El beso duró unos segundos nada más, pero en mi mente, se repitió infinitas veces. Nos separamos para cada cual seguir con la farsa. Él se quedó en su estudio, porque tenía que analizar más papeles.Me quedé en mi habitación, leyendo lo que me había entregado. Cartas, eran cartas, no era cualquier papel. Pensé que sería un documento o algo así.Reconocí la letra de mi hermana.Apreté los puños por el dolor que esto me provocó. Sentí un escalofrío recorriéndome de pies a cabeza. Una lágrima rodó por mi mejilla sin que pudiera evitarlo.—Estoy más cerca… —dije, en mi mente, como una promesa. —Pronto saldrá a la luz la verdad.Las cartas no decían mucho. Eran prácticamente un intercambio amoroso de palabras poéticas. Como un juego, se notaba que iban dirigidas a Eduard. Me pregunté si en realidad ella lo apreciaba.No lo quería creer, mi hermana no se enamoraría de alguien así.Algo dentro de mí me dijo que me estaba comportando como una hipócrita. El nombre de Daemon no salía de mi cabe
Esos eran los instantes, los momentos, en los cuales dejas de ser para siempre la persona que fuiste en algún momento. Como si tu vieja versión terminara por completo de morir. Y lo que construiste por tantos años, se desmorona como un débil castillo de naipes. Al ver ese látigo supe que no volvería a ser la misma.Scott me sujetó por la cintura, besando tan sutilmente mi cuello que sentí cada parte de mi cuerpo estremecerse.—Haremos algo nuevo, princesa. —dijo, con un tono de voz diferente, casi malicioso.Pensé en salir corriendo de allí, por supuesto. Ir al estudio de Daemon a refugiarme y no salir hasta que hubiera ajusticiado a su hermano. Pero no podía. No era lo que me acercaría más a la verdad. Ganar la confianza y mi lugar aquí, era lo que me acercaría a resolver este misterio. Estaba a mitad de camino, ahora solo me quedaba avanzar.No me acobardaría hoy.—¿Quieres darme dolor? —pregunté, mirándolo fijamente, dándome la vuelta.El negó con la cabeza. Sonrió, acariciando mi
Scott trataba de resistirse, de negarse, una parte de él quería apartarme. Pero otra parte, demasiado fuerte, quería hacerme suya. Lo veía en sus ojos.El amor era inconfundible. Le estaba partiendo el corazón, jugaba con él, lo usaba para llegar a la verdad.No quería sentirme mal. Haría lo que fuera por descubrir al asesino.Sam estaba frenética también, ahora que Scott casi estaba por penetrarme. El sonido de la puerta se escuchó violentamente.—¿Qué haces tú aquí? —preguntó Sam, algo fastidiada.Me volteé para ver al que nos había interrumpido. Allí estaba, Claire, con el cabello revuelto. Me sorprendí de su presencia.—Quiero mirar. —dijo ella, con los ojos fijos en mí.Scott aprovechó el momento de tensión para irse a un costado. Se colocó rápidamente los pantalones. Miró a Sam con severidad.—No quiero. Ya te lo he dicho. —su tono era cada vez más severo.Sam puso los ojos en blanco. Observé a Scott con atención. No comprendía porque se resistía a follarme. Quizás fuera porque
“¿Qué estás persiguiéndome?” quise preguntar, pero las palabras solo se formularon en mi mente.Miré a Claire con cierto fastidio. Salí del agua para vestirme de inmediato. Quería alejarme de aquí, después de las palabras de Sam necesita procesar todo con más lentitud.Estaba acostumbrándome a esa sensación de peligro, al menos no me temblaron las piernas al salir de la piscina.No quería pasar siquiera cerca de Daemon y su hermano.Escuché que alguien me llamaba.—Cady. ¿Podrías venir un segundo? —preguntó Scott, mirándome con una sonrisa que me fastidió demasiado.Me cubrí con una toalla. Obedecí sin cuestionarme mucho. Observé a Daemon, él no sonreía.—Quisiera que aclares un asunto para mí. —me miró fijamente, parecía querer leer mi alma.Scott no era así, no tenía esa presencia antes. Su amabilidad parecía ser escasa, se veía más parecido a Daemon. Eso me hizo dar un mal presentimiento.—Dime. —respondí, sin acobardarme.Me centré en Daemon. El me observaba con la severidad de si
Me quedé sentada en una de las ventanas más grandes de la mansión, contemplando el exterior, ese bello jardín que estaba afuera. El verde me hizo sentir bien. Siempre lo hacía, la naturaleza parecía estar en todo su esplendor. Me pregunté si detrás de la cerca, habría cientos de hombres armados por si algo sucedía. Era como estar dentro de una isla.Atrapada. Estaba encarcelada aquí, aunque fuera un lugar precioso y repleto de lujo.Y Daemon era mi carcelero y también, el único aquí en el cual podía confiar. Eso decía mucho sobre mi situación. Cada vez que pensaba siquiera en él se me erizaba la piel por completo. Una mezcla de sensaciones que me volvían loca.Si tan solo pudiera volver a tener un poco de la rigidez y frialdad del pasado. Ahora no estaría tan caótica en mis sentimientos.Sam me dio una advertencia. Las cosas estaban tornándose cada vez más oscuras dentro de estas paredes.“Él te matará…” sus palabras seguían latentes en mi cabeza.—¿Contemplas el horizonte? —una voz a
El temor que sentí fue tan fuerte que hizo que mi corazón latiera demasiado rápido. En mi cabeza, entraría a ese cuarto y el estaría muerto. No sabía porque presentía que la vida de Eduard pendía de un hilo delgado.—Eduard… —solté nuevamente, golpeando con fuerza la puerta.Collin se hallaba buscando a Claire y nos encontró en la puerta de su colega. Se me aceleró todavía más el corazón. El notó mi incomodidad y de inmediato se acercó más a mí para interrogarme.—¿Qué sucede? —preguntó él, pero no pudo continuar.El sonido de un mueble cayéndose al suelo fue estrepitoso. Un golpe seco, siniestro. Venía desde adentro de la habitación. Un lamento se oyó, un débil quejido.—Cady, permiso. —dijo Collin, haciéndome a un lado para empujar la puerta y derribarla.Golpe tras golpe, no lograba abrir la puerta. La desesperación comenzaba a invadir a todos los presentes, no solo a mí. En los ojos de Collin leí la preocupación.—Está atrapado. Cerró la puerta por dentro. —Danna estaba mordiendo
PoV DaemonEn toda mi vida, en toda mi larga carrera, logré hacerle frente a cualquier problema que se me presentara. Yo no era fácil de quebrar.Al verla observarme como si fuera un asesino, como si me tuviera verdadero miedo, mi corazón pareció estrujarse.Y perdí la noción del tiempo. Los sonidos de las ambulancias se mezclaban con los gritos de las chicas, que estaban entrando en pánico porque los policías también estaban entrando.—¡Al suelo todos ahora! —gritó uno de los oficiales.Por supuesto que no lo obedecí. No estaba acostumbrado en absoluto a obedecer a ninguna persona. No comprendí que demonios estaba sucediendo.Me agaché para estar junto a Teresa. Los enfermeros querían levantarla para llevarla a la ambulancia y por un momento, quise impedirlo.—Tiene un golpe severo en el cráneo. Necesita hospitalización inmediata. —comenzaron a decir ellos, se hablaban para llevarse a los heridos. —Se ha golpeado con el filo del escalón. Estará muerta si no recibe atención de inmedia
DaemonLa celda era extensa, las paredes eran de un concreto gris y con solo una escotilla que daba al exterior. Con lo cual, el aroma a encierro y humedad era fuerte. Me dejaron aquí, pero sabía que tarde o temprano iban a volver.Teresa. Ellos la tenían. Había sido engañado.Golpeé la pared. Golpeé la pared de concreto tantas veces que me sangraron los nudillos. Tenía grilletes en los pies, pero mis manos estaban libres. De igual manera sabían que no podía escapar. Estaba rodeado de policías con armas y ellos tenían lo único que me importaba en el mundo.Grité toda clase de insultos al darme cuenta que había sido engañado. Los médicos, las ambulancias, la policía, todo fue una jodida farsa para llevarse a Teresa y tenerme a mí aquí.El idiota que estuviera detrás de todo esto ideó un buen plan para desestabilizarme. Un plan que antes no hubiera funcionado, porque yo no amaba a nadie.De solo pensar que la tenían encerrada, o que podían hacerle cualquier cosa, me devoraba la impotenc