Loan Zhao descendió de su vehículo, y comenzó a subir las escaleras de roca ya desgastadas por el tiempo, pero, que aún se mantenían firmes dando la bienvenida a todo aquel que fuera al monasterio que servía de hogar a los monjes más antiguos de aquellas tierras.
A diario se podía ver a importantes familias acudir a aquel lugar, no solo para saber que les deparaba el destino a sus familias, sino que muchos acudían para saber si las esposas y esposos que escogían para sus hijos eran compatibles, se podría decir que en las tierras del oriente eran muy creyentes en la fortuna, pero en especial en el destino, para estas personas todo estaba escrito, desde el día que nacían, y solo los monjes lo podían descifrar; para el líder del tigre blanco, no era la excepción, su matrimonio con Jade Renger fue obra del destino y él lo sabía, aunque su esposa que era extranjera se empecinara en decir que solo fue casualidad.
Loan golpeo la puerta de madera maciza, sintiendo un escalofrió descender por su espalda, podía escuchar a la perfección los pasos de alguien acercarse a abrir, y las manos le sudaban, conocía a los monjes, fueron ellos los encargados de escribir en los pergaminos sagrados el nacimiento de sus hijos, pero aún más, de guardar el secreto, ese que incluso sus propios hijos desconocían y es que de los tres jóvenes Zhao, solo uno era hijo biológico del Loan y su esposa Jade.
— Señor Loan Zhao, es un gusto volver a verlo, pase, lo estábamos esperando.
Loan hizo una reverencia en señal de respeto y en completo silencio se dedicó a seguir al monje más joven del lugar, uno que rondaba los 80 años, quizás tenían el conocimiento de la vida eterna, se dijo interiormente Loan, pero de sus labios no salió nada mientras deambulaban por los intrincados pasillos del monasterio, pues el lugar donde le revelarían el futuro del clan, no era el mismo que usaban para ver el destino de cualquier otra familia por más adinerada que estas fueran, claro que no, el tigre blanco era más que dinero, era poder, sabiduría, y protección, desde que Loan había asumido hacia 20 años, era el primer tigre blanco que solo atacaba para defender y no para provocar o doblegar a los demás, se podría decir que era un tigre justo, al cual no le gustaba derramar sangre sin un buen motivo y eso era algo que todos apreciaban.
— Señor Zhao, bienvenido, aunque debo reconocer que esperaba su visita, me sorprende que un hombre como usted quiera dejar su lugar tan pronto. — las palabras del monje tenían sentido, pues Loan recién estaba en sus 45 años, se veía fuerte tanto física como mentalmente, aun podía ser la cabeza del clan por varios años más.
— Gracias por recibirme, y por considerarme aun apto para ejercer mi puesto, pero… creo que ustedes mejor que nadie sabe que nunca fue mi deseo ser la cabeza del tigre…
— Pero era tu destino. — lo interrumpió el monje, quizás un poco molesto a que Loan después de tantos años aún se quejara por su destino.
— Y lo agradezco, no me malentienda, pero me gustaría actuar de una forma distinta a la que actuó mi padre, a mí me gustaría guiar a mi próximo sucesor y no solo enseñarle a llevar el negocio familiar, usted señor Moon, sabe mejor que nadie, que nuestra organización no es como la de otros lugares, mis hijos deberán aprender que solo uno de ellos puede ser la cabeza del tigre y que los demás serán sus garras, no quiero que entre ellos exista ningún tipo de asperezas, como la que tuve con mis hermanos.
— Tus miedos los conozco mejor que nadie Loan, pero si has criado a tus hijos como has guiado al clan, no creo que entre ellos exista celo alguno.
Loan guardo silencio, pues Jade y él habían criado muy bien a sus hijos, pero, aun así, veía las ansias de poder en sus ojos, cada día que pasaba, uno se desentendía de todo y otro buscaba el favoritismo de Loan, algo que lo hacía recordar a su hermano Wang y a él en la juventud, lo que menos deseaba era que sus hijos pasaran por lo mismo que él y sus hermanos habían pasado.
— Bien señor Zhao, déjame ver lo que en tu espalda fue escrito hace 20 años atrás.
Loan se retiró el saco, sentía los dedos sudorosos a medida que desprendía los botones de su camisa, y la piel se le puso de gallina cuando al fin la retiro, no porque sintiera frio alguno, sino porque sabía que lo que el monje dijera ese día, era el destino de sus hijos y nada se podía hacer para cambiarlo.
Giro respirando con profundidad y al fin el monje pudo ver el tatuaje de espalda completa; de hombro a hombro en la ancha espalda había un gigante universo, tan oscuro e inmenso que causaba escalofríos solo de verlo, con algunas estrellas brillando, tratando de iluminar su oscuridad, bajo él, un tigre rodeado de una luz verde avanzaba imponente, mostrando sus colmillos y garras listo y dispuesto a atacar sin piedad a la más mínima provocación, ese tigre representaba a Loan y el brillo verde a su alrededor a su esposa Jade, que era de donde Loan se alimentaba cada noche para sacar fuerzas para guiar a su clan, a la izquierda un rayo brillante zigzagueaba, iluminando todo a su paso, pero siendo impredecible e imparable y a la derecha destellos de jade brillaban, mientras que a los pies del tigre un pequeño cofre lleno de oro y joyas estaba casi oculto pero, aun así era visible.
— Shen Kun, es el nombre de tu hijo mayor, significa vasto universo y eso es lo que veo aquí, un universo oscuro y tenebroso, hambriento de poder, obstinado, altivo e incluso soberbio. — Loan bajo su cabeza con pena, esas no eran las cualidades que debía tener un tigre blanco. — Aunque debo reconocer que lucha por no serlo, las pocas estrellas que brillan en él tratan de concederle un poco de luz, pero no es suficiente, ¿comprendes lo que digo? — Loan respiro con pesadez, lo comprendía.
— La luz que tratamos de darle como familia no es suficiente como para guiarlo. — susurro con pesar Loan.
— Así es, pero no pienses de más, Shen no será el tigre blanco, pero será la garra más poderosa que cuide al próximo líder, aunque…
— ¿Qué? — nunca era bueno que un monje dudara a la hora de hablar del destino.
— Creo que deberías decirle quien fue su madre, porque si él lo descubre por su cuenta, puede que su oscuridad nos cubra a todos. — Loan solo afirmo con la cabeza, pero tanto él, como el monje, sabían que eso no era algo que solo dependiera de Loan, Jade tendría siempre la última palabra, después de todo, ella fue quien lo salvo del destino al que su madre biológica lo había sentenciado.
El monje bajo su vista al rayo que surcaba el lado izquierdo del tigre, y de forma inconsciente sonrió.
— Huang Lei, es el nombre de tu segundo hijo, un trueno brillante, segador al ser portador de tal belleza, como el rayo que aquí decora tu espalda, es imposible no verlo, la luz que posee es tanta que incluso ciega a quien lo ve, pero es un alma libre, él está dispuesto a tratar de escapar de su destino, pero al fin el rayo caerá donde tenga que caer, sin importar que tan prohibido sea ese lugar. — Loan giro con brusquedad y vio con enfado al monje, quien le sostuvo la mirada sin miedo alguno.
— Pocas cosas están prohibidas para un tigre…— rebatió casi de forma desafiante.
— Y ese es el problema, él no será el tigre, y será mejor que digieras lo que acabo de decirte, tómalo con calma, no olvides que Huang puede tener la luz de su padre Park. — Loan trago con fuerza para que el nudo en su garganta desapareciera, pues a pesar de que los años habían pasado, aun le costaba hablar de su hermano menor, ese que murió tan joven y dejándole a Jade el cuidado de Huang Lei. — Pero, por sus venas también corre la sangre de su madre, una asesina que en minutos acabo con desenas de hombres, que los prejuicios que existen para algunas cosas, no te hagan olvidar que Huang puede ser una luz brillante dadora de felicidad y calma como lo era Park o un ángel sin alma como su madre si lo lastiman. — Loan estaba aturdido, no tenía prejuicios ante lo que algunos consideraban prohibido, pero una cosa era él y otra era el clan, aun en tiempos modernos, algunos veían como aberraciones ciertos actos, estaba tan sumido en esto último que no reparo en lo más importante y era la última opción, esa sí que estaba prohibida.
— Mei Ling, tu hija se llama así, destellos de Jade.
— Sí, escogí ese nombre porque tiene los mismos ojos que Jade, verdes, brillantes y… — solo entonces Loan recordó a que había acudido al monasterio. — No puede ser. — dijo al tiempo que giraba y ahora veía con miedo al monje, el cual le sonreía, y por un segundo Loan se planteó la idea de matarlo.
— El destino es el destino y de él nadie escapa, tu hija será la primera mujer en estas tierras en tomar el lugar de líder de un clan, felicidades Loan Zhao, tus hijos son tan fuertes, que ni siquiera lo prohibido los podrá detener, antes pondrán a arder a todo el pais de ser preciso.
Loan salió de aquel lugar azotando la puerta de madera maciza, maldiciendo el momento que se le ocurrió ir al monasterio en busca de la supuesta paz que le daría conocer el destino de sus hijos, y consiguiendo solo arder, arder en las llamas del destino.
Los hermanos Zhao hacia más de un año que habían dejado su país, Shen Kun estaba en Chicago, no solo estudiando, también aprendiendo todo de su tío Wang, no era fácil para Shen digerir que el próximo tigre blanco seria su hermana, pero así estaba escrito, aun antes de que ellos nacieran, o al menos eso le había dicho su abuelo antes de morir, el viejo Sug había roto las reglas, se suponía que solo Loan podía acudir a los monjes y pedir que el destino del tigre blanco fuera revelado, pero Sug Zhao rompió esa ley y no queria llevarse el secreto a la tumba.— Abuelo, deja que mejor llame a mi padre. — pidió el joven de cabello rubio y ojos negros, al ver que el tiempo de su abuelo Sug estaba llegando a su fin.— No, Loan no sabe, nadie sabe lo que te voy a contar, será nuestro secreto. — Shen no pudo evitar sonreír, iba a extrañar esa complicidad que solo tenían con su abuelo, pues el mayor era el confidente de los tres jóvenes Zhao y viceversa.— Bien, dime. — dijo dándose por vencido.
Huang Lei veía fijamente el techo de su cuarto, no terminaba de comprender lo que había sucedido, o, mejor dicho, no queria comprenderlo, ¿cómo podía ser posible que Renzo Bach le hiciera semejante cosa? solo por un pequeño pleito de niños.Su mente recreo aquel día, o mejor dicho noche, ese primer y único encuentro que había tenido con el castaño.Habían llegado a Nueva York, se suponía que solo sería una pequeña parada para luego continuar su viaje a Chicago, aun siendo niños, sabían que lo que sucedería esa noche era importante para el mundo en general, pero más para las mafias, ya que cada clan existente estaba allí y solo eso explicaba el motivo por el que ellos estaban en la mansión Bach, sus enemigos jurados, pero solo porque así estaba escrito en los pergaminos, algo había sucedido muchos años atrás y se había establecido que los Bach nunca pisarían el país que manejaba el clan Zhao, sin embargo el tigre blanco había llegado no solo a los dominios de los Bach, sino que a la mi
Renzo subió al avión privado, junto con Walter, y respiro con alivio cuando vio a la pequeña Lizbeth allí.— Hola hermosa. — saludo el castaño y la rubia lo acribillo con la mirada.— Walter hazme el favor y por una vez en la vida actúa como mi hermano mayor y haz que tu amigo desaparezca de mi vista. — lo odiaba, con todas sus fuerzas, no importaba que hubiera pasado un año detrás de ella, ni sus estúpidas flores, ni que le rogara frente a todos en la universidad, Lizbeth jamás lo perdonaría y Renzo lo sabía por más molestia que le causara.— ¿Podrías comportarte como la adulta que se supone que eres? — refuto quitando la sonrisa de su bello rostro para ver a la joven con dureza, al tiempo que se sentaba frente a ella, Walter solo suspiro y se largó a la habitación que el avión privado poseía, ver discutir a esos dos lo estresaba, en especial porque Walter consideraba a ambos sus hermanos, aunque Renzo no tuviera ningún vínculo sanguíneo con ellos.— Oh, créeme, Renzo, demasiado adul
Nueva York:— Mi Ángel, mi amor, solo tú, lo has sido todo para mi… — el aire ingresaba con dificultad, mientras su mano ensangrentada acariciaba su cabellera. — Sin ti, nunca hubiera sabido lo que es el amor. — se estaba despidiendo y ella lo sabía, sus ojos celestes brillaban con fervor, no se veían como los ojos de un moribundo, Matt jamás podría lucir así.— Si alguna vez me hubieran dicho que el Ángel de la muerte tenía un lado tan cursi, no lo hubiera creído. — el pelirrojo se hinco a su lado, Melody, quien estaba con la cabeza recostada en las piernas del afamado asesino Matt Ángel, su esposo, tuvo la intención de disparar, pero apenas sostuvo su arma, sintió la diferencia de peso, claro que sí, ella era la susurradora, ella era igual que su esposo, sabía que las balas se habían terminado y ni ella, ni Matt tenían la fuerza para matarlo con sus manos.— Verdugo. — susurro llena de odio, no podía irse aún, no cuando cargaba la información que en ese momento le estaba quemando el
Mei Leing Zhao apenas tenía 19 años, sus rasgos orientales resaltaban ante sus ojos verdes, su cabellera negra parecía un cielo nocturno, y a pesar de que estaba en un velorio, más de uno no pudo evitar de ver con descaro a la joven.— Si no fuera por respeto a Melody y su esposo, ya habría matado a más de uno. — la voz de Shen era más que de molestia, Mei podía jurar que su hermano se parecía más a un dragón que arroja fuego por su boca que a un tigre que se agazapa para cazar.— Querido hermano, estas tan pendiente a mí que no prestas atención a nuestro hermoso trueno. — Shen acomodo sus lentes antes de ver con disimulo a su hermano, el rubio de pelo largo no se había movido de su lugar, hacia dos horas que estaba al lado del féretro de Melody, y sus lágrimas caían silenciosas, su llanto se comparaba al de Alma, demostrando de esa manera que los Zhao apreciaban a la asesina como si realmente fuera su abuela.— Huang es demasiado sensible, no lo puedes culpar por no poder guardar su
— Les pido disculpas en nombre de la familia Bach, es vergonzoso reconocer que el hijo de mi prima no sabe que tu vestimenta es la de un guerrero, estoy tan apenada. — los cuatro jóvenes Bach no daban crédito a lo que oían, menos a lo que veían, Lucero no solo se estaba disculpando con alguien menor que ella, también había bajado su cabeza, ella, la señora de la familia se mostraba sumisa ante el clan oriental.— En nuestras tierras, a una persona tan inculta, se la mataría de hambre, o se la desmembraría, si quieres puedo explicarte como llevar adelante tu puesto en tu clan. — acoto Mei viendo con superioridad a Lucero.— No puedes hablarle de ese modo. — Dalia sentía sus manos picar, no solo ante la impotencia de haber visto como Renzo fue abofeteado, sino que tampoco soportaba la forma en la que una niña, le estaba hablando a la señora de la famili
Mei veía a su alrededor, cualquier lado era mejor que ver la fosa donde Melody y Matt estaban siendo colocados, el dolor que reflejaba el rostro de Candy y Amir se asemejaba al que ella y sus hermanos tenían el día que su abuelo Sug Zhao murió.Mientras que el rostro de Hades y su familia solo dejaba ver la sed de venganza que los recorría, a un lado estaban los hijos de Candy, los mayores se notaban imperturbables, aunque sus ojos dejaban en claro la pena que cargaban, luego estaban los quintillizos, de los cuales dos llamaban la atención de la joven oriental; la asesina conocida como la joya maldita, que no era otra que Ámbar Zabet, se veía demasiado feliz como para estar en un sepelio, sus ojos brillaban como gemas cada vez que veía a Huang, mientras el Don de Chicago, actual novio de Ámbar, se aferraba a su brazo, como queriendo impedir que la rubia fuera por Huang, más que parecerle raro le mole
Dalia paso tan rápido por entre los asientos que ni Walter ni Liz se dieron cuenta de su estado, las lágrimas que corrían por su rostro y el odio que crecía en su alma, odio a ella misma, por ser fea, o al menos así se sentía la castaña, era tanto el desespero que sentía que no escucho el pedido del piloto de que todos regresaran a sus lugares y abrocharan el cinturón, ya que se les venía encima un grupo de nubes tormentosas; estaba a punto de tocar la puerta del baño cuando esta se abrió, dejando a Shen frente a la regordeta mujer.— Lo siento. — ni siquiera sabía porque se estaba disculpando, quizás por el hecho de que un hombre tan lindo como él, la viera con la cara empapada en lágrimas.— ¿Qué…? — Shen no pudo preguntar que le sucedía, ya que una sacudida envió a Dalia sobre el delg