Diminuta

Me quedé paralizada. El frío inundó cada parte de mi piel a causa del temor. Tenía tanto miedo, estaba temblando.

Si tenía que apuntar y…

No, yo no iba a dispararle a alguien. Demonios, maldije, yo misma me metí en este lío. Quien sabe que estaba allí afuera, acechándome.

Los pasos iban acercándose cada vez más. El sonido de las pisadas era sonoro, debía ser un hombre, pesado, por lo que podía percibir.

Me acurruqué en mi escondite que era tan estúpido como considerar la idea de disparar. estaba lista a tratar de escapar en el momento que fuera posible.

Teresa, me dije otra vez en mi dialogo interno. Traté de silenciar todo ese miedo que estaba tornándose caótico. Solo yo podía salvarme ahora.

Si tenía suerte, no me vería, la persona que estuviera allí. podría ser un ladrón. O quizás, quien sabe, podía ser otro mafioso que venía a arreglar cuentas pendientes y…

Y me encontraría a mí.

Otra vez el dialogo caótico en mi cabeza. Cuan complejo era acallar los temores que evidentemente esta
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