Mi cuerpo lentamente volvió a la normalidad, podía moverme un poco sobre la cama, aunque no bajar para caminar. El sedante iba perdiendo efecto. Sam estaba sentada mirando por la ventana, sin dirigirme la palabra. Y Sophie, solo me miraba. Las dos parecían otras personas totalmente diferentes.Quería hablar, preguntar, pero también estaba sumida en mis pensamientos. Sobre todo, la culpa me iba atosigando. Daemon, estuvo frente a mí la respuesta todo el tiempo. Alguien más había muerto, el hombre con el que mi hermana iba a casarse. Eduard no estaba más en este mundo y quizás podría haber evitado su muerte si no me hubiera dejado cegar por los encantos del maldito mafioso que robó mi corazón.Las lágrimas mojaban las sábanas. Mis lágrimas de dolor, de culpa, de tristeza profunda.—¿Cuál es tu nombre verdadero? —pregunté, mirando a Sophie, casi desconsolada.Ella bajó la mirada.—No puedo decírtelo. —respondió, con una frialdad totalmente nueva. Sentí que me estremecía. Estaba actuando
Pov Daemon—No lo hice. —me repetí.Como para creerlo, para que se grabara en mi corazón, era la pura verdad. Yo no asesiné a la hermana de Teresa y no importa cuánto me repitieran que sí, yo no aceptaría nunca algo que no fuera la verdad.Pronto vendrían. Sabía que lo harían, porque si me quisieran muerto ya me habrían asesinado. Estaba aquí, desarmado y encerrado.La puerta se abrió luego de un día entero. Escuché el sonido de los tacones y al ver ese rostro, me dio una punzada de rabia que invadió mi cuerpo. Suprimí aquel calor de la ira para volver a pensar con frialdad. A puñetazos no podría salir de aquí, sería estúpido seguir gritando y golpeando las paredes. Debía proteger a Teresa, era mi objetivo y no descansaría hasta lograrlo.Pensar en ella era difícil.—Claire. —mascullé, tratando de no levantar el tono.—Veo que se te ha pasado la rabia. —ella sonrió, arqueando las cejas. —Es difícil para un villano ser enjaulado.No respondí. No le daría el gusto de jugar.—¿Frío como
Al verlas marcharse, sentí un atisbo débil de alivio. Estar sola no me hacía tanto daño como ser juzgada, al menos por ahora. Sophie me observó como si fuera lo peor, no me acostumbraba todavía a su manera de ser, tan diferente a la que tenía en la mansión. Me pregunté si Stella sería todavía más despectiva conmigo afuera.Me quedé recostada. Recuperé poco a poco la fuerza en las piernas y pude mover los dedos libremente. Traté de levantarme para sentarme. Noté que estaba experimentando una buena migraña por todos los pensamientos que atosigaban mi mente.El hecho de que Daemon estuviera en prisión grababa en mi mente que la muerte de mi hermana al fin conoció la justicia. Pero… No se sentía para nada bien. No, porque yo disfruté el estar con él, lo amé incluso.Y ahora, si no salía de aquí, iría al mismo lugar que él.—¿Teresa? —preguntó una voz del otro lado de la puerta.Otro visitante, supuse, uno conocido nuevamente. La voz de Collin siempre era amable. El tenía su aspecto amisto
De haber pasado a ni siquiera tener una pareja, a tener a dos mafiosos persiguiéndome, era un cambio notable al que no me acostumbraba aún. Era extraño. Quería desconfiar de Collin, podía tratarse de una artimaña para conseguir mi confesión que los demás tanto buscaban.Me pregunté como se sentiría Sophie si supiera. No tuve que preguntármelo mucho.Luego de unas horas, cuando ya pude moverme con libertad, oí que Claire hablaba con Sophie afuera de la habitación. Este lugar debía ser grande, podía escuchar también los pasos en las escaleras. Las habitaciones eran de buen tamaño. Y muchos debían hospedarse aquí, quizás incluso todos. Me pregunté donde estaría Scott.Claire ingresó primero, con la sonrisa cínica en su rostro. Era una mujer dura, de negocios, no poseía mirada de mafiosa sádica, pero si poseía los ojos severos y la mirada fuerte.—Buen día, Teresa. Pareces mejor. —observó, al verme de pie. —Me ha contado un pajarillo que quieres irte con Collin.—Si es posible, lo haré. E
La codicia de venganza emanaba en mí un sentimiento amargo. No sabía qué hacer.Realmente deseaba deshacerme de ese amor que sentí por Daemon, porque todavía lo tenía dentro de corazón, arraigado, enterrado como una espina imposible de quitar.—¿Por qué tuve que amarlo? —me pregunté, con los ojos llorosos.Matarlo, era algo que ni siquiera podía entrar en imágenes en mis pensamientos. El me vería a los ojos y eso me haría colapsar. A menos que pudiera matarlo por la espalda. De solo pensar en eso me dieron nauseas.—Llorar es bueno. Hace que nos desahoguemos. —la presencia de Scott era diferente a la de la mansión.Llevaba una camisa y unos jeans cargo. Su apariencia era bastante más formal que cuando lo conocí. Su mirada seguía siendo amable.Me tendió la mano. No la acepté.—¿Tú lo sabías? —pregunté, mi relación con Scott era notablemente diferente que con la de los demás.Él sabía que yo no era Cady, que estaba allí encubierta.—¿Qué mi hermano es un asesino? —puso los ojos en blan
Los nudillos me sangraron, no estaba acostumbrada en lo absoluto a dar golpes a una pared. Me sentí incapaz, impotente. Un ardor me recorrió de pies a cabeza, un enojo que solo crecía con el pasar de los minutos.Los pasos acercándose me hicieron volver a la realidad.—Ella dio su aprobación. —Scott me tomó de la mano y luego, mirando hacia atrás, me la soltó. —Lo siento, no quise ser invasivo.Lo miré fijamente. No éramos amigos, no era amiga de nadie en el mundo excepto de Carl. Sin embargo, yo no lo había apartado. El solo apartó su mano.Lo seguí hacia la habitación en donde, un doctor atendía las heridas de mi amigo. El sollozo fue desgarrador de mi parte. Me arrodillé en el suelo al contemplar su imagen en esa camilla.Estaba tan golpeado que apenas si podía reconocerlo. Él estaba despierto.—Ter… —soltó, tosiendo, me miró con el ojo derecho apenas abierto, el otro lo tenía cerrado por completo por la hinchazón.Me arrodillé a su lado.—Lo siento… Carl… Ha sido toda mi culpa… —b
DaemonEl silencio dentro de esta celda era atormentante, quería destruirlo todo con mis propias manos. Me quedé quieto, en el suelo, mirando al techo sin más esperanza que ella pudiera estar a salvo.Quizás esa sería mi redención. Quizás muriera aquí y ella podría salvarse. Lo haría sin pensarlo. Entregaría todo lo que ellos quisieran para que no le hicieran ningún daño.La voz de Claire era molesta en su totalidad. Me recordaba mi derrota. Supo cómo engañarme con el proyecto rubí. No imaginé que ella estaba encabezando esa cosa, no era una mafiosa, no tenía ese conocimiento del mundo criminal. Collin y Eduard debieron asesorarla para destruirme.No pensé que mi imperio se destruiría cuando hubiera encontrado a mi reina al fin. Era poético, trágico. Una manera de morir que no lo esperaba. Claire me utilizaría hasta que ya no le sirviera mi presencia y me mandaría a matar.Recordé el aroma de Teresa, cuando estuvimos juntos por primera vez. Tenía esa mirada que reflejaba inocencia, cu
—Lo sé, pero tuve fe en ti y puede que… La tenga todavía ahora. Nos conocemos desde que éramos niños, podría volver a arriesgarme contigo, aunque supiera que el desenlace sería este… —la sangre corrió por su boca, como hilos.La voz de Carl resonaba en mi cabeza como un martilleo casi insoportable. Un eco tormentoso. Algo no estaba bien.Concéntrate, Teresa. Es ahora cuando, todos y cada uno de mis sentidos, debían de agudizarse. —¿Nerviosa? —preguntó Collin, uno por uno, mis viejos colegas estaban ingresando a la sala donde las maquilladoras estaban haciendo su trabajo.—No mentiré. —respondí, estaba nerviosa, muy asustada, el tiempo parecía correr tan de prisa que ya no tenía noción de la hora.—Tranquila. Pronto terminará. Marie será vengada, al igual que Eduard. —Collin me abrazó.El muy cínico creía que me iría con él. Quizás no tuviera otra opción más amable, después de enfrentarme a Daemon… De matarlo, no tendría muchas opciones para sobrevivir. Sería un blanco para todos. Mi