PoV DaemonEn toda mi vida, en toda mi larga carrera, logré hacerle frente a cualquier problema que se me presentara. Yo no era fácil de quebrar.Al verla observarme como si fuera un asesino, como si me tuviera verdadero miedo, mi corazón pareció estrujarse.Y perdí la noción del tiempo. Los sonidos de las ambulancias se mezclaban con los gritos de las chicas, que estaban entrando en pánico porque los policías también estaban entrando.—¡Al suelo todos ahora! —gritó uno de los oficiales.Por supuesto que no lo obedecí. No estaba acostumbrado en absoluto a obedecer a ninguna persona. No comprendí que demonios estaba sucediendo.Me agaché para estar junto a Teresa. Los enfermeros querían levantarla para llevarla a la ambulancia y por un momento, quise impedirlo.—Tiene un golpe severo en el cráneo. Necesita hospitalización inmediata. —comenzaron a decir ellos, se hablaban para llevarse a los heridos. —Se ha golpeado con el filo del escalón. Estará muerta si no recibe atención de inmedia
DaemonLa celda era extensa, las paredes eran de un concreto gris y con solo una escotilla que daba al exterior. Con lo cual, el aroma a encierro y humedad era fuerte. Me dejaron aquí, pero sabía que tarde o temprano iban a volver.Teresa. Ellos la tenían. Había sido engañado.Golpeé la pared. Golpeé la pared de concreto tantas veces que me sangraron los nudillos. Tenía grilletes en los pies, pero mis manos estaban libres. De igual manera sabían que no podía escapar. Estaba rodeado de policías con armas y ellos tenían lo único que me importaba en el mundo.Grité toda clase de insultos al darme cuenta que había sido engañado. Los médicos, las ambulancias, la policía, todo fue una jodida farsa para llevarse a Teresa y tenerme a mí aquí.El idiota que estuviera detrás de todo esto ideó un buen plan para desestabilizarme. Un plan que antes no hubiera funcionado, porque yo no amaba a nadie.De solo pensar que la tenían encerrada, o que podían hacerle cualquier cosa, me devoraba la impotenc
Pov TeresaLo último que recordaba fue a Eduard, sus palabras, cuando reveló el apellido de Daemon. El golpe en mi cabeza fue estridente, sentí como mi cuerpo se desvanecía y me quedaba débil antes de desmayarme.Tuve sueños extraños. En cada uno de ellos estaba él, Daemon no salía ni siquiera de mis pesadillas. El me perseguía, yo a veces lo dejaba raptarme. Pero tenía miedo, furia, todo al mismo tiempo.Sentía demasiadas cosas por él. El asesino de mi hermana, joder, estuvo delante de mí todo este tiempo y no lo vi. No pude saberlo antes porque el me gustaba, lo amaba, si era sincera conmigo misma, fui una idiota.Me enamoré de la persona que no debía. De un asesino monstruoso y despiadado. Marie, debía estar decepcionada de mí, no le estaba dando un descanso pacifico follándome a su asesino.Desperté envuelta en sudor helado. Temblaba, traté de reconocer el lugar en donde estaba. A simple vista parecía ser una simple sala de hospital, con la pared verde claro y los cuadros caracter
Mi cuerpo lentamente volvió a la normalidad, podía moverme un poco sobre la cama, aunque no bajar para caminar. El sedante iba perdiendo efecto. Sam estaba sentada mirando por la ventana, sin dirigirme la palabra. Y Sophie, solo me miraba. Las dos parecían otras personas totalmente diferentes.Quería hablar, preguntar, pero también estaba sumida en mis pensamientos. Sobre todo, la culpa me iba atosigando. Daemon, estuvo frente a mí la respuesta todo el tiempo. Alguien más había muerto, el hombre con el que mi hermana iba a casarse. Eduard no estaba más en este mundo y quizás podría haber evitado su muerte si no me hubiera dejado cegar por los encantos del maldito mafioso que robó mi corazón.Las lágrimas mojaban las sábanas. Mis lágrimas de dolor, de culpa, de tristeza profunda.—¿Cuál es tu nombre verdadero? —pregunté, mirando a Sophie, casi desconsolada.Ella bajó la mirada.—No puedo decírtelo. —respondió, con una frialdad totalmente nueva. Sentí que me estremecía. Estaba actuando
Pov Daemon—No lo hice. —me repetí.Como para creerlo, para que se grabara en mi corazón, era la pura verdad. Yo no asesiné a la hermana de Teresa y no importa cuánto me repitieran que sí, yo no aceptaría nunca algo que no fuera la verdad.Pronto vendrían. Sabía que lo harían, porque si me quisieran muerto ya me habrían asesinado. Estaba aquí, desarmado y encerrado.La puerta se abrió luego de un día entero. Escuché el sonido de los tacones y al ver ese rostro, me dio una punzada de rabia que invadió mi cuerpo. Suprimí aquel calor de la ira para volver a pensar con frialdad. A puñetazos no podría salir de aquí, sería estúpido seguir gritando y golpeando las paredes. Debía proteger a Teresa, era mi objetivo y no descansaría hasta lograrlo.Pensar en ella era difícil.—Claire. —mascullé, tratando de no levantar el tono.—Veo que se te ha pasado la rabia. —ella sonrió, arqueando las cejas. —Es difícil para un villano ser enjaulado.No respondí. No le daría el gusto de jugar.—¿Frío como
Al verlas marcharse, sentí un atisbo débil de alivio. Estar sola no me hacía tanto daño como ser juzgada, al menos por ahora. Sophie me observó como si fuera lo peor, no me acostumbraba todavía a su manera de ser, tan diferente a la que tenía en la mansión. Me pregunté si Stella sería todavía más despectiva conmigo afuera.Me quedé recostada. Recuperé poco a poco la fuerza en las piernas y pude mover los dedos libremente. Traté de levantarme para sentarme. Noté que estaba experimentando una buena migraña por todos los pensamientos que atosigaban mi mente.El hecho de que Daemon estuviera en prisión grababa en mi mente que la muerte de mi hermana al fin conoció la justicia. Pero… No se sentía para nada bien. No, porque yo disfruté el estar con él, lo amé incluso.Y ahora, si no salía de aquí, iría al mismo lugar que él.—¿Teresa? —preguntó una voz del otro lado de la puerta.Otro visitante, supuse, uno conocido nuevamente. La voz de Collin siempre era amable. El tenía su aspecto amisto
De haber pasado a ni siquiera tener una pareja, a tener a dos mafiosos persiguiéndome, era un cambio notable al que no me acostumbraba aún. Era extraño. Quería desconfiar de Collin, podía tratarse de una artimaña para conseguir mi confesión que los demás tanto buscaban.Me pregunté como se sentiría Sophie si supiera. No tuve que preguntármelo mucho.Luego de unas horas, cuando ya pude moverme con libertad, oí que Claire hablaba con Sophie afuera de la habitación. Este lugar debía ser grande, podía escuchar también los pasos en las escaleras. Las habitaciones eran de buen tamaño. Y muchos debían hospedarse aquí, quizás incluso todos. Me pregunté donde estaría Scott.Claire ingresó primero, con la sonrisa cínica en su rostro. Era una mujer dura, de negocios, no poseía mirada de mafiosa sádica, pero si poseía los ojos severos y la mirada fuerte.—Buen día, Teresa. Pareces mejor. —observó, al verme de pie. —Me ha contado un pajarillo que quieres irte con Collin.—Si es posible, lo haré. E
La codicia de venganza emanaba en mí un sentimiento amargo. No sabía qué hacer.Realmente deseaba deshacerme de ese amor que sentí por Daemon, porque todavía lo tenía dentro de corazón, arraigado, enterrado como una espina imposible de quitar.—¿Por qué tuve que amarlo? —me pregunté, con los ojos llorosos.Matarlo, era algo que ni siquiera podía entrar en imágenes en mis pensamientos. El me vería a los ojos y eso me haría colapsar. A menos que pudiera matarlo por la espalda. De solo pensar en eso me dieron nauseas.—Llorar es bueno. Hace que nos desahoguemos. —la presencia de Scott era diferente a la de la mansión.Llevaba una camisa y unos jeans cargo. Su apariencia era bastante más formal que cuando lo conocí. Su mirada seguía siendo amable.Me tendió la mano. No la acepté.—¿Tú lo sabías? —pregunté, mi relación con Scott era notablemente diferente que con la de los demás.Él sabía que yo no era Cady, que estaba allí encubierta.—¿Qué mi hermano es un asesino? —puso los ojos en blan