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Capítulo 2: Necesito tu ayuda.

Al ver a Natalia frente a su puerta, Elías no dudo en hacerse a un lado para que está entrará, aunque no era habitual que ella llegará a esa hora a su casa, él jamás sería capaz de negarse a recibirla. Dejo que se acomodará y sin preguntar nada se sentó frente a ella analizando cada expresión que había en su rostro.

-  Realmente no te esperaba a esta hora.

-  Lamento si interrumpo algo, pero no sabía a donde más ir.

-  Sabes que jamás lo haces, además, mi casa es tu casa. – Los gestos de Natalia le indicaban que algo no estaba bien, por lo que no dudo en preguntar. - ¿Estás bien?

-   Digamos que sí. – Esa respuesta no fue convincente, lo cual termino de confirmarle que algo le había sucedido a su amiga. - Yo… lo lamento, justo cuando llegue note que estabas con alguien.

Natalia observa detenidamente al hombre frente a ella, a pesar de ser amigos desde hace algunos años, nunca ha podido saber lo que realmente está pensando, esa es una de las cosas que más le intrigan de él, nunca muestra sus emociones y en muchos casos es difícil saber lo que siente y piensa.

-  Sí, es un amigo de mi abuelo, desea que vaya a casa por unos días, pero aún no me decido; pero no hablemos de mí, más bien dime, ¿qué haces a esta hora en la calle? – Una de las principales cosas que sabe hacer Elías es cambiar de conversación fácilmente, sobre todo si incluye a su familia. – No es normal en ti que vengas a esta hora a verme.

Natalia deja salir un pesado suspiro, mientras se levanta del sofá y se acerca al balcón donde puede recibir la fría brisa de la noche, la cual la hace estremecer por unos instantes, al darse la vuelta Elías ya se encuentra frente a ella con una pequeña manta en sus manos, y atrayéndola hacía él la desliza por detrás de la espalda de ella para brindarle un poco de calor.

-  Estoy en problemas. – Su mirada no se aparta de la de él mientras siente como su corazón comienza a agitarse un poco. - Necesito que me ayudes.

- ¿Qué ocurre? -

- Son mis padres, han hecho un acuerdo absurdo en el cual soy entregada como mercancía a cambio de salvar su empresa y no tengo forma de zafarme de esta, no sé qué hacer.

Natalia no puede evitar sentir una fuerte opresión en su pecho mientras las lágrimas que tanto había contenido comienzan a deslizarse por sus mejillas, al instante Elías la toma pegándola más a su cuerpo brindándole calidez y reconfortando su alma entristecida.

-  Todo estará bien princesa, buscaremos la manera de solucionarlo. – A pesar de mostrar ser una persona fría y distante, Elías siempre ha sentido una debilidad por Natalia, la cual es la única que ha podido traspasar todas sus barreras. -

-  Gracias por siempre estar para mí.

Después de terminar de desahogarse entre sus brazos se dirigen hacia la cocina a preparar palomitas para disfrutarlas mientras ven una película, al terminar suben hasta la habitación de Elías y se acomodan sobre la suave cama, él al igual que siempre coloca su brazo a un costado para que ella pueda acomodarse sobre su pecho.

Elías y Natalia se conocieron cuando ella entro a su primer semestre de la universidad, él se encontraba cursando su segunda carrera profesional, y ahora estaba su último semestre, mientras que ella estudiaba publicidad y marketing digital, al igual que él, ella también estaba en su último semestre.

Cuando Natalia vio a Elías por primera vez, pensó que era el hombre más guapo que había conocido en toda su vida, por decirlo así, fue amor a primera vista, cabe destacar que jamás se atrevió a confesarle sus sentimientos por temor a ser rechazada, pero justo el día que ya no aguantaba más y se decidió a confesarle lo que sentía, escucho una conversación entre sus amigos donde afirmaban que a él gustaban los hombres, al principio era algo que no quería creer, pero a medida que pasaba el tiempo termino confirmándolo, ella lloro como jamás en su vida lo había hecho, porque el hombre del cual se había enamorado jamás se fijaría en ella y no podía hacer nada para cambiarlo, por lo tanto decidió convertirse en su mejor amiga y así jamás apartarse de su lado.

Es de mañana, el olor a café recién hecho activa los sentidos de la joven mujer la cual se levanta de golpe al recordar que se ha quedado dormida y no volvió a casa de sus padres, lo que implica problemas, sobre todo si su hermana comienza a destilar su veneno.

Decide entrar al baño y darse una ducha rápida, por suerte siempre deja algo de ropa en casa de su amigo así que puede cambiarse fácilmente, al salir de la habitación, baja las escaleras con rapidez llegando hasta la cocina.

-  Wow calma, aún es temprano. – Elías la recibe con una sonrisa juguetona a la cual ella corresponde al ver el desayuno sobre el mesón, lo que le hace agua la boca. – El desayuno está listo.

-  Lo es para ti, más no para mí, recuerda que no llegue a dormir a la casa de mis padres. – Aunque se siente ansiosa eso no evita que se acomode en la pequeña mesa y disfrutar de su delicioso desayuno. -

-  No te preocupes por eso, le dices a tus padres que saliste muy temprano para la universidad y listo.

-  Siempre lo vez todo fácil.

-  No es que todo lo vea fácil, simplemente soy optimista y confío en mí mismo, así como quiero que tú también lo hagas. – Natalia se queda quieta en su lugar sopesando las palabras de su amigo, a lo que levanta su mirada y lo observa, pero este está concentrado en su desayuno como si nada. -

-  Yo confió en ti, siempre lo he hecho.

-  Eso me alegra, pero me refiero a ti misma, y ahora más que nunca debes hacerlo, me iré por unos días, volveré en una semana.

-  ¡¿Qué?! ¡¿Cómo que te vas?! – Natalia no puede creer lo que escucha, se supone que fue en su ayuda y él se va justo ahora. - Estás por terminar tu último semestre, no puedes irte. ¡No puedes dejarme sola!

-  En realidad, ya estoy graduado y con honores, así que por eso no te preocupes.

-  ¡¿Cómo me pides que no me preocupe?! - Al escuchar sus palabras Natalia se levanta de su lugar sintiendo como la desesperación comienza a invadirla. - Si tú te vas estaré perdida, eres la única persona buena que tengo en mi vida.

-  Sólo será una semana, tampoco es como si fuera a desaparecer para siempre. – La joven asiente con su cabeza, mientras sus lágrimas recorren por sus mejillas. - Bien, solo te pido que me esperes y no hagas nada tonto.

-  Está bien, confió en ti, te esperare.

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