AngélicaEstoy acostada en la camilla, acariciando mi vientre aún plano. Los médicos ya me informaron que mi bebé está bien, y no saben la tranquilidad que sentí al escuchar eso. Ahora, mi ansiedad está enfocada en ver a Luciano. Después de enterarse de lo que tuve que hacer para mantener a salvo a nuestro hijo, no sé cómo se lo tomará. Solo espero que me entienda y me ayude a olvidar lo ocurrido.—¿Puedo pasar? —escucho la voz de mi flamante marido mientras lo veo entrar con una bolsa de regalo en las manos.—Pasa.Luciano entra y me dedica una sonrisa cálida.—Te traje un regalo para nuestro hijo o hija.Sonrío como una tonta mientras extiende la bolsa hacia mí. Con algo de curiosidad la abro y, al ver el contenido, mis ojos se llenan de lágrimas.—Luciano... —murmuro emocionada al sostener entre mis manos una pequeña prenda de bebé de color blanco, probablemente porque aún no sabemos el sexo. Mis lágrimas comienzan a correr, y él, rápidamente, las limpia con sus dedos.—Ya no llores
Estoy tomando un café en la sala con Mila, ya que ni Carlos ni Luciano se han despertado. Estaban tan borrachos que los guardaespaldas tuvieron que subirlos a las habitaciones.—¿Crees que estén muertos? —dice Mila con algo de humor.—Yo espero que no, porque no quiero que mi hijo se quede sin padre.—Tal vez el ruso quiera ser padre de tu bendición.Ambas estallamos en risa y le tiro un cojín a Mila.—Que ni te escuche Luciano.—Joder, me estoy muriendo.Cuando volteamos, vemos a un Luciano todavía vestido, con la corbata en la cabeza. Mila y yo lo miramos y soltamos una carcajada.—Las estoy escuchando.—¿Quieres que te dé algo?—Una pastilla para el dolor de cabeza.—Bueno, yo voy a ver si Carlos sigue vivo.—Dale, ahora hablamos.Luciano toma asiento a mi lado y se toma la pastilla.—¿Todavía sigue en pie lo de la boda o fue algo de la borrachera? —le sonrío, y este también lo hace.—Lo decía muy en serio - Luciano toma mis manos.—Quiero darte la boda que te mereces, cariño.—¿Y s
Hoy es mi despedida de soltera y la de Luciano; por culpa del ruso, vamos a tener nuestra despedida de solteros, pero por separados.— Odio que te vayas con el ruso a quién sabe dónde — Luciano me sonríe y toma mi cintura.— Amor, sabes que solo tengo ojos para ti.— Más te vale, señor De Lucca — dejo un casto beso, pero somos interrumpidos por mi amiga Mila y Carlos.— Bueno, futuros esposos, ¿se van a separar ahora? — Carlos toma del brazo a Luciano y Mila me toma a mí, llevándome lejos de él. Ni siquiera me deja despedirme.— Amiga, Carlos y yo tenemos un plan — Mila me mira de forma pícara, y juro que eso me da miedo.— ¿Qué estás planeando?— Tú serás la despedida de soltero de Luciano. ¿Qué tal un baile privado? — Miro a Mila y el bombillo se me enciende.— Eres una genia.— Somos, Carlos dio la idea y yo la pulí.— Bueno, ahora ayúdame, necesito ponerme algo bien sensual para mi futuro marido.— Yo ya lo pensé — va a mi armario y saca un vestido bastante seductor con una lencerí
Ya estoy en mi último mes de embarazo. Hasta el momento, todo ha sido bastante tranquilo. Ahora estamos muy ansiosos por saber qué es nuestro bebé, ya que ninguno de los dos quiso saber el sexo porque queríamos que fuera sorpresa.-¡Joder, amor, en serio, ¿tenemos que ir?! —veo cómo mi marido se está arreglando para una fiesta que va a dar su empresa y él debe asistir.-Amor, soy el jefe, no puedo faltar y quiero que estés conmigo.-Prométeme que solo serán dos horas, mis pies se inflaman con cualquier cosa.-Te prometo que apenas lleguemos a casa, te haré un rico masaje.-Mmm, me parece perfecto, ahora ayúdame a parar. —Este me ayuda a sentarme y luego camino al baño para darme una ducha rápida. Cuando salgo, busco qué ponerme.-¡Mami! —Mi pequeña Camila corre hacia mí, rodea mis piernas con sus bracitos y luego deja un beso en mi vientre, ya muy abultado.-Hola, mi pequeña.-Ten cuidado. —La adoro, es tan hermosa.-Ve a decirle a papi que mami se tiene que arreglar. —Ella asiente y c
Hola, mi nombre es Angélica Torres, tengo 22 años, vivo en España y soy stripper. No lo hago porque quiera... Cuando tenía 20 años, me topé con una persona a la que ojalá nunca hubiera conocido: Fernando de la Rosa. Es el jefe de la mafia blanca, una organización que se encarga de la prostitución en toda Europa. Una noche, mientras estaba de fiesta con mis amigas, desafortunadamente llamé su atención. Desde entonces, estoy obligada a bailar en un tubo frente a las miradas lujuriosas de los hombres. A todas las chicas como yo las obligan a tener relaciones con los clientes. Yo soy la excepción. Fernando siempre me dice que soy muy cotizada entre los hombres. —¡Angi, otra noche a tope! Hoy te vas a llenar de dinero —dice Mila. Ella también baila aquí; es otra víctima de la mafia blanca. Una vez intentamos escapar, pero nos dieron una golpiza tan fuerte que se nos quitaron las ganas de intentarlo otra vez. A pesar de todo, mi sueño siempre ha sido ser libre. —¿De qué me sirve llenar
La única forma de salir de este lugar es pagar la gran deuda que tengo, según Fernando. Es una deuda millonaria; prácticamente tendría que trabajar toda mi vida para liquidarla. Entro a la oficina de Fernando, decidida a exigir lo que muchas no se atreven por miedo.—Quiero que reduzcas mi deuda —le suelto de golpe—. Te he dado mucho dinero, creo que merezco que la bajes.—Ay, preciosa, veo que no entiendes cómo funcionan las cosas —responde mientras posa su mano en mi cuello. Con temor, siento cómo empieza a apretarlo.—¡Me lastimas! —digo, tratando de soltarme.—Nunca podrás pagar esa deuda porque eres mía —me suelta de repente, haciéndome golpear contra la puerta—. Ahora te saldrá un moretón por idiota. ¡Lárgate, ya me hiciste enojar!Salgo del lugar con un dolor de cabeza horrible y entro al camerino.—¡Por Dios! ¿Qué te pasó? —pregunta Mila, espantada al ver mi rostro.—Tuve un problema con Fernando.—¿Le volviste a pedir que baje tu deuda?—Sí, pero el maldito se niega.—Ven, te
—Estás linda —menciona Mila.—Gracias, Mila. —Escucho que tocan la puerta de mi apartamento y ahí mi corazón comienza a latir con fuerza—. Oh por Dios, es él —digo entrando en pánico.—Hey, tranquila, relájate o lo vas a espantar. —Tomo aire y luego cojo mi bolso para ir a la puerta. Cuando la abro, me encuentro con Luciano, que está perfectamente arreglado, y al verme, repasa mi cuerpo.—Estás bellísima —toma mi mano y deja un casto beso en ella.—Tú estás muy guapo. —Él me sonríe—. Ahora dime, ¿cómo voy a salir sin que los gorilas se den cuenta?—Ya lo sabrás. —Salimos del apartamento, bajamos las escaleras y entramos a otro departamento. Mi sorpresa fue que no salimos por la entrada principal.—¿Por qué entramos a este departamento? —Veo que él tira una cuerda por el balcón, lo que me alarma, ya que empiezo a saber cuáles son sus intenciones—. Ni lo sueñes.—Es la única forma, son solo dos pisos.—¿Y si nos descubren?—No va a pasar. Este apartamento da para la parte de atrás; los h
LUCIANO DE LUCCANo puedo creer que estoy loco por una bailarina de tubo. Definitivamente, Angélica tiene algo que, con solo verla, hace que todo mi cuerpo se active. Necesito sacarla de ese lugar, sea como sea. No quiero que otros hombres miren lo que es mío, porque desde el momento en que la hice mía, ella se convirtió en mi mujer... solo que ella aún no lo sabe.—Luciano, ¿me estás escuchando? —pregunta Carlos, mi mejor amigo y mano derecha en este negocio de la mafia.—Disculpa, estaba pensando en otra cosa.—¿En la bailarina de tubo? —pregunta con una sonrisa pícara—. Te dejó loco la chiquita.—Esa mujer es Afrodita. Cuando la conozcas, te darás cuenta de por qué lo digo.—Ya tengo deseos de conocerla.—Hoy la conocerás. —Él me mira sin entender—. Hoy la sacaremos de ese prostíbulo.—¿¡Qué!? ¡Estás loco! ¿Acaso quieres una guerra con Fernando? Sabes que ese hombre no soporta que le toquen lo que es suyo, y esa pequeña está en su negocio; es decir, es de su propiedad.—¡NO DIGAS ES