Amable

—¿No tienes hambre? —preguntó él, cortando el momento de tensión.

Me enderecé. Estaba saliéndome de control. Estar con él, tan cerca, en la misma habitación y los dos solos a veces hacía que mi mente dejara de ser por completo racional.

—Sí. —respondí, aliviada, eso era algo de normalidad en esta locura que llevaba de vida.

—Nos traerán la cena aquí. —dijo, arqueando una ceja, era tan atractivo cuando hacía eso, me miraba con malicia, esa mirada burlona que me volvía loca.

—Suena bien. —traté de sonar indiferente.

Pensé un poco en lo que dijo. Tener que fingir con Scott y Sam no era lo que hubiera escogido. Estaba tan cerca de la verdad que no lo abandonaría. Me resultaría difícil ser con Sam como era con Sophie. Ella no me agradaba nada. Impedí que la mataran, porque no era una cínica cruel sin escrúpulos, pero de ahí a jugar con ella… Sería complicado.

Relaté con detalle lo sucedido con Eduard. Íbamos hilando juntos la conversación, buscando las pistas. Era un compañero de investiga
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