron a propósito! —No iba a permitir que se fueran sin mencionar lo que hicieron, aunque no se disculparan.—Estás aquí, ¿no? Tienes suerte de que Luis se apiadara de ti. Dijo que parecías una tonta y no quería que los otros invitados se avergonzaran al entrar. —La voz de Sadie sonó amistosa, aunque era fácil apreciar el engañoso tono ácido. —Bueno, nada de esto habría pasado, si no hubierais salido de la casa sin mí. Sabíais que hacía falta una invitación para entrar. —Esa era la idea, ninguna quería que viniera y les arruinara la noche.—De todas formas, no tenías que perder el tiempo haciendo oji
Luis Punto de VistaLa chica se alejó tan rápido que me dejó pensativo. Traté de averiguar el motivo de su marcha y esperaba no haber dicho nada inapropiado. Al repasar la conversación, llegué a la conclusión de que solo debía estar preocupada por sus amigas. Crucé la sala y, antes de llegar a la salida, Carlos se acercó por detrás, dándome unos golpecitos en el hombro.Me di la vuelta y me apoyé en la pared.—¿Qué te pasa? ¿Ya estás cansado? —No, se trata de esa chica, la que apareció sin invitación. —Sacudí la cabeza—. Es una diosa y deseo saber más de ella desde que comenzamos a hablar.—Mierda, eso no es bueno. Tengo el presentimiento de que la única forma de conseguir a Sadie es contando contigo. —Sadie es una lunática. No, gracias. Además espero estar esta noche con esa chica.—Vale, pero antes ayúdame a conseguir a las gemelas y serás libre de desaparecer con tu chica. Todo lo que necesitan es una promesa de que te unirás. —Me miró con una sonrisa—. Una vez que las tenga en
Helen Punto de VistaMi madre me enseñó a no menospreciar a los demás. Decía que no importaba cuánto dinero tuviera la gente porque todos eran dignos de amor y respeto. Me educó en la creencia de que era mejor ser sociable antes que el mejor amigo; así como que debía buscar lo bueno en las personas porque todo el mundo tenía algo, aunque estuviera muy escondido. Seguí contemplando el cielo nocturno mientras la echaba de menos. Solo esperaba que sus enseñanzas fueran ciertas. No me gustaría pensar que Luis era un imbécil, aunque también cabía la posibilidad que no tuviera a nadie que le mostrara la forma de amar, como hizo mi madre conmigo.—Empezaba a pensar que te habías ido.Me giré al escuchar la voz de Luis. Estaba parado en la puerta de la terraza, bajo una guirnalda de rosas que debía haber costado más que mi vestido.—Pensé en hacerlo.—¿Por qué? ¿No te diviertes? —Se acercó y se puso a mi lado.—No me siento bienvenida. Sobre todo considerando que no soy rica o famosa y que n
Luis Punto de VistaAlgo no me gustaba de lo que Helen Ford me había contado sobre su situación, pero pensé en tomarme las cosas con calma y conocerla antes de decir nada. El hecho de que su madre la dejara sin nada era alucinante, pero tampoco conocía toda la historia.Me senté con ella en el banco y me dediqué a observarla mientras ella miraba las estrellas y se perdía en sus pensamientos. Después, me quité la máscara esperando que hiciera lo mismo, pero no lo hizo.—¿Qué hay de ti, Luis Prince Williams? ¿Cuál es tu pasión? —Por fin giró la cabeza para hablarme.La pregunta me pilló desprevenido, pero solo porque nadie solía interesarse por esas cosas. La mayoría de la gente daba por hecho que me conocía y que solo me importaba el dinero y cómo gastarlo.—¿De verdad quieres saberlo? —Me reí un poco al tiempo que pasaba una mano por el pelo—. Mi padre se dedicaba al negocio inmobiliario. Era frecuente que tratara con los clientes de mi madre y solían ir en avión a la isla que tenía e
Helen Punto de VistaCuando Luis me tomó de la mano y bajamos las escaleras, tuve la sensación de que estaba viviendo un sueño y yo era una princesa. Al llegar abajo, me besó delante de todo el mundo y me sentí flotando, como en una nube. Nada más separarnos, eché un vistazo a la gente que nos rodeaba y vi a una mujer molesta que se acercaba a nosotros y, por su parecido físico, supe al instante que era su madre. No me preocupé por ella, toda mi atención se centró en las gemelas Red, que se pararon al otro lado de la estancia con el amigo de Luis.Ambas iban vestidas como si fueran árboles de Navidad y, al mirarlas de cerca, me di cuenta de por qué iban tan adornadas y por qué me habían echado del baño: llevaban las joyas de mi madre, las de mi colección personal. Todas las piezas originales que me negué a prestarles. La madre de Luis caminó hacia él, mientras yo crucé la sala para acercarme a las chicas que me miraban como si pretendieran convertirme en piedra.—¿Qué hacen con mis
LuisFinalmente me libré de la regañina de mi madre, pero no pude alcanzar a Helen. Carlos llegó a mi lado y se agachó para recoger algo a mis pies. Lo sujetó entre los dedos y reconocí su anillo. O al menos, era parte de él. —Se le cayó esto. —Me lo entregó—. Supongo que querrás tenerlo.—¿Qué ha pasado? Mi madre me echó una buena bronca por estar arriba. ¿Qué le dijeron a Helen esas zorras?—Le dijeron que ibas a hacer un cuarteto con nosotros. —Parecía como si le costara trabajo seguir hablando.—¿Le explicaste que eso no era cierto?—¡No sabía qué decir! No quería que las gemelas se molestaran.—¿Dejaste que le metieran esa mierda en la cabeza? —Aunque estaba rabioso con él, comprendía que no le hubiera dicho la verdad.Las gemelas lo pusieron en un aprieto y no supo qué decir, pero odiaba que Helen pensara lo peor de mí.—Esas gemelas son crueles, sobre todo, se han ensañado con una mujer como Helen, que es compasiva y hermosa. —Trató de justificarse. En ese momento, llegaron l
Helen Punto de VistaEntré corriendo en la casa y me encontré con Millie que nos estaba esperando. Seguramente la había avisado el conductor y antes de que me viera llorando, me limpié las lágrimas y decidí mostrarme fuerte.—¿Qué ha pasado? —Millie parecía muy preocupada.Me sujetó por los brazos para mirarme y tuve que hacer un esfuerzo por no echarme a llorar de nuevo.—Las gemelas me han despedido. Luis Williams eligió bailar conmigo y Sadie se enfureció. Él y yo bailamos, nos divertimos juntos; también me besó, incluso estuvimos hablando de mi madre y de sus diseños. Más tarde, cuando bajé a buscar a las chicas, resultaba que llevaban las joyas puestas. Yo no sabía que a Sadie le gustaba Luis, no me lo dijo… —Conté todo lo ocurrido de forma atropellada, como si estuviera divagando, y abrí mi bolso para que viera lo que habían hecho. Helen abrió los ojos de par en par al ver las joyas—. Las obligue a devolvérmelas y las amenacé con avisar a la policía. Al final, me despidieron. S