Helen Punto de VistaLo más difícil de la mañana fue dejar a Luis, hasta que me di cuenta de que regresaba a la guarida del león para enfrentar la ira de las gemelas. Él se ofreció para ir conmigo, pero yo lo rechacé, prometiéndole que lo llamaría para decirle cómo había ido. Nos despedimos con un beso en la puerta y le obligué a regresar al carro, sabiendo que no era buena idea provocar más a Sadie. Protestó, pero me hizo caso y se marchó, mientras yo pensaba la mejor manera de enfrentarme a solas a las dos.Entré en la casa y Millie se reunió conmigo en la puerta. —Para tu información, las gemelas le contaron todo a Nola y ella está de un humor de perros, de modo que no sé qué hará.—Estoy dispuesta a marcharme. He buscado un lugar donde ir y solo me queda encontrar otro trabajo. Me dirigí hacia las escaleras y vi a Nola que descendía por ellas.—No hará falta, Helen. Tu empleo aquí es seguro y he tenido una charla con las chicas. Están dispuestas a disculparse y a cooperar para
Luis Punto de VistaAcababa de salir de la ducha y cubrirme con una toalla cuando Carlos entró en mi habitación frunciendo el ceño.—Espero que hayas pasado una buena noche. —Se sentó en mi silla favorita y miró el techo, mientras yo buscaba algo que ponerme en el armario.—Ha sido la mejor en mucho tiempo. —Encontré una camiseta blanca de algodón, metí la cabeza y dejé caer la toalla para ponerme unos pantalones de chándal—. Por lo que me dijiste, cumpliste tu fantasía.—Casi. Hasta que tu madre entró agitando las manos como una lunática y nos dio un susto de muerte.—¿Qué quieres decir con «casi»? —Eso no sonó bien.—Bueno, resulta que aunque no les importa compartir a los hombres, no quieren enrollarse con ellos al mismo tiempo y, aparte de tocarse, no hicieron nada sexy conmigo, lo cual era la mitad de mi fantasía. No solo eso, sino que Mariel estaba de un humor terrible, especialmente mientras yo me cogía a Sadie, que parecía aburrida todo el tiempo y no dejaba de preguntarme por
Helen Punto de VistaIntenté dejar de lado mis diferencias con las gemelas para poder seguir trabajando sin rencores, procurando que todo fuera más fácil. Si hubiera sabido el reto que supondría para ellas, lo habría reconsiderado.Estábamos en su habitación, mientras esperaban noticias de su madre que negociaba su último contrato para el reality show. Al parecer, la renovación dependía de que las chicas rebajaran una parte de sus ganancias por su mal comportamiento, pero Nola no lo quería.El teléfono de Mariel sonó y ambas se acurrucaron para escuchar a su madre por el altavoz. —Vamos a estar ocupadas haciendo promociones, así que deberéis preparaos para trabajar en óptimas condiciones. No quiero que nada se interponga en vuestro trabajo esta temporada.—¿Será con el mismo tipo de contrato que antes? —Era la primera vez que veía a las chicas nerviosas, como si tuvieran emociones humanas. —Sí. He luchado con uñas y dientes para que sea así, no lo arruinen. Procuren no meterse en pr
Luis Punto de VistaNunca había tenido que escabullirme en una relación para evitar que mi madre me echara en cara mis hábitos sexuales, por haber tenido alguna que otra aventura de una noche. Conduje hacia la mansión Red y me detuve en la puerta donde me esperaba Helen.—Hola, señorita sexy —le dije al bajar la ventanilla—. ¿Necesitas que te lleve a algún sitio?Enseguida se puso colorada, pero sonrió y su cara se iluminó. —Sí, será mejor que nos demos prisa. He salido a escondidas de la casa y quiero que nos vayamos antes de que se den cuenta. —Abrió la puerta del copiloto y se deslizó en el asiento.—Todo esto de escabullirse resulta excitante. No sabía que estoy saliendo con una chica mala. Me gusta. —Me incliné, le di un beso rápido en los labios y pisé el acelerador. Los neumáticos chillaron sobre el asfalto y ella se rió, mirando hacia a la casa mientras nos alejábamos a toda velocidad.—No se te da muy bien escabullirte. Recuérdame que nunca robe un banco contigo. —Se pasó
Helen Punto de VistaNo podía dejar de reírme, mientras Luis me llevaba a la habitación. Se detuvo junto a la cama y vi nuestro reflejo en el espejo del tocador. Me dio un azote en el culo que sonó muy fuerte por llevar vaqueros; no había nada como recibir un golpe a través de la tela vaquera para calentar el trasero.—¡Ah! —Me encontré de espaldas antes de que pudiera luchar o gritar, aunque todo formaba parte de nuestro juego. No me importaban las nalgadas o que me tumbara en la cama, sobre todo, cuando no perdía el tiempo el quitarme los zapatos y tirarlos al suelo.Nos quedamos mirándonos a los ojos. Los suyos ardían de deseo mientras desabrochaba los botones de mis vaqueros y los deslizaba por mis piernas hasta que me los quité a patadas. Él se apresuró a sacarme la camisa por los brazos, aunque esperaba que siguiera con las panties, pero lo ayudé a liberarme de la tela de seda.Me tumbé de nuevo en la cama y él se apartó para mirarme. Solo llevaba la ropa interior y comenzó a q
LuisLa semana siguiente se hizo eterna. Las gemelas se dedicaron a desquitarse con Helen por haberlas abandonado para pasar el día conmigo y, aunque prefería pensar que mereció la pena, la eché de menos como un loco. Por eso, decidí intervenir y hacerle una visita sorpresa.Sadie abrió la puerta y se apoyó en la madera para parecer inocente, pero no funcionó.—Hola, Luis. No me digas que estás aquí para disculparte conmigo por mentir sobre lo de hacer un cuarteto.—Vale, no lo haré. ¿Está Helen por aquí?—Si no te gustaba la idea, solo tenías que decirlo. Helen cree que eres el señor Perfecto, pero sé que eres como cualquier otro mujeriego imbécil que se dedica a engañar a las chicas.—Nunca te engañé, Sadie. Y no finjas que no te has divertido. Sé que lo pasaste bien con Carlos. Él me lo dijo. En realidad, él me dijo que se había aburrido, pero no iba a darle la satisfacción de admitirlo.—Por favor, lo único que hice fue mirarlo a él y a Mariel, esperando a que aparecieras, pero n
HelenLuis tuvo una impaciencia infinita la aguantar mi ocupada agenda con las gemelas. No pasábamos juntos mucho tiempo, pero apreciábamos cada momento, sobre todo cuando estábamos a solas. La semana transcurrió entre reuniones, incluso hicimos dos viajes fuera de la ciudad, y cuando las chicas me dijeron que ya no me necesitaban, suspiré aliviada. Estar tanto tiempo con las mocosas lloronas podía enfermar a cualquiera y ansiaba liberarme de ellas. Mariel estuvo hablando con Carlos todos los días, incluso le hizo ir a encontrarse con ella, diciéndole que estaba interesada en ser su pareja. Si lo hacía, era seguro que le costaría caro. Así actuaban las gemelas. Llamé a Luis para darle las buenas noticias. —Estoy libre. Por favor, dime que no estás ocupado. Luis a menudo tenía que ir a su empresa y sustituir a su padre en varias organizaciones benéficas. Aunque a menudo deseaba que mi madre me hubiera dejado una fortuna, sabía que no era capaz de manejar las cosas como él lo hacía
Luis Punto de VistaDespués de hacer el amor en su casa, me ofrecí a llevarla a la mía para que se duchara. Era lo menos que podía hacer después de cómo habíamos quedado. Nunca había deseado enterrarme tan profundamente dentro de una mujer, pero tenía el ansia de hacerlo y no me arrepentí en absoluto.Cuando salimos del carro, sonreí al verla caminar con rodillas temblorosas. La sujeté por el brazo para que se apoyara y me sentí orgulloso al reconocer que tenía ese efecto en ella.—Prepararé el agua. Desvístete. —Acababa de ayudarla a recoger su ropa y ponérsela minutos antes, e iba a tener el placer de verla desnudarse de nuevo.Se quitó las prendas muy despacio, sin dejar de mirarme, mientras se lamía los labios como si estuviera saboreando el momento. Me llevé la ropa para lavarla y cuando regresé la encontré debajo del chorro del agua, apoyada en la pared.—No me digas que estás tan cansada porque acabo de empezar. El segundo asalto será más agotador. —Deslicé mi mano por sus cade