Luis Punto de Vista
Carlos y yo habíamos conseguido la invitación oficial de la gala y teníamos duplicados hechos por el autor original para poder repartirlos a nuestro antojo. Mientras paseábamos por nuestro local nocturno favorito, él ya había entregado todos los sobres y a mí solo me quedaban unos pocos. Los estaba guardando para las chicas del club de campo, pero mi plan estaba en marcha.Estábamos sentados la zona vip y enseguida me fijé en una de las mesoneras que había llamado mi atención por su impresionante escote.Carlos me dio un codazo y se inclinó para hablarme con una sonrisa inmensa. —Mira quién está aquí. —Su voz sonó entusiasmada, mientras señalaba a las chicas que se acercaban.Enseguida reparé en dos pares de piernas y unas tetas capaces de volver loco a un hombre. Las gemelas Red eran unas hembras calientes, no hay duda de ello, pero sus formas ásperas me espantaban desde que las conocí, dos años atrás. Mariel era la más hermosa de las dos. Llevaba una estrella diminuta tatuada en la mejilla que, al parecer, se hizo durante la primera temporada de su reality show. Tenía el pelo negro y las puntas estaban teñidas de color azul, como si se tratara de su marca registrada. Se paró delante de Carlos pero recorrió mi cuerpo con los ojos. Sadie hizo lo mismo y luego se sentó a mi lado, mientras su hermana se inclinaba sobre Carlos, prácticamente tumbada en su regazo.—Recibimos tu invitación —dijo Mariel, mientras llegaba una tercera chica a la mesa. Era rubia, de aspecto sencillo, y buscaba alrededor con gesto nervioso, como si se sintiera fuera de su elemento. Cuando Mariel volvió a hablar, dejé de prestarle atención—. No puedo esperar a que comience la gala, supongo que me guardaréis un baile —dijo mirándonos a los dos. Sadie se inclinó hacia a mí como si fuera a devorarme de un bocado. —Me gustaría que me dieras algo más que un baile. —Su declaración resultó toda una oferta. Al moverse tan cerca ofreció una vista generosa de la parte delantera de su vestido. Era evidente que no llevaba nada debajo de la fina tela de seda que apretujaba sus perfectas tetas. Colocó una mano en mi muslo y la deslizó peligrosamente cerca de la entrepierna. Ya imaginaba que pasaría algo así cuando las vi aparecer. Su hermana no se quedó atrás y, aunque se inclinó sobre el regazo de Carlos, se me ofreció con voz sensual.—Estoy segura de que tienes para las dos.—¿Así que todos esos rumores son ciertos? —preguntó Carlos, sin liberar la cintura de Mariel que en ese momento se inclinó sobre él.Le pasó la mano por los pantalones y la movió sobre su entrepierna —Tú también puedes participar, Carlos. —Ambas se rieron cuando la mano de Sadie repitió el mismo gesto conmigo y se acercó para hablarme al oído—. Lo pasaríamos muy bien. Tenía el mismo pelo negro que Mariel, solo que el suyo no estaba tintado de azul, y tampoco llevaba un tatuaje con una estrella. Era la más natural de las dos, aunque su expresión dura la convertía en una mujer exótica y peligrosa, como si pudiera matarte con una de sus frías miradas.Alzó la cara, se giró hacia su gemela y le echó un brazo al cuello para atraerla hacia ella. —A lo mejor les apetece vernos jugar, hermana. —Lamió la mejilla de Mariel con un golpe largo y lento; luego se miraron y se dieron un beso rápido en los labios. En ese momento, la rubia torpe se atragantó con su bebida, la dejó sobre la mesa mientras tosía y la derramó. Sucedió tan rápido que el líquido corrió a través de la mesa y se deslizó hasta mis pantalones y la parte superior de Mariel.—¡Estúpida! ¡Idiota! —Sadie la miró con censura, mientras su hermana se incorporaba. La chica seguía tosiendo y yo aparté a Sadie de mi lado para levantarme. Al ver que me marchaba para limpiarme, Carlos me siguió. —¿Vas a aceptar la oferta? —Al principio, pensé que le molestaría que me incluyeran, pero las deseaba de cualquier manera. —Amigo, tienes que probarlo.—Pensé que las querías para ti solo. Regresa allí y acepta la proposición. Por mí, pueden irse a casa con su niñera. —Pasé al baño y me crucé con un par de niños cursis que estaban allí compartiendo éxitos. —Tío, no eres divertido —gruñó Carlos—. Como si no hubiéramos compartido antes. Si sigues así, acabarás con alguien como esa chica torpe. Qué desastre. —Fingí que estaba de acuerdo, mientras me limpiaba los pantalones.—Esas dos no son mi prioridad. Además, son muy jóvenes. Habían cumplido veintiún años unos meses atrás y lo sabía porque celebraron una gran fiesta. Allí fue donde Carlos se cogió a Mariel.—No encontrarás maravillas más grandes en la cama, amigo mío. No me importa su edad, no son adolescentes y es legal a su edad. ¿Qué más puedo pedir? Hazme el favor, ven con nosotros y nunca más te pediré nada.—Eso dices siempre, pero ni siquiera mi madre querría verme con una de ellas, mucho menos con las dos. Tienen mala prensa y sus vidas están documentadas en ese maldito reality show. Me sorprende que esa m****a siga en el aire.—No son tan malas. —Carlos permitía que la promesa de una buena sesión de sexo le nublara el juicio, pero yo no iba a caer en eso. Además, no estamos tan necesitados en ese sentido.—Por última vez, no. La gala es dentro de una semana y quiero concentrarme en conocer a alguien que me guste. Si me pillan con las gemelas, ninguna chica decente se acercará a menos de un metro de distancia, con o sin millones de dólares.—De todas formas, las que te conozcan estarán al tanto de tus miles de millones. ¿Cómo sabrás que no es eso lo que buscan?—Lo sabré en mi interior. Esa chica será real, sin que haya sido salpicada por el glamour y sin interés por mi fortuna. Solo querrá conocerme a mí, ¿comprendes? Me he dado cuenta de que eso es lo que necesito. Todas están tan pendientes de mi dinero que lo único que buscan es que lo gaste en ellas. La mitad de las mujeres con las que he salido ni siquiera saben mi segundo nombre.—Bueno, es un nombre de estudiante; te interesa que no salga a flote, Bernard. —Carlos soltó una carcajada y lo miré dándole a entender que yo también podía burlarme de su nombre y su origen. —Ese comentario es un poco hipócrita, viniendo de alguien que se llama como un globo aerostático.—Me pusieron ese nombre por la banda favorita de mi padre, una de las más grandes de todos los tiempos, jódete tío —replicó mientras salíamos del baño.Le indiqué que buscáramos una nueva mesa, ya que la nuestra tenía nuevos ocupantes, y nos sentamos en la primera que vimos disponible. Se acercó una camarera y al verla me di cuenta de que me había acostado con ella hacía unos meses.—¿Puedo ofrecerte algo? —Miró a Carlos y le sonrió.—Una cerveza, por favor —pedí, mientras la miraba de arriba abajo. No pude evitar recordar sus largas piernas alrededor de mi culo desnudo, mientras la penetraba.–—Claro, cariño. Te traeré tu cerveza con la misma prisa que me llamaste después del sexo que tuvimos. —Se alejó con gesto altivo y tuve que reconocer que llevaba razón. Cualquier otra se sentiría igual de insultada, pero no me lo habría dicho tan claro.—Me encanta esta mujer. —Carlos se rió a carcajadas hasta que se giraron varias cabezas para mirarnos.—Ella es buena, deberías probarla. Hizo un gesto con la cara para indicarme que podría hacerlo.—Hace un rato le di una invitación para la gala y, por la forma en la que se desenvuelve, las cosas podrían ponerse interesantes.En ese momento, vimos correr por delante de nosotros a la rubia que había derramado su bebida. Iba en dirección al baño y, a juzgar por las prisas, parecía que se había manchado de nuevo. Llevaba la parte delantera de la blusa empapada y aprecié lágrimas en sus mejillas al pasar.Carlos frunció los labios y me dio un codazo. —Pobrecita, estoy seguro de que Mariel y Sadie se la comerán viva.Sin mirar a la pobre criatura, busqué en la dirección opuesta.Helen Punto de VistaMariel se giró frente al espejo de tres hojas y analizó la parte trasera del vestido, mientras yo me sentaba para verla. Podría estar en mi habitación, contemplando la colección de mi madre y eligiendo el adecuado para la gala, pero se esperaba que me pusiera a disposición de las gemelas y, al parecer, necesitaban toda la ayuda posible para escoger el traje apropiado. No es que valoraran mi opinión, pero cualquier cosa que me mantuviera ocupada y a su merced les hacía felices.Afortunadamente, todavía faltaba una semana y ya tenía uno en mente; de modo que me lo probaría en cuanto tuviera un momento libre. No podía decirles que me marchaba en ese instante, después de lo que había pasado la noche anterior, aunque les expliqué que derramé mi bebida porque me atraganté con un trozo de hielo. Yo no quería salir, pero las chicas insistieron. Por supuesto, solo me dieron diez minutos para prepararme y escondieron mi plancha del pelo; de modo que tuve que conformarme co
Luis Punto de VistaNunca me había gustado vestirme para los eventos cuando era más joven, pero ahora que podía elegir mi propia ropa no resultaba tan terrible. Carlos y yo habíamos decidido que en lugar de salir a comprar algo, echaríamos mano de mi fortuna y pediríamos que los diseñadores vinieran a nosotros. De ese modo, Carlos podría dormir más tiempo, me dije al verlo en la cama, abrazado a una morena muy sexy.Me miré en el espejo mientras Franky, el diseñador recomendado por mi madre, hacía algunos ajustes en el esmoquin. El hombre ya me había hecho un traje en el pasado y esperaba que me quedara igual de bien.—Disculpe —dijo una voz juvenil que entraba en la habitación.Era la chica que estaba en la cama de mi amigo y llevaba el pelo mojado. Tenía la cara roja de vergüenza y eso me hizo interesarme por lo que decía. La mayoría de las mujeres que pasaban por allí, se iban sin disculparse y a medio vestir.Carlos entró en la habitación poco después, con el pelo aún húmedo por l
Helen Punto de VistaOficialmente ya había terminado mi jornada de trabajo, al menos eso me había dicho Nola, y esperaba en mi habitación a que llegara la hora de vestirme para la fiesta. Solo deseaba que las gemelas no me interrumpieran porque quería aprovechar cada minuto.Me sorprendió que Millie subiera con la intención de ayudarme a prepararme; sobre todo, cuando empezó a contarme historias sobre mi madre. No sabía que la conociera cuando era tan joven, como también ignoraba que Scott Red había conocido a mi madre mucho antes que Nola, según me contó.—Entonces, ¿Los conocistes antes de que yo naciera?—Oh, sí, mucho antes. Deberías ponerte este. —Millie me mostró el bonito vestido azul que estaba sobre la cama.—No estoy segura. Era el que tenía pensado llevar, pero Halle me advirtió de que no debía usar su color. No tenía ni idea de lo que haría si decidía ir en contra de su advertencia, pero considerando que no quería discutir, pensé que era mejor hacerle caso.Millie resopló
Luis Punto de VistaEstaba a punto de ir a saludar a mis invitados cuando de repente me encontré con Mariel y Sadie Red, a un metro y medio de la puerta. Ninguna de las dos llevaba máscaras, pero ambas mostraban una sonrisa taimada como si estuvieran en mitad de una travesura que con seguridad sería algo miserable.—Príncipe Luis —canturreó Mariel, anteponiendo el apellido para jugar con un tratamiento curioso, aunque no era la única persona que lo hacía—. Carlos —dijo de pasada, con menos efusividad. Mientras que mi bienvenida fue una cálida sonrisa, mi amigo se adelantó y besó su mano, mostrándose muy considerado.Mariel no parecía muy interesada en él, aunque inclinó la cabeza como una tímida colegiala.A Sadie no pareció hacerle mucha gracia la presencia de Carlos y tuve la sensación de que las dos me buscaban a mí. Ya lo habían intentado otras veces, pero nunca lo habían demostrado tan abiertamente.Su hermana no vaciló y me miró como si fuera su presa. —Estupenda fiesta, Luis.
Helen Punto de VistaVislumbré a las gemelas cuando Luis Prince me saludó. Salieron corriendo de la entrada y fui a buscarlas en cuanto pude escaparme. Nada más doblar la esquina, noté que me agarraban por los brazos y casi me hicieron perder el equilibrio, mientras me empujaban hacia el baño de señoras.—Tranquilas, van a arrancarme los brazos —repliqué cuando cerraron la puerta—. ¡Me dejaron a propósito! —No iba a permitir que se fueran sin mencionar lo que hicieron, aunque no se disculparan.—Estás aquí, ¿no? Tienes suerte de que Luis se apiadara de ti. Dijo que parecías una tonta y no quería que los otros invitados se avergonzaran al entrar. —La voz de Sadie sonó amistosa, aunque era fácil apreciar el engañoso tono ácido. —Bueno, nada de esto habría pasado, si no hubierais salido de la casa sin mí. Sabíais que hacía falta una invitación para entrar. —Esa era la idea, ninguna quería que viniera y les arruinara la noche.—De todas formas, no tenías que perder el tiempo haciendo oji
Luis Punto de VistaLa chica se alejó tan rápido que me dejó pensativo. Traté de averiguar el motivo de su marcha y esperaba no haber dicho nada inapropiado. Al repasar la conversación, llegué a la conclusión de que solo debía estar preocupada por sus amigas. Crucé la sala y, antes de llegar a la salida, Carlos se acercó por detrás, dándome unos golpecitos en el hombro.Me di la vuelta y me apoyé en la pared.—¿Qué te pasa? ¿Ya estás cansado? —No, se trata de esa chica, la que apareció sin invitación. —Sacudí la cabeza—. Es una diosa y deseo saber más de ella desde que comenzamos a hablar.—Mierda, eso no es bueno. Tengo el presentimiento de que la única forma de conseguir a Sadie es contando contigo. —Sadie es una lunática. No, gracias. Además espero estar esta noche con esa chica.—Vale, pero antes ayúdame a conseguir a las gemelas y serás libre de desaparecer con tu chica. Todo lo que necesitan es una promesa de que te unirás. —Me miró con una sonrisa—. Una vez que las tenga en
Helen Punto de VistaMi madre me enseñó a no menospreciar a los demás. Decía que no importaba cuánto dinero tuviera la gente porque todos eran dignos de amor y respeto. Me educó en la creencia de que era mejor ser sociable antes que el mejor amigo; así como que debía buscar lo bueno en las personas porque todo el mundo tenía algo, aunque estuviera muy escondido. Seguí contemplando el cielo nocturno mientras la echaba de menos. Solo esperaba que sus enseñanzas fueran ciertas. No me gustaría pensar que Luis era un imbécil, aunque también cabía la posibilidad que no tuviera a nadie que le mostrara la forma de amar, como hizo mi madre conmigo.—Empezaba a pensar que te habías ido.Me giré al escuchar la voz de Luis. Estaba parado en la puerta de la terraza, bajo una guirnalda de rosas que debía haber costado más que mi vestido.—Pensé en hacerlo.—¿Por qué? ¿No te diviertes? —Se acercó y se puso a mi lado.—No me siento bienvenida. Sobre todo considerando que no soy rica o famosa y que n
Luis Punto de VistaAlgo no me gustaba de lo que Helen Ford me había contado sobre su situación, pero pensé en tomarme las cosas con calma y conocerla antes de decir nada. El hecho de que su madre la dejara sin nada era alucinante, pero tampoco conocía toda la historia.Me senté con ella en el banco y me dediqué a observarla mientras ella miraba las estrellas y se perdía en sus pensamientos. Después, me quité la máscara esperando que hiciera lo mismo, pero no lo hizo.—¿Qué hay de ti, Luis Prince Williams? ¿Cuál es tu pasión? —Por fin giró la cabeza para hablarme.La pregunta me pilló desprevenido, pero solo porque nadie solía interesarse por esas cosas. La mayoría de la gente daba por hecho que me conocía y que solo me importaba el dinero y cómo gastarlo.—¿De verdad quieres saberlo? —Me reí un poco al tiempo que pasaba una mano por el pelo—. Mi padre se dedicaba al negocio inmobiliario. Era frecuente que tratara con los clientes de mi madre y solían ir en avión a la isla que tenía e