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Capítulo 9: "Su nuevo hogar"

El padre de Natalia llego corriendo hasta la habitación de su hija al ver que las enfermeras entraban y salían de esta, al darse cuenta de lo que sucedía y el estado en el que se encontraba su hija se acerco hasta ella sin dudarlo abrazándola de inmediato, y aunque ella trataba de alejarlo él se aferró a ella como nunca lo había hecho antes, lo que hizo que Natalia disminuyera su agresividad, haciendo que la enfermera aprovechará esta oportunidad para sedarla.

-  Todo estará bien mi princesa, todo estará bien, prometo que nadie más te lastimará, a partir de ahora, nadie te volverá a hacer daño. – Al sentir que los sollozos de su hija disminuyeron y que su respiración se volvió más pausada, él la levanto y la volvió a acomodar sobre la camilla. - ¿Qué fue lo que sucedió? – Pregunta a las enfermeras mientras observa el estado de su hija. -

-  Lo lamento Señor Madisson, pero sabíamos que en algún momento ella preguntaría lo inevitable. – El doctor le indica a la enfermera que nuevamente le coloque la medicación a Natalia. – Es difícil para ella en estos momentos aceptar lo que está sucediendo, sobre todo en su condición, sólo queda esperar que su estado emocional no la afecte aún más en su recuperación.

 -  Comprendo lo que me quiere decir. - El padre de Natalia se acerca a ella y acomoda el cabello que tiene sobre su rostro. – Soy el único culpable de todo esto, intente protegerte y sólo termine haciéndote más daño, espero que algún día puedas perdonarme.

Natalia no comprende cuanto tiempo más a pasado, pero por como siente su cuerpo, sabe que la última vez, fue algo difícil. Al despertar sabe que aún se encuentra en ese lugar, por lo que trata de acomodarse y esperar a que alguien llegué.

-  ¿Cómo se siente Srta. Madisson? – Esa es la voz del mismo hombre que escucho anteriormente, el cual al parecer es su doctor. - ¿Esta mejor ahora?

-  ¿Qué cree usted? - El doctor continúa siendo amable a pesar de su mala actitud. –

-  Muy bien, permítame examinarla. – Natalia siente como van quitando poco a poco las vendas que tenía en su cabeza y ojos. – Abra sus ojos lentamente y dígame si puede ver algo? – Ella niega con su cabeza. - Permítame explicarle...

-  No necesito que me explique algo que ya se por obvias razones, lo único que quiero saber es si podré recuperar mi vista.

-  Bien, esperamos que su condición no sea permanente, la inflación aún esta reciente, todo es cuestión de tiempo y por supuesto, que usted ponga de su parte.

-  Bien, quiero saber que ocurrió con la otra persona que iba en el auto.

-  Eso es...

-  Necesito saberlo, no me lo pueden ocultar por siempre... – El doctor comprende la situación por la que su paciente esta pasando, y también sabe que hay cosas que no se pueden ocultar por mucho tiempo. -

– Hija. - Al escuchar esa voz, Natalia se tensa, la persona con la que menos desea hablar es con su padre. - Doctor permítame hablar con mi hija a solas.

-  ¿Por qué estás aquí? ¿Viniste a ver si por fin te habías librado de mí? – El tomo de voz de Natalia hacia su padre está lleno de ira y reproche. –

-  Soy tu padre, ¿no crees que tengo el derecho de estar aquí?

-  No, y por lo que recuerdo deje de tener un padre desde hace mucho tiempo. - Las lágrimas comienzan a salir nuevamente mientras la opresión en su pecho comienza a aumentar. –

-  Lo lamento… Desearía poder haberte evitado todo este sufrimiento.

-  ¡Pero no lo hiciste! ¡¿Por qué estás aquí?! ¡¿Viniste a ver como me terminabas de destruir?! Pues felicidades, lo lograste, me has destruido, todo esto es tu culpa, ¡te odio! ¡Vete, vete!

-  ¿Qué está sucediendo Sr. Madisson? – La enfermera entra a la habitación y al ver el estado de Natalia observa al padre de esta y no duda en pedirle que salga, porque por lo visto él es quién la tiene así de alterada. -

-  Creo que lo mejor es que salga, por favor… Señorita, debe calmarse, el estrés no ayudará a su recuperación y si en verdad desea recuperarse deberá poner de su parte.

El constante monitoreo y exámenes de rutina tienen a Natalia en un estado de agotamiento estable, y a decir verdad eso no ayuda a que se olvide de su triste realidad y de lo que conlleva vivir en medio de la oscuridad.

Alexa era la enfermera que siempre estaba cuidándola atenta a cualquier cosa que ella necesitará, y quién a partir de ahora estará con ella cuidándola en todo momento en su "nuevo hogar", esto debido a que el padre de Natalia se dio cuenta de que siempre era amable con su hija y ella tampoco la rechazaba.

Natalia no comprendía a qué se refería con eso de “su nuevo hogar”, pero tampoco es como si le importará demasiado, porqué, a decir verdad, ya nada le importaba, sus días se habían vuelto oscuros y sus noches se iluminaban solo con el recuerdo de aquel hombre que le hablaba con cariño y ternura, y aunque sepa que ya no lo volverá a ver, sus recuerdos permanecerán por siempre con ella en su corazón.

Pero lo que también la tenía pensativa era que desde el accidente ha tenido sueños extraños donde aparece una mujer muy bella la cual se le hace muy familiar, pero no recuerda con exactitud su rostro, es como si faltara una parte de su mente.

-  Señorita, es hora de irnos. – Alexa entra a la habitación con su habitual sonrisa y aunque Natalia no pueda verla, puede percibirlo por el tono de su voz. -

-  Ese señor… ¿no ha vuelto?

-  Bueno, en realidad nunca se ha ido, solo se va por unas tres horas y regresa.

- No comprendo porque hace todo esto ahora. – Natalia deja salir un leve suspiro.

-  No se muy muy bien lo que esta pensando, pero el Señor Madisson desde que supo de su accidente ha estado al pendiente de todo con referente a usted. – Aún sin comprender lo que realmente está sucediendo, Natalia asiente ante las palabras de su enfermera y a decir verdad tampoco tiene ánimos de preguntar nada. - Permítame guiarla.

-  De acuerdo. – Natalia siente que ella la sostiene con cuidado, ayudándola a caminar despacio, en ese instante toma sus manos y las dirige hacia el frente colocándolas sobre algo. - ¿Qué es esto?

-  Es una silla de ruedas, la llevaremos en ella hasta el auto. – Natalia no dice nada más y procede a sentarse con cuidado. -

Al sentir el deslizamiento suave de la silla, el cuerpo de Natalia se va relajando, por alguna extraña razón siente que vuelve a respirar con tranquilidad. El camino es silencioso, después de un instante la temperatura cambia y al escuchar el cierre de algo, Natalia se sobre exalta.

-  Estamos en el ascensor. – Aunque el sonido la asusto un poco después lo reconoció. -

-  No necesitas decirme todo lo que estamos haciendo.

-  Por supuesto que sí, de esa manera le ayudo a que distinga los diferentes sonidos de todo lo que la rodea. -

-  Si tú lo dices.

El silencio prolongado hizo que Natalia se diera cuenta de que al parecer estaban en un lugar muy alto, por lo que frunce su ceño al darse cuenta de lo que eso significaba. Y antes de que preguntará sintió que el ascensor se detuvo abriéndose las puertas de inmediato.

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