queridas lectoras, perdón por la demora, un inconveniente con mi computador casi hace que me infarte del susto pero ya esta solucionado.
Dalia necesitaba un momento para poner su mente en orden, esa que no se apagaba, esa misma que absorbía y retenía todo, sin poder liberarse, por lo que decidió tomar un tiempo a solas en la tina, disfrutando de su soledad, pues desde un principio le había advertido a las manitas que ella a diferencia de cualquier otra persona en la villa Zhao, labaria su cuerpo, indistinto de lo que deseara Shen o Lizbeth, pues gracias al libro que Jade le había regalado y que en un principio creyó un regalo inútil, ahora sabia más de la cultura que el mismo Shen, era consiente que en un matrimonio “normal” seria su esposo quien lavara su cuerpo y se ocupara de ella y viceversa, también había leído que cuando el “señor” tomaba a una esposa y concubinas, su deber siempre era solo con la esposa y de las concubinas se encargaban las manitas, pero este no era el caso, Shen tenía dos esposas y por más que quisiera ocuparse de ambas, habían cosas que no podria hacer y Dalia prefería resbalar con un jabón y
A la mañana siguiente y como era la tradición familiar, se reunieron en la casa grande para desayunar, al menos los hermanos Zhao y Dalia, ya que los demás debían permanecer en cama, el veneno si bien no los mataría, debían asegurarse al menos por una semana tener el mínimo de movimiento posible, para que sus órganos filtraran y expulsaran correctamente las toxinas.— Que injusta es la vida. — murmuro Mei bebiendo de su té y todos la vieron.— ¿Que te aflige hermana? — pregunto Shen con preocupación y Huang rompió a reír.— ¿Qué le va a afligir? Ver la cara de satisfacción de Dalia y la tuya, mientras nosotros debemos esperar para nuestra luna de miel. — las mejillas de Dalia enrojecieron mientras Shen solo sonreía con chulería.— De todas formas, yo ya tuve mi pre-luna de miel. — se jacto Mei y Huang escupió su té, justo sobre Shen.— A partir de mañana te sentaras frente a Renzo. — gruño el pelicorto y Dalia aguanto la risa, y lo ayudo a limpiar su rostro.— Lo siento, pero… por los
Dicen que el tiempo pone todo en su lugar, que el destino es el destino y contra él nada se puede hacer, y quizás no se equivoquen, la vida de los herederos de los Zhao estaba regida por amores prohibidos y ellos escogieron arder en ellos, que vivir sufriendo.— Por los espíritus Renzo. — se quejó el pelilargo, al ser “atacado por su esposo”— No puedes culparme, la única vez que estuvimos juntos, tu estabas más ebrio que otra cosa, estoy seguro de que no recuerdas mucho. — las mejillas de Huang enrojecieron, pues era verdad, solo tenía ciertas imágenes y sensaciones, mas no recordaba mucho de aquel día, que ahora parecía tan lejano, solo la burla en la voz de Renzo al hablar con Walter era clara en su mente.— Es verdad, solo recuerdo la sensación de tus labios en mi nuca. — reconoció sin querer recordar las crueles palabras que escucho al despertar al día siguiente.— Esa noche te desvestí con tranquilidad. — aseguro Renzo con los ojos oscurecidos por la pasión, mientras sus manos qu
Loan Zhao descendió de su vehículo, y comenzó a subir las escaleras de roca ya desgastadas por el tiempo, pero, que aún se mantenían firmes dando la bienvenida a todo aquel que fuera al monasterio que servía de hogar a los monjes más antiguos de aquellas tierras.A diario se podía ver a importantes familias acudir a aquel lugar, no solo para saber que les deparaba el destino a sus familias, sino que muchos acudían para saber si las esposas y esposos que escogían para sus hijos eran compatibles, se podría decir que en las tierras del oriente eran muy creyentes en la fortuna, pero en especial en el destino, para estas personas todo estaba escrito, desde el día que nacían, y solo los monjes lo podían descifrar; para el líder del tigre blanco, no era la excepción, su matrimonio con Jade Renger fue obra del destino y él lo sabía, aunque su esposa que era extranjera se empecinara en decir que solo fue casualidad.Loan golpeo la puerta de madera maciza, sintiendo un escalofrió descender por
Los hermanos Zhao hacia más de un año que habían dejado su país, Shen Kun estaba en Chicago, no solo estudiando, también aprendiendo todo de su tío Wang, no era fácil para Shen digerir que el próximo tigre blanco seria su hermana, pero así estaba escrito, aun antes de que ellos nacieran, o al menos eso le había dicho su abuelo antes de morir, el viejo Sug había roto las reglas, se suponía que solo Loan podía acudir a los monjes y pedir que el destino del tigre blanco fuera revelado, pero Sug Zhao rompió esa ley y no queria llevarse el secreto a la tumba.— Abuelo, deja que mejor llame a mi padre. — pidió el joven de cabello rubio y ojos negros, al ver que el tiempo de su abuelo Sug estaba llegando a su fin.— No, Loan no sabe, nadie sabe lo que te voy a contar, será nuestro secreto. — Shen no pudo evitar sonreír, iba a extrañar esa complicidad que solo tenían con su abuelo, pues el mayor era el confidente de los tres jóvenes Zhao y viceversa.— Bien, dime. — dijo dándose por vencido.
Huang Lei veía fijamente el techo de su cuarto, no terminaba de comprender lo que había sucedido, o, mejor dicho, no queria comprenderlo, ¿cómo podía ser posible que Renzo Bach le hiciera semejante cosa? solo por un pequeño pleito de niños.Su mente recreo aquel día, o mejor dicho noche, ese primer y único encuentro que había tenido con el castaño.Habían llegado a Nueva York, se suponía que solo sería una pequeña parada para luego continuar su viaje a Chicago, aun siendo niños, sabían que lo que sucedería esa noche era importante para el mundo en general, pero más para las mafias, ya que cada clan existente estaba allí y solo eso explicaba el motivo por el que ellos estaban en la mansión Bach, sus enemigos jurados, pero solo porque así estaba escrito en los pergaminos, algo había sucedido muchos años atrás y se había establecido que los Bach nunca pisarían el país que manejaba el clan Zhao, sin embargo el tigre blanco había llegado no solo a los dominios de los Bach, sino que a la mi
Renzo subió al avión privado, junto con Walter, y respiro con alivio cuando vio a la pequeña Lizbeth allí.— Hola hermosa. — saludo el castaño y la rubia lo acribillo con la mirada.— Walter hazme el favor y por una vez en la vida actúa como mi hermano mayor y haz que tu amigo desaparezca de mi vista. — lo odiaba, con todas sus fuerzas, no importaba que hubiera pasado un año detrás de ella, ni sus estúpidas flores, ni que le rogara frente a todos en la universidad, Lizbeth jamás lo perdonaría y Renzo lo sabía por más molestia que le causara.— ¿Podrías comportarte como la adulta que se supone que eres? — refuto quitando la sonrisa de su bello rostro para ver a la joven con dureza, al tiempo que se sentaba frente a ella, Walter solo suspiro y se largó a la habitación que el avión privado poseía, ver discutir a esos dos lo estresaba, en especial porque Walter consideraba a ambos sus hermanos, aunque Renzo no tuviera ningún vínculo sanguíneo con ellos.— Oh, créeme, Renzo, demasiado adul
Nueva York:— Mi Ángel, mi amor, solo tú, lo has sido todo para mi… — el aire ingresaba con dificultad, mientras su mano ensangrentada acariciaba su cabellera. — Sin ti, nunca hubiera sabido lo que es el amor. — se estaba despidiendo y ella lo sabía, sus ojos celestes brillaban con fervor, no se veían como los ojos de un moribundo, Matt jamás podría lucir así.— Si alguna vez me hubieran dicho que el Ángel de la muerte tenía un lado tan cursi, no lo hubiera creído. — el pelirrojo se hinco a su lado, Melody, quien estaba con la cabeza recostada en las piernas del afamado asesino Matt Ángel, su esposo, tuvo la intención de disparar, pero apenas sostuvo su arma, sintió la diferencia de peso, claro que sí, ella era la susurradora, ella era igual que su esposo, sabía que las balas se habían terminado y ni ella, ni Matt tenían la fuerza para matarlo con sus manos.— Verdugo. — susurro llena de odio, no podía irse aún, no cuando cargaba la información que en ese momento le estaba quemando el