Después de apartar a Daemon de mi lado, sentí que una parte de mi corazón se endurecía. A veces, para marcar un límite a nuestro propio corazón, es necesario sacar mucha fuerza. Una fuerza que no sabemos siquiera que existe dentro de nosotros.—Entonces nos quedaremos hablando hasta que sea la hora. —dijo él, con una molestia que se le notaba a kilómetros de distancia.Sonreí para mis adentros. El haber colocado una distancia entre nosotros hizo que él se comportara diferente. Como si quisiera todavía acercarse más a mí a pesar de mi rechazo.—Me parece bien. Dime, Daemon. Tengo algunas dudas… —solté, tratando de ordenar los pensamientos en mi mente. —¿Todos los micros estarán conectados u ordenados para que yo lo comprenda?El asintió con la cabeza, situando su vista en el techo.—Seh. —dijo, como si fuera una tontería. Luego, pareció entrar en razón. —El proyecto rubí está en boca de los jefes de la mafia. Podrás darte cuenta y reconocer las voces. Optimicé el teléfono para que reco
Me quedé paralizada. El frío inundó cada parte de mi piel a causa del temor. Tenía tanto miedo, estaba temblando.Si tenía que apuntar y…No, yo no iba a dispararle a alguien. Demonios, maldije, yo misma me metí en este lío. Quien sabe que estaba allí afuera, acechándome.Los pasos iban acercándose cada vez más. El sonido de las pisadas era sonoro, debía ser un hombre, pesado, por lo que podía percibir.Me acurruqué en mi escondite que era tan estúpido como considerar la idea de disparar. estaba lista a tratar de escapar en el momento que fuera posible.Teresa, me dije otra vez en mi dialogo interno. Traté de silenciar todo ese miedo que estaba tornándose caótico. Solo yo podía salvarme ahora.Si tenía suerte, no me vería, la persona que estuviera allí. podría ser un ladrón. O quizás, quien sabe, podía ser otro mafioso que venía a arreglar cuentas pendientes y…Y me encontraría a mí.Otra vez el dialogo caótico en mi cabeza. Cuan complejo era acallar los temores que evidentemente esta
En toda mi vida jamás había sentido una sensación semejante a la que ahora, tenía que experimentar. Estaba desprotegida, sola, enteramente vulnerable. Ni siquiera podía usar mis puños para tratar de defenderme. No lo estaba logrando. Mi cuerpo mismo estaba jugándome en contra. No podía pelear de ninguna manera y eso, generaba una impotencia que se mezclaba con el terror.—Por favor… No soy una de ellas… No soy una sumisa… —solté, con los ojos llenos de lágrimas.Si la piedad existía, rogaba que alguno de ellos la poseyera. Algo que les dijera que no me hicieran nada, algo dentro de ellos.El otro hombre llegó junto al que me tenía sujeta por los tobillos.—Eres la famosa Cady. A la que tenemos que matar ahora. —dijo el otro hombre, su voz era menos aterradora, pero igual de amenazante.El tipo de la voz ronca me jaló de las piernas para sacarme de debajo de la cama. Me miraron con atención. Yo, también los observé a ellos.El de la voz ronca me sujetó con fuerza contra su cuerpo para
Mis pies parecían hacerme flotar por los pasillos, mientras corría, sin respirar siquiera, el miedo me apretaba el cuello. Me sentía asfixiada.—¿Qué es lo que he hecho? Dios mío… —empecé a sollozar, sin dejar de correr.Estaba desesperada. Cuando llegué a la habitación de Daemon, el primer lugar donde nos vimos cuando llegué, me desplomé contra la puerta.Trabé la puerta con un sofá que arrastré por el suelo. Necesitaba estar un poco resguardada al menos.Dejé el arma sobre una de las mesas pequeñas que estaban a mi lado. Caí al suelo, sobre la alfombra, sollozando sin parar. Las lágrimas eran ardientes sobre mi piel.Había matado a dos personas. Estaba segura de que los tipos estaban muertos porque de lo contrario, me hubieran perseguido.O si estaban vivos, en una ínfima posibilidad, morirían desangrados por la falta de atención médica.No sabía qué hacer. Tiritaba, acurrucada en el suelo. Cerré mis ojos y me quedé así, sin hacer más, sin querer siquiera pensar en las consecuencias
—Deseo retirarme a mis aposentos para darme un baño. —dije, no sé por qué lo dije en ese tono tan formal.Estaba incómoda. Ni siquiera tenía ropa puesta más que la manta. Me cubrí para que no me viera llorar. Aunque era estúpido, cada vez que hablaba lloraba sin poder evitarlo.—Lo entiendo. Quiero que sepas que tienes mi apoyo. —Stella me estrechó, dándome un abrazo como si fuéramos amigas cercanas. —Cady. Dime algo. ¿Matar a esos hombres te resultó traumático?Su tono de voz cambió abruptamente. Me sobresalté. No esperaba que me interrogara con eso. No quería pensar en aquellos hombres nunca más en mi vida. Si podía olvidar lo que ocurrió, sería lo mejor. —¿Qué estás diciendo? —contesté con una pregunta, a la defensiva.Primero se había mostrado comprensiva y ahora, por su mirada y su tono, parecía que me estaba juzgando o reprochando algo. Como si la empatía que sintió por mi hubiera desaparecido de manera abrupta.Parecía una serpiente, su mirada develaba que quería usar cualquie
Él estaba furioso. Tanto que pensé que sacaría su arma y los mataría todos, a todos los que estaban en esta casa.No creí que lo vería así nunca. Parecía como si, le hubieran dado un golpe bajo que le dolía en cada parte de su cuerpo.—Debes sentirte aliviado. Contrólate. —dije, tomando su mano para detenerlo.No podía hacer algo que fuera una locura. No ahora, no con la mente rabiosa y llena de ira. Yo estaba tan afligida que tampoco era un buen momento para pensar. Mi instinto me hizo detenerlo. Porque, mi lucidez mental regresó en una ráfaga.Yo estaba aquí, en medio de la nada. Si todos se enfrentaban a Daemon ahora… Quizás mi supervivencia se viera amenazada.—¿Qué estás diciendo? Han mancillado mi honor… —comenzó a decir él, con los ojos tan iracundos que me impresionaron.—No es así. No es así, Daemon. —solté, mirándolo fijamente a los ojos. —No han mancillado nada tuyo. Es a mí a quien atacaron. Deberías estar aliviado por eso. Porque tú y yo no tenemos relación alguna más que
Debo admitir que mostrarme así con Daemon me dolía. Sin embargo, decidí enterrar mis sentimientos para mantener mi objetivo.Al avanzar por el pasillo para desayunar, el dolor de estómago se hizo presente.Dios mío, volví a recordar aquella escena.La sangre.Me detuve. Daemon amagó a darse la vuelta para también detenerse.—Sigue adelante. —le dije, poniendo mala cara, para que no me asistiera.En realidad, me sentía vulnerable. Quería que me diera la mano y me llevara el mismo a todas partes para protegerme. Pero esto era una prueba para mí, para hacerme fuerte.Estar aquí me cambió tanto que apenas si me reconocía.Daemon siguió adelante. Me quedé apoyada contra una de las paredes para estabilizarme un poco.Respiré profundo. Tan profundo, que pensé que me iba a desmayar.Escuché unos pasos acercándose y me puse en alerta de inmediato.—Buenos días, Eduard. —saludé, rápidamente, al ver que era el quien se acercaba.Estaba vestido con un atuendo modesto pero elegante. Una camisa bla
Dejando ordenados todos estos caóticos asuntos, la conclusión no era tan amable como podría desear.Estaba hablando con Eduard. Quien yo pensaba, era el principal sospechoso junto con Sam. Maldita sea, quizá una parte de mi supo hace un tiempo que el no era el culpable. Pero otra parte de mí quiso seguir los prejuicios, porque él tenía la apariencia de un mafioso despiadado y hostil.—No comprendo… —tartamudeé.Miré hacia todas partes, la paranoia invadía cada parte de mi ser. Temí que todo esto fuera una trampa, que ahora me dispararían desde una de las ventanas.Daemon.Su nombre resonaba en mi mente sin parar.—No debí amargarte el desayuno. No es nada importante. —dijo él, con los ojos vidriosos todavía.Parecía que quería soltar un sollozo, pero se contenía. La imagen que tenía construida de él, la de ese hombre despiadado que podía haber asesinado a mi hermana, se estaba cayendo a pedazos.Mis pensamientos estaban multiplicándose. Si Daemon no era el bueno de los tres…Ninguno d