Cuando Sophie se marchó, pude sumergirme en mi cama para tratar de dormir un poco. Estaba demasiado exhausta. Demasiadas emociones, diría yo.Traté de ordenar todo en mi cabeza. Ella aceptó hacerme aquel favor y eso me ayudaría mucho. Daemon me dijo que tenía que ganarme la confianza de Sam, era mi objetivo. Sophie podría ser una ayuda grande para romper un poco mi hostilidad.Miré hacia el techo, tan alto y pulcro. Me sentí un poco más protegida. Dejé de pensar en los asesinatos y esas cosas. La verdad no deseaba tener que exponerme a esa situación. Tener que matar a alguien. Eso debía ser una maldita locura.Bajé a desayunar con la intención de, luego de comer algo, empezar a llevar a cabo mi plan. Sam estaba allí, con el rostro perfectamente maquillado. Me pareció extraño.—¿Qué me miras así? —preguntó ella, con fastidio.—No es nada. Parece que estás por salir, tu maquillaje es bonito. —dije, dispuesta a dejar mi enemistad a un lado para servirme zumo de naranja.—Es obvio, voy a
Traté de pensar, para mis adentros, que esto era lo mejor que podía pasarme. Estar sola, sin ninguno de todos estos dementes a mi alrededor.Daemon no parecía querer hablarme antes de salir y eso me pareció sospechoso. Busqué la razón más lógica para no cundir en ninguna clase de pánico.Quería recuperar mi racionalidad. Entré al sanitario y me hablé a mí misma al espejo.—Teresa, eres una mujer inteligente. —me dije, suspirando. —Actúa con frialdad, estamos cerca de descubrir la verdad y hacer que este lugar desaparezca para siempre.Actuar con frialdad, ese era mi mantra a partir de ahora. Daemon debió actuar así de frío por la misma razón, para no levantar ninguna sospecha con los demás.Me vestí de una manera sencilla, cómoda, para estar en la casa revolviendo todo sin ninguna dificultad.Saludaría a Sophie y le desearía buena suerte. Estaba caminando buscándola, cuando Scott me habló, interrumpiendo mis pensamientos.—¿Estás bien? —preguntó él, mirándome, me trataba de una manera
Me quedé unos minutos allí, paralizada por el temor. En mi mente se iban enredando todos los posibles desenlaces para mi situación.Estar acorralada no era en lo absoluto un ambiente prospero para tener ideas claras. Sentí que me dolía la cabeza por los nervios, una migraña quería asomarse.Lo que dijo, las palabras que usó Scott. Fueron algo que me hizo sospechar que quizás él tenía algo que ver con el asesinato de Marie. Tuve miedo, mucho miedo.—Respiras de una manera agitada. —su voz, su terrible e imponente voz me hizo soltar un grito.El me cubrió la boca con su mano y me atrajo hacia su cuerpo con fuerza. Jadeé.—Daemon… —murmuré, en parte, casi aliviada de que no se tratara de ninguno de los demás. —¿Por qué me trataste así?No pude evitar preguntarle aquello, aunque no tenía sentido, porque nosotros no éramos nada, solo socios y podía ser tranquilamente una estrategia para desconcentrar a los demás.Pude normalizar mi respiración con su presencia. A pesar de que minutos antes
Después de apartar a Daemon de mi lado, sentí que una parte de mi corazón se endurecía. A veces, para marcar un límite a nuestro propio corazón, es necesario sacar mucha fuerza. Una fuerza que no sabemos siquiera que existe dentro de nosotros.—Entonces nos quedaremos hablando hasta que sea la hora. —dijo él, con una molestia que se le notaba a kilómetros de distancia.Sonreí para mis adentros. El haber colocado una distancia entre nosotros hizo que él se comportara diferente. Como si quisiera todavía acercarse más a mí a pesar de mi rechazo.—Me parece bien. Dime, Daemon. Tengo algunas dudas… —solté, tratando de ordenar los pensamientos en mi mente. —¿Todos los micros estarán conectados u ordenados para que yo lo comprenda?El asintió con la cabeza, situando su vista en el techo.—Seh. —dijo, como si fuera una tontería. Luego, pareció entrar en razón. —El proyecto rubí está en boca de los jefes de la mafia. Podrás darte cuenta y reconocer las voces. Optimicé el teléfono para que reco
Me quedé paralizada. El frío inundó cada parte de mi piel a causa del temor. Tenía tanto miedo, estaba temblando.Si tenía que apuntar y…No, yo no iba a dispararle a alguien. Demonios, maldije, yo misma me metí en este lío. Quien sabe que estaba allí afuera, acechándome.Los pasos iban acercándose cada vez más. El sonido de las pisadas era sonoro, debía ser un hombre, pesado, por lo que podía percibir.Me acurruqué en mi escondite que era tan estúpido como considerar la idea de disparar. estaba lista a tratar de escapar en el momento que fuera posible.Teresa, me dije otra vez en mi dialogo interno. Traté de silenciar todo ese miedo que estaba tornándose caótico. Solo yo podía salvarme ahora.Si tenía suerte, no me vería, la persona que estuviera allí. podría ser un ladrón. O quizás, quien sabe, podía ser otro mafioso que venía a arreglar cuentas pendientes y…Y me encontraría a mí.Otra vez el dialogo caótico en mi cabeza. Cuan complejo era acallar los temores que evidentemente esta
En toda mi vida jamás había sentido una sensación semejante a la que ahora, tenía que experimentar. Estaba desprotegida, sola, enteramente vulnerable. Ni siquiera podía usar mis puños para tratar de defenderme. No lo estaba logrando. Mi cuerpo mismo estaba jugándome en contra. No podía pelear de ninguna manera y eso, generaba una impotencia que se mezclaba con el terror.—Por favor… No soy una de ellas… No soy una sumisa… —solté, con los ojos llenos de lágrimas.Si la piedad existía, rogaba que alguno de ellos la poseyera. Algo que les dijera que no me hicieran nada, algo dentro de ellos.El otro hombre llegó junto al que me tenía sujeta por los tobillos.—Eres la famosa Cady. A la que tenemos que matar ahora. —dijo el otro hombre, su voz era menos aterradora, pero igual de amenazante.El tipo de la voz ronca me jaló de las piernas para sacarme de debajo de la cama. Me miraron con atención. Yo, también los observé a ellos.El de la voz ronca me sujetó con fuerza contra su cuerpo para
Mis pies parecían hacerme flotar por los pasillos, mientras corría, sin respirar siquiera, el miedo me apretaba el cuello. Me sentía asfixiada.—¿Qué es lo que he hecho? Dios mío… —empecé a sollozar, sin dejar de correr.Estaba desesperada. Cuando llegué a la habitación de Daemon, el primer lugar donde nos vimos cuando llegué, me desplomé contra la puerta.Trabé la puerta con un sofá que arrastré por el suelo. Necesitaba estar un poco resguardada al menos.Dejé el arma sobre una de las mesas pequeñas que estaban a mi lado. Caí al suelo, sobre la alfombra, sollozando sin parar. Las lágrimas eran ardientes sobre mi piel.Había matado a dos personas. Estaba segura de que los tipos estaban muertos porque de lo contrario, me hubieran perseguido.O si estaban vivos, en una ínfima posibilidad, morirían desangrados por la falta de atención médica.No sabía qué hacer. Tiritaba, acurrucada en el suelo. Cerré mis ojos y me quedé así, sin hacer más, sin querer siquiera pensar en las consecuencias
—Deseo retirarme a mis aposentos para darme un baño. —dije, no sé por qué lo dije en ese tono tan formal.Estaba incómoda. Ni siquiera tenía ropa puesta más que la manta. Me cubrí para que no me viera llorar. Aunque era estúpido, cada vez que hablaba lloraba sin poder evitarlo.—Lo entiendo. Quiero que sepas que tienes mi apoyo. —Stella me estrechó, dándome un abrazo como si fuéramos amigas cercanas. —Cady. Dime algo. ¿Matar a esos hombres te resultó traumático?Su tono de voz cambió abruptamente. Me sobresalté. No esperaba que me interrogara con eso. No quería pensar en aquellos hombres nunca más en mi vida. Si podía olvidar lo que ocurrió, sería lo mejor. —¿Qué estás diciendo? —contesté con una pregunta, a la defensiva.Primero se había mostrado comprensiva y ahora, por su mirada y su tono, parecía que me estaba juzgando o reprochando algo. Como si la empatía que sintió por mi hubiera desaparecido de manera abrupta.Parecía una serpiente, su mirada develaba que quería usar cualquie