Luis Punto de VistaOdiaba dejarla allí, pero me quedé más tranquilo al saber que Millie había regresado a la casa cuando subí al carro. Era mejor darle su espacio, dejar que meditara sobre lo ocurrido mientras recogía sus pertenencias, porque yo tenía un pez más grande que pescar. Conduje deprisa, sabiendo que cuando llegara a casa y enfrentara a mi madre, las cosas se pondrían feas. Se lo merecía, aunque la culpa había sido mía por contárselo.Lo único que pretendía era que Helen le gustara, tal y como me había echado en cara. Tenía razón al decirme que debería gustarle por lo que era, no por quién era. Tanto asegurarle que no me importaba la posición social de una mujer, que quería a alguien con talento y cerebro en su cabeza para luego estropearlo. Helen era todo eso y más, sin embargo, quise defenderla y hacer ver que tenía padres famosos en el proceso. La habían herido por mi culpa. Hice que se sintiera como si no fuera lo suficientemente buena y tenía que demostrarle que ella
Helen Punto de VistaPasé la semana siguiente haciendo el traslado a mi casa. Había guardado la mayoría de mis cosas en un almacén no muy lejos, así que contraté a una compañía de mudanzas para llevar lo más pesado y tardé bastante en el cambio porque no tuve ninguna ayuda, excepto la de Millie.—¿Dónde pongo esto? —La mujer llevaba una caja con trozos de cristal que había encontrado a lo largo de los años y sonreí pensando en mi madre. Helen me hizo recoger los pedazos con la esperanza de que algún día servirían para algo.—Ponla en la mesa. Creo que la llevaré al taller más tarde. Mamá siempre quiso hacer una pieza especial y podría inspirarme para una nueva colección. Había suficiente vidrio para hacer algunas creaciones y tal vez pudiera lanzar mi nombre a la estratósfera.—Deberías hacerlo. Ahora tienes los contactos de tu madre y estás en camino de conseguirlo —me recordó Millie. Nola había intentado alejarme de cualquiera que pudiera ayudarme en la industria y creí todas sus
Luis Punto de Vista La penetré, llenándola con mi entrepierna excitada mientras gemía. Estaba apretada, jugosa, y cada vez me hundía más profundo. La había echado de menos y no solo sexualmente, sino también en el día a día. Por eso, mientras me miraba desde la mesa en la que hacíamos el amor, contemplé su bonita cara, su boca abierta por el placer, y me dije que no volvería a separarme de ella. —Dime que siempre será así, Helen, que siempre estaremos juntos. —Reduje el ritmo para que ella recuperara el aliento y meditara la respuesta. Necesitaba que estuviera absolutamente segura—. Lo tomaremos con calma, lo resolveremos todo, pero te quiero, quiero ser todo para ti.—Yo también quiero que siempre sea así —dijo mientras me miraba a los ojos. El placer se reflejaba en su cara mientras engullía mi entrepierna—. Estoy tan cerca de nuevo. —Echó la cabeza hacia atrás y sentí un sentimiento de orgullo al llevarla al límite otra vez.—Oh, sí... —La levanté y la sostuve contra mí, su apreta
HelenHabía trabajado tanto para preparar la inauguración de la nueva tienda que no tuve tiempo de almorzar. Afortunadamente, Luis llegó pronto para llevarme a cenar.Millie había venido a ayudarme y fui a la parte trasera para reponer algunas existencias.—Han traído flores para ti —dijo desde la puerta, donde estaba parada—. ¿Dónde las pongo? —Estaba casi oculta por el enorme ramo de rosas rojas que apenas dejaban ver sus ojos azules y el pelo plateado—. ¿Dónde las quieres?Me apresuré a ayudarla y moví algunas de las cosas del extremo del mostrador para hacer espacio. —Aquí está bien. —Me incliné para oler las rosas que eran del rojo más oscuro que había visto—. Luis me está malcriando.—¿Cuándo te vas a casar con ese hombre? —Se interesó, mientras yo sacaba la tarjeta del pequeño sobre que se veían entre las flores. Al leerla, me sorprendió comprobar que las rosas no eran de Luis. «Con el amor de tu padre». La sostuve contra el pecho y sentí que las lágrimas se agolpaban en mis
La tormenta sacudía las ventanas con cada trueno y era en esos momentos cuando más odiaba vivir sola. Una cosa era que Luis estuviera en la calle y otra que, a esas horas, se encontrara dormido en su cama y despreocupado mientras yo tenía los nervios de punta.Nunca me habían gustado los temporales. Las noches que se ponían demasiado tenebrosas, me colaba en la habitación de mi madre y me metía con ella en su cama. Ahora no tenía esa opción. Ocupaba su habitación y estaba sola.El viento soplaba tan fuerte que los árboles se agitaban, los charcos eran tan profundos que había que rodearlos y las olas rompían en la playa. Por si fuera poco, la lámpara parpadeó varias veces y me apresuré a bajar las escaleras. En cuanto llegué a la cocina y agarré una linterna, se apagó la luz. Me quedé a oscuras por un momento mientras trataba de recordar cómo encenderla, hasta que apreté un botón que tenía en un extremo y maldije cuando la luz comenzó a titilar como si le faltaran pilas. No recordaba
Helen Punto de VistaDurante días tuve sueños húmedos con el Alpha Mago L, un personaje que había inventado Luis de sí mismo. No sé por qué me dio ese sentimiento. Recuerdo que me habló de noches infernales... ¡Me sentí como una bruja!Escuché ruidos en el jardín. Yo estaba abrumada. ¿Quién podría estar rondando a esa hora? ¿Será un ladrón, un gato perdido…?Encendí las luces en casa. No había ninguno. Poco a poco me acerqué al jardín y me asomé. No vi un alma. De repente las luces se apagaron. Entro en pánico. Mi alma se encogió y contuve un grito. De repente unas manos rodearon mis brazos y mi cuerpo por detrás y me dijeron:"Relájate, soy yo""¡¿Entendido?! ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Q...?""Vengo por ti. Te deseo, Helen""No, detente, no, esto..."Él estaba detrás de mí. Giró mi cabeza para besarme en los labios. Tenía un aliento fuerte, a hombre, lo cual no me desagradaba, sino que más bien me excitaba mucho. Había estado corriendo. Estaba sudoroso. Su sudor se pegó a mi piel.
Helen Punto de VistaRecordaba cosas que había vivido en aquella casa, donde trabajaba como asistente. Mi esposo, conocía ahora, todo lo que había pasado. Sus fantasías eróticas, eran muy divertidas y me hacían olvidar, lo que había vivido en un pasado lleno de superficialidad e incomprensión. Si había una cosa de mi trabajo que odiaba más que nada, era que tenía que discutir constantemente. Aquel día fue el cocinero de la familia Red, Jon Staff, quien se resistió. No podía culparlo. —¿Son conscientes de que no son las únicas personas en esta casa? No puedo cambiar toda la rotación semanal de desayunos sin preguntarle a su madre y ella se ha negado mil veces. —Sacudió la espátula en mi dirección, pero su ira iba dirigida a mis clientas, Mariel y Sadie Red.También eran conocidas como las gemelas Red, hijas de la famosa estrella de rock, Scott Red. Llevaban tres semanas actuando en un famoso reality sobre sus vidas; las tres semanas más duras de mi vida.El trabajo en sí no era duro,
Helen Punto de VistaHabía sido un mes hermoso, el más hermoso de mi vida. Mi negocio iba muy bien. Esa tarde, llegó Luis un poco más temprano a buscarme. Tenía los ojos profundos y me miraba mucho los pechos. Yo era muy apetecible para él y él para mi....Fuimos al depósito de Mercancía y cuando quedamos fuera de la vista de las ventanas delanteras, me empujó contra la pared y me subió la falda. Su boca cayó sobre mis pechos y le creí cuando dijo que tenía hambre. Enrolló su lengua alrededor de mi pezón y luego tiró fuerte, chupando y mordisqueando como si pudiera devorarme. Buscó entre mis muslos y metió la mano bajo las panties, mientras yo sacaba su entrepierna y la acariciaba. Deslizó los dedos entre mis pliegues y encontró mi tierno clítoris que todavía estaba sensible de la noche anterior. Yo gemí y él sonrió.—Esta es mi chica. Voy a cogerte aquí en el depósito, no aguanto las ganas Helen, y quiero que jadees y grites de placer. —Se bajó los pantalones y salió de ellos.Sin p