Desconfianza

Dejando ordenados todos estos caóticos asuntos, la conclusión no era tan amable como podría desear.

Estaba hablando con Eduard. Quien yo pensaba, era el principal sospechoso junto con Sam. Maldita sea, quizá una parte de mi supo hace un tiempo que el no era el culpable. Pero otra parte de mí quiso seguir los prejuicios, porque él tenía la apariencia de un mafioso despiadado y hostil.

—No comprendo… —tartamudeé.

Miré hacia todas partes, la paranoia invadía cada parte de mi ser. Temí que todo esto fuera una trampa, que ahora me dispararían desde una de las ventanas.

Daemon.

Su nombre resonaba en mi mente sin parar.

—No debí amargarte el desayuno. No es nada importante. —dijo él, con los ojos vidriosos todavía.

Parecía que quería soltar un sollozo, pero se contenía. La imagen que tenía construida de él, la de ese hombre despiadado que podía haber asesinado a mi hermana, se estaba cayendo a pedazos.

Mis pensamientos estaban multiplicándose. Si Daemon no era el bueno de los tres…

Ninguno d
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