Helen Punto de VistaEra curioso cómo resultaban a veces las cosas. Siempre quise entrar en aquella casa cuando era niña, pero no conocía a los propietarios. Se trataba de la mejor construcción de la playa, pintada en un tono azul tan intenso que parecía una extensión del cielo y el océano.Recorrimos cada habitación y luego regresamos a la entrada principal. —Es incluso más bonita de lo que imaginaba. No te culpo por querer vivir aquí, deberías hacerlo. —Estaba impresionada.Él hizo un gesto hacia el sofá. —¿Nos sentamos un rato?Acepté y me dejé caer a su lado.—Es agradable.—Me alegro de que te guste.—Me refería a estar aquí contigo —aclaró, antes de apoyar la cabeza contra el sofá y cerrar los ojos. —¿Estás cansada?—Ha sido una noche muy… interesante, por llamarla de algún modo, con tantos y novedosos acontecimientos. —Me estremecí al recordar que las gemelas eran mis hermanas y que Scott Red era mi padre. —Estás temblando. —Luis me echó por encima una cobija que había en e
Luis Punto de VistaLa conduje por las escaleras deprisa, mi entrepierna se había quedado fría y todavía estaba húmeda por su saliva. Estar en su boca fue lo más maravilloso que me había ocurrido desde hacía tiempo, casi me corrí de gusto cuando me tragó hasta el fondo. La mayoría de las mujeres no podían tomarme entero por mi tamaño, pero Helen estaba llena de sorpresas.Cuando llegamos a la cama, me miró con asombro y sus perfectas tetas llamaron mi atención. Me quedé boquiabierto al contemplarla totalmente desnuda. Sus caderas eran redondas y al ver su hendidura entre las piernas, evoqué su dulce sabor a melocotón. —¿Cómo quieres hacerme tuya?Su pregunta me impactó, la deseaba de todas las maneras posibles.Le indiqué que se tumbara en la cama y arrastré su trasero hasta el borde de la cama para volver a saborearla. Abrí sus piernas cuando las levantó, las apoyé sobre mis hombros y lamí su sexo lentamente. Me retiré un segundo para mirarla y regresé para recorrer de nuevo con la
Helen Punto de VistaLo más difícil de la mañana fue dejar a Luis, hasta que me di cuenta de que regresaba a la guarida del león para enfrentar la ira de las gemelas. Él se ofreció para ir conmigo, pero yo lo rechacé, prometiéndole que lo llamaría para decirle cómo había ido. Nos despedimos con un beso en la puerta y le obligué a regresar al carro, sabiendo que no era buena idea provocar más a Sadie. Protestó, pero me hizo caso y se marchó, mientras yo pensaba la mejor manera de enfrentarme a solas a las dos.Entré en la casa y Millie se reunió conmigo en la puerta. —Para tu información, las gemelas le contaron todo a Nola y ella está de un humor de perros, de modo que no sé qué hará.—Estoy dispuesta a marcharme. He buscado un lugar donde ir y solo me queda encontrar otro trabajo. Me dirigí hacia las escaleras y vi a Nola que descendía por ellas.—No hará falta, Helen. Tu empleo aquí es seguro y he tenido una charla con las chicas. Están dispuestas a disculparse y a cooperar para
Luis Punto de VistaAcababa de salir de la ducha y cubrirme con una toalla cuando Carlos entró en mi habitación frunciendo el ceño.—Espero que hayas pasado una buena noche. —Se sentó en mi silla favorita y miró el techo, mientras yo buscaba algo que ponerme en el armario.—Ha sido la mejor en mucho tiempo. —Encontré una camiseta blanca de algodón, metí la cabeza y dejé caer la toalla para ponerme unos pantalones de chándal—. Por lo que me dijiste, cumpliste tu fantasía.—Casi. Hasta que tu madre entró agitando las manos como una lunática y nos dio un susto de muerte.—¿Qué quieres decir con «casi»? —Eso no sonó bien.—Bueno, resulta que aunque no les importa compartir a los hombres, no quieren enrollarse con ellos al mismo tiempo y, aparte de tocarse, no hicieron nada sexy conmigo, lo cual era la mitad de mi fantasía. No solo eso, sino que Mariel estaba de un humor terrible, especialmente mientras yo me cogía a Sadie, que parecía aburrida todo el tiempo y no dejaba de preguntarme por
Helen Punto de VistaIntenté dejar de lado mis diferencias con las gemelas para poder seguir trabajando sin rencores, procurando que todo fuera más fácil. Si hubiera sabido el reto que supondría para ellas, lo habría reconsiderado.Estábamos en su habitación, mientras esperaban noticias de su madre que negociaba su último contrato para el reality show. Al parecer, la renovación dependía de que las chicas rebajaran una parte de sus ganancias por su mal comportamiento, pero Nola no lo quería.El teléfono de Mariel sonó y ambas se acurrucaron para escuchar a su madre por el altavoz. —Vamos a estar ocupadas haciendo promociones, así que deberéis preparaos para trabajar en óptimas condiciones. No quiero que nada se interponga en vuestro trabajo esta temporada.—¿Será con el mismo tipo de contrato que antes? —Era la primera vez que veía a las chicas nerviosas, como si tuvieran emociones humanas. —Sí. He luchado con uñas y dientes para que sea así, no lo arruinen. Procuren no meterse en pr
Luis Punto de VistaNunca había tenido que escabullirme en una relación para evitar que mi madre me echara en cara mis hábitos sexuales, por haber tenido alguna que otra aventura de una noche. Conduje hacia la mansión Red y me detuve en la puerta donde me esperaba Helen.—Hola, señorita sexy —le dije al bajar la ventanilla—. ¿Necesitas que te lleve a algún sitio?Enseguida se puso colorada, pero sonrió y su cara se iluminó. —Sí, será mejor que nos demos prisa. He salido a escondidas de la casa y quiero que nos vayamos antes de que se den cuenta. —Abrió la puerta del copiloto y se deslizó en el asiento.—Todo esto de escabullirse resulta excitante. No sabía que estoy saliendo con una chica mala. Me gusta. —Me incliné, le di un beso rápido en los labios y pisé el acelerador. Los neumáticos chillaron sobre el asfalto y ella se rió, mirando hacia a la casa mientras nos alejábamos a toda velocidad.—No se te da muy bien escabullirte. Recuérdame que nunca robe un banco contigo. —Se pasó
Helen Punto de VistaNo podía dejar de reírme, mientras Luis me llevaba a la habitación. Se detuvo junto a la cama y vi nuestro reflejo en el espejo del tocador. Me dio un azote en el culo que sonó muy fuerte por llevar vaqueros; no había nada como recibir un golpe a través de la tela vaquera para calentar el trasero.—¡Ah! —Me encontré de espaldas antes de que pudiera luchar o gritar, aunque todo formaba parte de nuestro juego. No me importaban las nalgadas o que me tumbara en la cama, sobre todo, cuando no perdía el tiempo el quitarme los zapatos y tirarlos al suelo.Nos quedamos mirándonos a los ojos. Los suyos ardían de deseo mientras desabrochaba los botones de mis vaqueros y los deslizaba por mis piernas hasta que me los quité a patadas. Él se apresuró a sacarme la camisa por los brazos, aunque esperaba que siguiera con las panties, pero lo ayudé a liberarme de la tela de seda.Me tumbé de nuevo en la cama y él se apartó para mirarme. Solo llevaba la ropa interior y comenzó a q
LuisLa semana siguiente se hizo eterna. Las gemelas se dedicaron a desquitarse con Helen por haberlas abandonado para pasar el día conmigo y, aunque prefería pensar que mereció la pena, la eché de menos como un loco. Por eso, decidí intervenir y hacerle una visita sorpresa.Sadie abrió la puerta y se apoyó en la madera para parecer inocente, pero no funcionó.—Hola, Luis. No me digas que estás aquí para disculparte conmigo por mentir sobre lo de hacer un cuarteto.—Vale, no lo haré. ¿Está Helen por aquí?—Si no te gustaba la idea, solo tenías que decirlo. Helen cree que eres el señor Perfecto, pero sé que eres como cualquier otro mujeriego imbécil que se dedica a engañar a las chicas.—Nunca te engañé, Sadie. Y no finjas que no te has divertido. Sé que lo pasaste bien con Carlos. Él me lo dijo. En realidad, él me dijo que se había aburrido, pero no iba a darle la satisfacción de admitirlo.—Por favor, lo único que hice fue mirarlo a él y a Mariel, esperando a que aparecieras, pero n