Luis Punto de VistaAlgo no me gustaba de lo que Helen Ford me había contado sobre su situación, pero pensé en tomarme las cosas con calma y conocerla antes de decir nada. El hecho de que su madre la dejara sin nada era alucinante, pero tampoco conocía toda la historia.Me senté con ella en el banco y me dediqué a observarla mientras ella miraba las estrellas y se perdía en sus pensamientos. Después, me quité la máscara esperando que hiciera lo mismo, pero no lo hizo.—¿Qué hay de ti, Luis Prince Williams? ¿Cuál es tu pasión? —Por fin giró la cabeza para hablarme.La pregunta me pilló desprevenido, pero solo porque nadie solía interesarse por esas cosas. La mayoría de la gente daba por hecho que me conocía y que solo me importaba el dinero y cómo gastarlo.—¿De verdad quieres saberlo? —Me reí un poco al tiempo que pasaba una mano por el pelo—. Mi padre se dedicaba al negocio inmobiliario. Era frecuente que tratara con los clientes de mi madre y solían ir en avión a la isla que tenía e
Helen Punto de VistaCuando Luis me tomó de la mano y bajamos las escaleras, tuve la sensación de que estaba viviendo un sueño y yo era una princesa. Al llegar abajo, me besó delante de todo el mundo y me sentí flotando, como en una nube. Nada más separarnos, eché un vistazo a la gente que nos rodeaba y vi a una mujer molesta que se acercaba a nosotros y, por su parecido físico, supe al instante que era su madre. No me preocupé por ella, toda mi atención se centró en las gemelas Red, que se pararon al otro lado de la estancia con el amigo de Luis.Ambas iban vestidas como si fueran árboles de Navidad y, al mirarlas de cerca, me di cuenta de por qué iban tan adornadas y por qué me habían echado del baño: llevaban las joyas de mi madre, las de mi colección personal. Todas las piezas originales que me negué a prestarles. La madre de Luis caminó hacia él, mientras yo crucé la sala para acercarme a las chicas que me miraban como si pretendieran convertirme en piedra.—¿Qué hacen con mis
LuisFinalmente me libré de la regañina de mi madre, pero no pude alcanzar a Helen. Carlos llegó a mi lado y se agachó para recoger algo a mis pies. Lo sujetó entre los dedos y reconocí su anillo. O al menos, era parte de él. —Se le cayó esto. —Me lo entregó—. Supongo que querrás tenerlo.—¿Qué ha pasado? Mi madre me echó una buena bronca por estar arriba. ¿Qué le dijeron a Helen esas zorras?—Le dijeron que ibas a hacer un cuarteto con nosotros. —Parecía como si le costara trabajo seguir hablando.—¿Le explicaste que eso no era cierto?—¡No sabía qué decir! No quería que las gemelas se molestaran.—¿Dejaste que le metieran esa mierda en la cabeza? —Aunque estaba rabioso con él, comprendía que no le hubiera dicho la verdad.Las gemelas lo pusieron en un aprieto y no supo qué decir, pero odiaba que Helen pensara lo peor de mí.—Esas gemelas son crueles, sobre todo, se han ensañado con una mujer como Helen, que es compasiva y hermosa. —Trató de justificarse. En ese momento, llegaron l
Helen Punto de VistaEntré corriendo en la casa y me encontré con Millie que nos estaba esperando. Seguramente la había avisado el conductor y antes de que me viera llorando, me limpié las lágrimas y decidí mostrarme fuerte.—¿Qué ha pasado? —Millie parecía muy preocupada.Me sujetó por los brazos para mirarme y tuve que hacer un esfuerzo por no echarme a llorar de nuevo.—Las gemelas me han despedido. Luis Williams eligió bailar conmigo y Sadie se enfureció. Él y yo bailamos, nos divertimos juntos; también me besó, incluso estuvimos hablando de mi madre y de sus diseños. Más tarde, cuando bajé a buscar a las chicas, resultaba que llevaban las joyas puestas. Yo no sabía que a Sadie le gustaba Luis, no me lo dijo… —Conté todo lo ocurrido de forma atropellada, como si estuviera divagando, y abrí mi bolso para que viera lo que habían hecho. Helen abrió los ojos de par en par al ver las joyas—. Las obligue a devolvérmelas y las amenacé con avisar a la policía. Al final, me despidieron. S
Luis Punto de VistaBesé su mano suavemente y después deslicé el anillo en su dedo que encajaba a la perfección con los otros dos, formando uno solo, como si hubiera sido hecho a medida para ella.—Lo siento, Helen. Mi madre me entretuvo y no me enteré de lo que pasó hasta que me lo dijo Carlos.—Ya me pusieron al tanto de tus planes para después de la fiesta, así que si te das prisa, podrás llegar a tiempo.Se dio la vuelta para alejarse, pero no solté su mano; al contrario, tiré de ella y la mantuve a mi lado.—Escúchame, por favor. Esos no eran mis planes, no iba a hacer nada de lo que te dijeron.—Sí, claro. Por eso tu amigo no lo negó. —Estaba muy molesta y trató de alejarse una vez más.—No, no lo hizo y si dejas de discutir conmigo, te diré por qué. —Tiré de nuevo de su mano y esta vez perdió el equilibrio al tropezar conmigo.Quedamos a un suspiro de distancia, pero no me atreví a besarla. Parecía un precioso animal salvaje con toda su furia dirigida hacia mí y no era conveni
Helen Punto de VistaEra curioso cómo resultaban a veces las cosas. Siempre quise entrar en aquella casa cuando era niña, pero no conocía a los propietarios. Se trataba de la mejor construcción de la playa, pintada en un tono azul tan intenso que parecía una extensión del cielo y el océano.Recorrimos cada habitación y luego regresamos a la entrada principal. —Es incluso más bonita de lo que imaginaba. No te culpo por querer vivir aquí, deberías hacerlo. —Estaba impresionada.Él hizo un gesto hacia el sofá. —¿Nos sentamos un rato?Acepté y me dejé caer a su lado.—Es agradable.—Me alegro de que te guste.—Me refería a estar aquí contigo —aclaró, antes de apoyar la cabeza contra el sofá y cerrar los ojos. —¿Estás cansada?—Ha sido una noche muy… interesante, por llamarla de algún modo, con tantos y novedosos acontecimientos. —Me estremecí al recordar que las gemelas eran mis hermanas y que Scott Red era mi padre. —Estás temblando. —Luis me echó por encima una cobija que había en e
Luis Punto de VistaLa conduje por las escaleras deprisa, mi entrepierna se había quedado fría y todavía estaba húmeda por su saliva. Estar en su boca fue lo más maravilloso que me había ocurrido desde hacía tiempo, casi me corrí de gusto cuando me tragó hasta el fondo. La mayoría de las mujeres no podían tomarme entero por mi tamaño, pero Helen estaba llena de sorpresas.Cuando llegamos a la cama, me miró con asombro y sus perfectas tetas llamaron mi atención. Me quedé boquiabierto al contemplarla totalmente desnuda. Sus caderas eran redondas y al ver su hendidura entre las piernas, evoqué su dulce sabor a melocotón. —¿Cómo quieres hacerme tuya?Su pregunta me impactó, la deseaba de todas las maneras posibles.Le indiqué que se tumbara en la cama y arrastré su trasero hasta el borde de la cama para volver a saborearla. Abrí sus piernas cuando las levantó, las apoyé sobre mis hombros y lamí su sexo lentamente. Me retiré un segundo para mirarla y regresé para recorrer de nuevo con la
Helen Punto de VistaLo más difícil de la mañana fue dejar a Luis, hasta que me di cuenta de que regresaba a la guarida del león para enfrentar la ira de las gemelas. Él se ofreció para ir conmigo, pero yo lo rechacé, prometiéndole que lo llamaría para decirle cómo había ido. Nos despedimos con un beso en la puerta y le obligué a regresar al carro, sabiendo que no era buena idea provocar más a Sadie. Protestó, pero me hizo caso y se marchó, mientras yo pensaba la mejor manera de enfrentarme a solas a las dos.Entré en la casa y Millie se reunió conmigo en la puerta. —Para tu información, las gemelas le contaron todo a Nola y ella está de un humor de perros, de modo que no sé qué hará.—Estoy dispuesta a marcharme. He buscado un lugar donde ir y solo me queda encontrar otro trabajo. Me dirigí hacia las escaleras y vi a Nola que descendía por ellas.—No hará falta, Helen. Tu empleo aquí es seguro y he tenido una charla con las chicas. Están dispuestas a disculparse y a cooperar para