Aquí

El calor podía apoderarse de mí con una facilidad que me parecía sorprendente. Supongo que este lugar provocaba esos cambios. Porque antes, en mi pasado, me negué a cualquier sensación de placer. Estaba fría, como una roca, no quería que nada ni nadie me dañara. Ahora, sentía como si fluyera con el placer. Como si fuera parte de mis venas.

El latido de mi corazón iba constante y conectado a todas esas sensaciones. Sophie me tomó de la mano.

Cerré los ojos, mientras comenzábamos a jugar lentamente. Quería entregarme un poco a esa relajación. La activación de ese clima, de este calor que podía dominarme a la perfección.

Como si bailara al son de la música lenta, suave, húmeda. Sophie pasó las yemas de sus dedos en mis hombros, masajeándome para quitarme toda la tensión. Apretó suavemente mis pezones y los hizo endurecerse.

Su tacto comenzó a centrarse entre mis piernas, para que la humedad floreciera. Sentí ese cosquilleo. Fue cuando sentí otro tacto en mi piel. Diferente al de Sophie.

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