Caminé con Collin hacia el gran salón. El lugar era tan esplendoroso como el resto de la casa. El bar estaba completamente lleno de toda clase de bebidas y aperitivos. Era una fiesta. Estábamos dando una bienvenida.Mi vestimenta no era la apropiada. Sophie se había cambiado y llevaba un vestido plateado con transparencias tan elegante como seductor.Sam, también, su vestido era de color rojo pasión. Incluso Stella, con todo y su rabia, llevaba otro atuendo, un vestido blanco corto y con encajes.Yo me sentí fuera de lugar. No me había cambiado.Daemon estaba allí. Sentado, como si fuera el rey del maldito mundo. Su traje era impecable y su mirada tan penetrante, maliciosa y atractiva como siempre. Nunca podía dejar de mirarlo hipnotizada. Tenía ese efecto en mí.Levanté la vista para ver a las dos mujeres nuevas. No sabía cuál era cual. Una pelirroja y otra, pelinegra. La pelirroja tenía la mirada más amable. La de cabello negro y corto, parecía más fría. Tenía una elegancia innata,
Bueno, era evidente que la dama no se acobardaba ante los desafíos. Me concentré en Daemon. El, no le había dado importancia. El que se acercó fue Collin. Luego, también Sophie se acercó a la nueva para platicar.—Me gustaría conocerte mejor. —dijo él, con su voz amable y a la vez seductora, su mirada estaba fijo en Claire.Sophie se quedó allí también, sonriente.—Un placer, Claire. —saludó, tendiéndole la mano.Claire observó a Sophie con algo de desdén. Esa mirada causó en Sophie algo que no vi en ella nunca, vergüenza.Collin prácticamente ignoró a Sophie y le tendió la mano a Claire para invitarla a tomar un trago. Luego, acarició lentamente su cuerpo. Claire se estremeció.—¿Te gusta? —preguntó él, su mirada develaba una enorme curiosidad por la nueva.Ella sonrió. Sujetó la mano de Collin y la deslizó entre sus piernas para que sintiera la humedad.Collin no esperó ni un minuto. Introdujo su dedo en el coño de la dama y la hizo gemir. Ella no estaba preparada, no se lo esperaba
PoV desconocido—No puedo… No puedo seguir hablándote... —soltó él, con los ojos llorosos, estaba balbuceando por el dolor.El pobre tipo estaba atado de pies y manos. Hugo lo pateó para que se cayera de la silla. Tampoco fue para tanto, me dije a mi misma, era evidente que era débil.Mejor para mi objetivo.—Lo harás, cariño. Porque necesito la información que tu posees. Y cuando yo necesito algo, lo obtengo. —sonreí, mostrando los dientes, sentí el viento frío ingresando por la ventanilla pequeña de la habitación.Hugo me observó con una sonrisa triunfal.—Somos afortunados, es el tipo más fácil de quebrar que he visto. Déjame unos minutos. Ve a prepararte un café. Cuando vuelvas, tendrás toda la información que necesitas. —Hugo caminó unos pasos hacia adelante, colocando su pie sobre la cabeza de nuestro invitado a modo de amenaza.—Bien. Solo procura no matarlo. No quiero escándalos que hagan que mi plan pueda verse arruinado. —ordené, mirándolo fijamente.Hugo tenía esa mirada at
PoV Teresa—Temo que estás confundiendo mis intenciones, Daemon. —mi expresión se tornó severa. —Recuerda que somos socios nada más.Sin embargo, mis palabras no coincidían con mis acciones, porque no hice siquiera ademán de vestirme.—Lo lamento. —Daemon hizo una mueca, como si pudiera leerme la mente.Se burlaba de mí. Porque sabía que deseaba que siguiera. Besó mi mejilla, de una manera tierna y dulce, como si quisiera protegerme. Eso me pareció de lo más confuso.Con todas estas nuevas perspectivas de Daemon, lo que dijo Eduard, lo que dijo Sophie, no podía fiarme de él. A pesar de que fuera diferente conmigo.Me dio la mano para que nos dirigiéramos a la parte de su habitación donde había una mesa y dos sillas de color oscuro. Todo allí era tan lujoso, hasta la mínima cosa. Él se colocó una camiseta informal que le quedaba de maravilla. Me di cuenta que nunca antes lo había visto vestir informal. O al menos, no lo recordaba. No podía dejar de mirarlo.Buscó en su armario otra pla
El beso duró unos segundos nada más, pero en mi mente, se repitió infinitas veces. Nos separamos para cada cual seguir con la farsa. Él se quedó en su estudio, porque tenía que analizar más papeles.Me quedé en mi habitación, leyendo lo que me había entregado. Cartas, eran cartas, no era cualquier papel. Pensé que sería un documento o algo así.Reconocí la letra de mi hermana.Apreté los puños por el dolor que esto me provocó. Sentí un escalofrío recorriéndome de pies a cabeza. Una lágrima rodó por mi mejilla sin que pudiera evitarlo.—Estoy más cerca… —dije, en mi mente, como una promesa. —Pronto saldrá a la luz la verdad.Las cartas no decían mucho. Eran prácticamente un intercambio amoroso de palabras poéticas. Como un juego, se notaba que iban dirigidas a Eduard. Me pregunté si en realidad ella lo apreciaba.No lo quería creer, mi hermana no se enamoraría de alguien así.Algo dentro de mí me dijo que me estaba comportando como una hipócrita. El nombre de Daemon no salía de mi cabe
Esos eran los instantes, los momentos, en los cuales dejas de ser para siempre la persona que fuiste en algún momento. Como si tu vieja versión terminara por completo de morir. Y lo que construiste por tantos años, se desmorona como un débil castillo de naipes. Al ver ese látigo supe que no volvería a ser la misma.Scott me sujetó por la cintura, besando tan sutilmente mi cuello que sentí cada parte de mi cuerpo estremecerse.—Haremos algo nuevo, princesa. —dijo, con un tono de voz diferente, casi malicioso.Pensé en salir corriendo de allí, por supuesto. Ir al estudio de Daemon a refugiarme y no salir hasta que hubiera ajusticiado a su hermano. Pero no podía. No era lo que me acercaría más a la verdad. Ganar la confianza y mi lugar aquí, era lo que me acercaría a resolver este misterio. Estaba a mitad de camino, ahora solo me quedaba avanzar.No me acobardaría hoy.—¿Quieres darme dolor? —pregunté, mirándolo fijamente, dándome la vuelta.El negó con la cabeza. Sonrió, acariciando mi
Scott trataba de resistirse, de negarse, una parte de él quería apartarme. Pero otra parte, demasiado fuerte, quería hacerme suya. Lo veía en sus ojos.El amor era inconfundible. Le estaba partiendo el corazón, jugaba con él, lo usaba para llegar a la verdad.No quería sentirme mal. Haría lo que fuera por descubrir al asesino.Sam estaba frenética también, ahora que Scott casi estaba por penetrarme. El sonido de la puerta se escuchó violentamente.—¿Qué haces tú aquí? —preguntó Sam, algo fastidiada.Me volteé para ver al que nos había interrumpido. Allí estaba, Claire, con el cabello revuelto. Me sorprendí de su presencia.—Quiero mirar. —dijo ella, con los ojos fijos en mí.Scott aprovechó el momento de tensión para irse a un costado. Se colocó rápidamente los pantalones. Miró a Sam con severidad.—No quiero. Ya te lo he dicho. —su tono era cada vez más severo.Sam puso los ojos en blanco. Observé a Scott con atención. No comprendía porque se resistía a follarme. Quizás fuera porque
“¿Qué estás persiguiéndome?” quise preguntar, pero las palabras solo se formularon en mi mente.Miré a Claire con cierto fastidio. Salí del agua para vestirme de inmediato. Quería alejarme de aquí, después de las palabras de Sam necesita procesar todo con más lentitud.Estaba acostumbrándome a esa sensación de peligro, al menos no me temblaron las piernas al salir de la piscina.No quería pasar siquiera cerca de Daemon y su hermano.Escuché que alguien me llamaba.—Cady. ¿Podrías venir un segundo? —preguntó Scott, mirándome con una sonrisa que me fastidió demasiado.Me cubrí con una toalla. Obedecí sin cuestionarme mucho. Observé a Daemon, él no sonreía.—Quisiera que aclares un asunto para mí. —me miró fijamente, parecía querer leer mi alma.Scott no era así, no tenía esa presencia antes. Su amabilidad parecía ser escasa, se veía más parecido a Daemon. Eso me hizo dar un mal presentimiento.—Dime. —respondí, sin acobardarme.Me centré en Daemon. El me observaba con la severidad de si