Húmeda y Palpitante

Helen

Luis tuvo una impaciencia infinita la aguantar mi ocupada agenda con las gemelas. No pasábamos juntos mucho tiempo, pero apreciábamos cada momento, sobre todo cuando estábamos a solas.

La semana transcurrió entre reuniones, incluso hicimos dos viajes fuera de la ciudad, y cuando las chicas me dijeron que ya no me necesitaban, suspiré aliviada. Estar tanto tiempo con las mocosas lloronas podía enfermar a cualquiera y ansiaba liberarme de ellas.

Mariel estuvo hablando con Carlos todos los días, incluso le hizo ir a encontrarse con ella, diciéndole que estaba interesada en ser su pareja. Si lo hacía, era seguro que le costaría caro. Así actuaban las gemelas.

Llamé a Luis para darle las buenas noticias.

—Estoy libre. Por favor, dime que no estás ocupado.

Luis a menudo tenía que ir a su empresa y sustituir a su padre en varias organizaciones benéficas. Aunque a menudo deseaba que mi madre me hubiera dejado una fortuna, sabía que no era capaz de manejar las cosas como él lo hacía
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