Gatillo

—¿Qué demonios…? Maldita perra… —soltó Scott, sujetándose la herida en la pierna que le provocó la bala.

Disparé nuevamente hacia su brazo, para que no pudiera sacar su arma. Logré darle cerca del hombro. La sangre comenzó a regar el suelo.

—Eres… ¿Cómo has podido? —masculló, ensangrentado, tosiendo, mirándome con un odio terrible.

Quería gritar, pero no tenía la fuerza, estaba muy herido. Me acerqué a él.

—¿Creíste que me engañarías así de fácilmente? —pregunté, con un tono de voz severo.

Daemon se acercó a mí, no comprendía nada de lo que estaba ocurriendo.

—Carl no me conoció cuando yo era una niña, nos conocimos de adultos. El me dio mi primer empleo. —vociferé, con rabia, pateé a Scott para que quedara tumbado en el suelo. —Daemon no fue quien lo secuestro, lo leí en los ojos de mi amigo sin que tuviera que decírmelo. Lo vi en sus ojos, cuando te miró a ti.

—¿De qué…? —tosió nuevamente, la sangre regaba el suelo.

Sentí que Daemon me quitaba el arma de las manos y la tomaba para t
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