capitulo 31
Luciano de Lucca

Despierto con un fuerte dolor en mi pecho. Siento como todo me da vueltas, y mi cabeza parece que va a estallar.

—¡Joder, cómo duele!

—Luciano, amigo —escucho la voz de Carlos, así que me obligo a abrir los ojos. Cuando lo hago, me mira con cara de preocupación—. ¡Joder, al fin despiertas!

—¿Qué me pasó? ¿Dónde está Angélica? —¿Por qué mi ángel no está aquí conmigo?

—¿No te acuerdas de nada?

—¿Qué está pasando? ... Joder, joder.

—¡Angélica! ¡Se la llevaron! —Intento pararme, pero Carlos me lo impide—. ¡Déjame, Carlos! Necesito buscar a mi mujer, esos imbéciles la tienen.

—Ya Ivánov y yo nos estamos encargando de eso.

—¿Ivánov? ¿Qué tiene que ver ese imbécil aquí?

—Lo llamé.

—¿Lo llamaste?

—Él se enteró de lo ocurrido y decidió ayudarnos, pero dijo que era solo por ella.

Quiero matarlo, pero no puedo ser idiota. Cuanta más gente me ayude a buscar a mi mujer, más rápido la encontraré.

—Tengo que irme —me quito todos los cables y, con algo de dificultad, me pongo de pie.

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