Un rostro amable

Al verlas marcharse, sentí un atisbo débil de alivio. Estar sola no me hacía tanto daño como ser juzgada, al menos por ahora. Sophie me observó como si fuera lo peor, no me acostumbraba todavía a su manera de ser, tan diferente a la que tenía en la mansión. Me pregunté si Stella sería todavía más despectiva conmigo afuera.

Me quedé recostada. Recuperé poco a poco la fuerza en las piernas y pude mover los dedos libremente. Traté de levantarme para sentarme. Noté que estaba experimentando una buena migraña por todos los pensamientos que atosigaban mi mente.

El hecho de que Daemon estuviera en prisión grababa en mi mente que la muerte de mi hermana al fin conoció la justicia. Pero… No se sentía para nada bien. No, porque yo disfruté el estar con él, lo amé incluso.

Y ahora, si no salía de aquí, iría al mismo lugar que él.

—¿Teresa? —preguntó una voz del otro lado de la puerta.

Otro visitante, supuse, uno conocido nuevamente. La voz de Collin siempre era amable. El tenía su aspecto amisto
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